Un genocidio por el que Obama debe responder
Ángel Guerra Cabrera, La pupila insomne
El año pasado se alcanzó una marca histórica de votos contra la guerra económica más largo de la historia. Sufragaron contra el bloqueo a Cuba 188 de los 192 miembros de la ONU. Este año será por el estilo.
¿Cómo explicar que la condena sea ya una
decisión virtualmente unánime de los Estados miembros de Naciones Unidas
que deja aislado al bloqueador?
Es sencillo. No existe un embargo bilateral, como cínicamente afirma Washington.
Es un bloqueo de carácter extraterritorial con el cual daña severamente
las relaciones económicas internacionales de Cuba mediante amenazas y
multas millonarias a terceros. Incurre por ello en una violación de la
soberanía de los estados miembros de la ONU y de su derecho a comerciar
libremente. Un gravísimo atentado al derecho internacional y a la Carta
de Naciones Unidas que afecta vitales intereses de sus aliados más
cercanos y hasta de empresarios estadunidenses ahogados por la crisis.
Pero lo es igualmente por otra razón
desde el punto de vista legal y ético. El bloqueo viola el derecho
internacional por tratarse de una medida típicamente genocida según la
definición de la Convención para la Prevención y Sanción del Delito de
Genocidio que se refiere a actos perpetrados “con la intención de
destruir, total o parcialmente, un grupo nacional étnico, racial o
religioso, como tal.”
El bloqueo forma parte de una política de
terror de Estado que lanzó contra la isla una invasión en 1961 con el
apoyo del Pentágono y la CIA
y a lo largo de décadas 681 acciones terroristas, que han costado la
vida a 3 mil 47 personas y discapacidad a más de 2 mil. Pero ya en 1962
Washington preparaba una invasión directa de sus fuerzas armadas a Cuba,
frustrada por la Crisis de los Misiles.
Eso sería suficiente para calificar de
genocida su política hacia Cuba pero el carácter genocida del bloqueo se
expresa en otros hechos criminales repetidos durante más de medio siglo
como la muerte cotidiana de cubanos de todas las edades por falta de
fármacos o dispositivos oncológicos, cardiológicos y, en general, de
alta tecnología -como ciertos tipos de stent utilizados en cardiología pediátrica-, que Estados Unidos
se niega a vender a la isla pese a saberse el único fabricante. Pero el
bloqueo es mucho más abarcador que estos ejemplos escandalosamente
trágicos y se extiende a los severos daños que cotidianamente ha
infligido a millones de personas en la vida diaria durante más de medio
siglo. El bloqueo exigió un grado de imaginación y un esfuerzo
sobrehumano para sustituir de un día para otro con pura inventiva las
refacciones e insumos estadunidenses del equipamiento agrícola,
industrial y de servicios y posteriormente una mudanza en tiempo récord a
otras tecnologías, una experiencia con un costo económico y humano muy
alto para cualquier país, no se diga uno pobre y subdesarrollado, al que
únicamente se ha sometido a Cuba.
Puede afirmarse rotundamente que las
medidas yanquis de guerra económica comienzan desde enero de 1959 cuando
Washington recibe como héroes a los personeros de la dictadura batistiana
que cargaron con el tesoro nacional de la isla, valorado en más de 400
millones de dólares de entonces. Con ese monumental robo al pueblo de
Cuba comenzó a forjarse el gran poder económico de la contrarrevolución
emigrada a Miami y ese mismo año Estados Unidos privó a Cuba de la cuota azucarera.
Tan temprano como el 6 de abril de 1960
un memorando del Departamento de Estado yanqui expresaba con impar
elocuencia el objetivo genocida del bloqueo: “el único medio previsible
para enajenar el apoyo interno es a través del desencanto y el
desaliento (…) debe utilizarse prontamente cualquier medio concebible
para debilitar la vida económica de Cuba (…) a fin de causar hambre,
desesperación y el derrocamiento del Gobierno”.
A los buques extranjeros que tocan
puertos cubanos se les prohíbe ingresar a Estados Unidos durante 180
días; los productos de cualquier país que contengan más de un 10 por
ciento de componentes cubanos no pueden ser vendidos al mercado
estadunidense; los fabricantes de productos que contengan más de 10 por
ciento de componentes estadunidenses tienen prohibido venderlos a Cuba.
Hasta los programas de salud infantil de
la ONU en la isla se ven afectados pues Washington no permite que con
sus fondos se adquieran críticos medicamentos y tecnología de
fabricación estadunidense.
Obama tiene facultades para desarmar buena parte del bloqueo pero nada ha hecho ni hará al parecer.
Twitter: @aguerraguerraFuente: http://lapupilainsomne.wordpress.com/2013/10/24/un-genocidio-por-el-que-obama-debe-responder/#more-36329
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