lunes, 28 de octubre de 2013

ROSA LUXEMBURGO: EL SALVAJE ASESINATO DE UNA EXTRAORDINARIA MUJER REVOLUCIONARIA. Fue brutalmente torturada y arrojada a las aguas del Landwehrkanal

Fue torturada y arrojada a las aguas del Landwehrkanal

EL DRAMÁTICO ASESINATO DE ROSA LUXEMBURGO

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Condensado de un artículo de Esther Andradi
En la noche del 15 de enero de 1919, un grupo de soldados de la tropa de asalto arresta en Berlín a Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht, dirigentes del recientemente fundado Partido Comunista alemán. Ella, menuda y pequeña, no mide más de un metro y medio de estatura, tiene el pelo gris, está demacrada (...).
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        En la noche del 15 de enero de 1919, un grupo de soldados de la tropa de asalto arresta en Berlín a Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht, dirigentes del recientemente fundado Partido Comunista alemán. Ella, menuda y pequeña, no mide más de un metro y medio de estatura, tiene el pelo gris, está demacrada. Un defecto congénito en una pierna la discapacitó físicamente para toda su vida. Cojea. Pero los jóvenes militares en vez de llevar a los detenidos a la cárcel, los trasladan al Hotel Edén, en las cercanías del Jardín Zoológico y del Parque Tiergarten, y luego de torturarlos y golpearlos hasta la inconciencia, los arrastran moribundos, los cargan en un automóvil y les descerrajan un tiro a quemarropa. Poco después la mujer es arrojada a las aguas del Landwehrkanal, posiblemente todavía con vida. A Karl Liebknecht lo tiran al Neuen See, unos cien metros más allá.


       Es probable que aquel enero de 1919 haya sido tan frío como este invierno, y que las aguas del Landwehrkanal y el Neuen See tuviesen una capa de hielo en su superficie; entonces al solo choque de los cuerpos se habrá astillado en mil pedazos como un cristal. Cuando los restos de Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht fueron recuperados varios meses más tarde, en mayo de 1919, una multitud los acompañó hasta su sepultura y nació un culto. Cada año, el segundo domingo de enero, tanto en el este como en el oeste de Berlín, se suceden homenajes, rituales, disputas. Se reeditan sus libros, se reescribe su biografía y su vida inspira obras de teatro y películas. Rosa Luxemburgo se mantiene indeleble al paso del tiempo. Es más, se radicaliza con los años.




¿QUIÉN FUE VERDADERAMENTE ROSA LUXEMBURGO?


    Dietmar Dath, alemán nacido en 1970, y el más joven de sus biógrafos, cuyo libro se publica en esta primavera europea, replica:

    Rosa Luxemburgo no era de ninguna manera ese cliché de ángel pacifista con que la identifica cierta izquierda. Era capaz de burlarse increíblemente de sus adversarios, poniéndolos en ridículo con su réplica atroz, una inteligencia verbal superior, un sentido del humor y una ironía a toda prueba. ¡Cómo se extraña esa capacidad en las discusiones actuales! Era una convencida de que el trabajo intelectual debía relacionar la teoría con la práctica. Para ella no existía ninguna doctrina inamovible, sino un maravilloso equilibrio entre lo que ocurría en la calle, aquello que movilizaba a la gente, y un programa político a largo plazo. Y su lengua era temible.


     Por eso, para sus simpatizantes era la “divina”, mientras sus opositores la odiaban por la misma razón. En su último artículo, casi un testamento, los desafiaba. “El orden reina en Berlín...pobres imbéciles. El orden de ustedes está construido sobre la arena. Mañana la revolución volverá a levantarse y tronará con sus trompetas: yo fui, soy y seré.”


      Rosa Luxemburgo nació el 5 de marzo de 1871 en el seno de la familia de un comerciante maderero judío en un pequeño poblado de Polonia. Creció en Varsovia, y apenas egresada del colegio secundario a sus dieciocho años, sus inclinaciones izquierdistas amenazaban con llevarla a la cárcel. Entonces emigró a Suiza donde estudió economía y derecho. En 1893 participó en la fundación del Partido Socialista polaco y se vio implicada en una insurrección contra la ocupación soviética. Fue arrestada y condenada a ocho meses de prisión. Se casó por primera vez con un socialista alemán para acceder a la nacionalidad, y en 1898 llegó a Berlín, donde escribió: “Aquí los prusianos caminan por la calle como si se hubieran tragado su bastón.”


      En 1914 se opuso a la participación de Alemania en la primera guerra, pero el Partido Socialista –al que pertenecía– votó en el parlamento a favor de la intervención armada. Poco después abandonó las filas partidarias junto a Karl Liebknecht, Clara Zetkin y otros disidentes.


     Justo a la salida de la estación del Metro, en un costado de la espléndida y flamante Potsdamer Platz de Berlín, un cubo de cemento de unos dos metros de altura y oscurecido por los años rememora el lugar donde Karl Liebknecht y Rosa Luxemburgo –infructuosamente– llamaron al pueblo alemán a negarse a participar en la guerra. Es la base de un monumento que la ex RDA alguna vez prometió levantar y nunca cumplió.



 AL CINE


    En 1986 la cineasta Margaret von Trotta filmó la historia de Rosa Luxemburgo con Barbara Sukowa en el papel de Rosa, y Otto Sanders como Karl Liebknecht, y recientemente el elenco teatral Grips puso en escena el musical Rosa , con proletarios en vestidos de tweed bajo el leitmotiv “Soy un ser humano, no soy un símbolo.” Al tradicional Congreso, que se organiza cada año en su memoria, asistieron esta vez alrededor de dos mil participantes; gente joven, estudiantes y mujeres que cultivan el look Rosa, con melenas recogidas en rodetes, faldas y botines de corto tacón ajustados al tobillo. Voces de miradas diferentes reunidas en torno al pensamiento dinámico de esta radical contemporánea, convencida tanto del valor de la espontaneidad como de la organización de la multitud, amante apasionada, intolerable para todo dogma y ortodoxia. Imposible de resumir en un logo.

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