"Tengo mi cama, mi cocina, mi baño y mis libros. No necesito nada más", dice el actor
WILLY TOLEDO ENCANTADO CON SU NUEVA VIDA EN CUBA
Por Fernando Ravsberg
A pesar de que algunos periódicos españoles aseguran que habita en una mansión, lo cierto es que vive en un barrio de cubanos, en un modesto apartamento alquilado al que no le vendrían mal algunos muebles más y una mano de pintura.
“No necesito más. Tengo mi cama, mi cocina y mi baño, y mis libros y con eso voy tirando, no echo de menos cosas materiales. A la gente sí, y a mi ciudad. Yo he nacido y vivido en Madrid toda mi vida y le tengo mucho cariño a pesar de que se haya convertido en una ciudad bastante invivible”.
La derecha española lo acusa de tener privilegios sobre los cubanos, pero lo cierto es que también en su país vivía mejor que la mayoría porque nació en una familia acomodada y además ganó mucho como actor. “Claro que entonces nadie me lo cuestionaba”, me dice con una sonrisa.
Reconoce que en Cuba tener dinero puede abrir ciertas puertas y dar acceso a algunas comodidades pero no a todas. Vuelve a reír cuando me cuenta que, “te puedes pasar días buscando una sartén y no la encuentras por muchos euros que tengas”.
Se siente mejor en esta Cuba que en la del turista. “Me está gustando mucho más vivir La Habana en el día a día, ir al cine, al teatro, a conciertos, a comer a casa de gentes. (Ahora) tengo tiempo para leer, que en Madrid no lo tenía y me lo estoy leyendo todo”.
Le recuerdo que su ciudad es “la capital de la marcha” y le pregunto cómo se adapta a la tranquilidad de Cuba. Me responde que ahora sus juergas se reducen a comprar de vez en cuando una botellita e “ir a casa de un amigo o al malecón a hacer botellón”.
Además en La Habana “hay mucha vida, todos los días hay cosas que hacer. Echo de menos una Guía del Ocio, como allá en Madrid, (…) pero al final siempre me entero, de hecho no tengo tiempo para ir a todas las cosas que me gustaría”.
Al parecer no le está costando integrarse, en realidad “es bastante fácil, yo he viajado por todo Latinoamérica (…) y creo que los cubanos son los más parecidos a los españoles, en la manera de hablar, en el sentido del humor, en la manera de relacionarse”.
Visita poco La Habana Vieja porque lo tratan como a un turista, pero “me encanta ir al puestecito de al lado de mi apartamento a tomarme un juguito por la mañana y al de en frente para comerme un pan con tortilla o sentarme en las terrazas donde se sientan los cubanos”.
Me asegura que ni siquiera tiene problemas con la cocina nacional, “a mí me gusta mucho la comida criolla, siempre me ha gustado, no solo la cubana, sino la de todo el caribe. Lo que más me gusta es el arroz con lo cual aquí voy sobrado… ja, ja”.
Más allá de sus conocidas simpatías por la Revolución Cubana, el actor confiesa que ha descubierto el encanto de La Habana. “Aquí he encontrado la ciudad más hermosa del mundo para pasear y la más segura de todas las que conozco con diferencia”.
Willy puede ser el más famoso pero no es el único europeo que emigra a Cuba. A pocas cuadras de donde vivo llegó otro, casado con una cubana. Acaban de comprar una casita con el dinero de la venta de un negocio que apenas les daba para sobrevivir.
Años atrás su esposa había obtenido la residencia en la “Madre Patria” por estar casada con un español. Paradójicamente ahora es él quien aprovecha su matrimonio para residir en la isla, donde puede vivir mejor con mucho menos dinero.
Hace apenas unos días estuve almorzando raviolis caseros con un italiano cuya esposa cubana se repatrió para pasar en la isla la crisis europea. Aprovechando las reformas, planean crear una cooperativa para vender pastas frescas en La Habana.
Pero lograr la residencia en Cuba no es nada fácil, el inmigrante debe estar casado con alguien de nacionalidad cubana o ser contratado por una empresa que opere en la isla y, aun así, muchos vivimos por décadas con un permiso temporal que se debe renovar cada año.
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