Todos proletarios, todos empresarios
El problema no es reivindicar la libertad y la igualdad, en eso casi todo el mundo estamos de acuerdo, pero una afirmación en abstracto es casi como no decir nada. Primero habría que preguntarse sobre la libertad de quién y de qué tipo de igualdad hablamos. Esto que parece de sentido común, siempre se busca convertirlo en un no sentido: el partido de los ricos desde el siglo V A.C. hasta nuestros días, se ha caracterizado por negar la existencia de distintas partes de la sociedad que puedan tener un conflicto de intereses. Nada en la política es neutral, sobre todo las argumentaciones políticas que buscan ser neutrales. Por ejemplo, la libertad económica de un especulador anula la libertad económica de cualquier persona para acceder a una vivienda digna, la libertad económica de un Consejero Delegado no es la misma que la de un trabajador con bajo salario, que tarda 21 días en cobrar lo que el directivo gana en una hora. ¿Podemos decir entonces que son iguales? No, por lo tanto para que seamos iguales hay que acabar primero con la desigualdad, de lo contrario, lo que hay es una igualdad de ricos cuya política es la política del negocio que practican los 365 días al año. Hablar de libertad económica se convierte así en un discurso totalitario, donde unos pocos se lo quedan todo, mientras el resto de la población puede ser libre para endeudarse y probar suerte en las casas de apuestas, emigar o hundir su impotencia y falta de certezas en un libro de autoayuda. Hay que desconfiar de quienes arrastran el discurso que busca lo que nos une, porque es una unidad basada en una igualdad que no discute la desigualdad. Ocurre como en la barca de Quino, nos une que todos vamos en ella, pero eso sí, ubicados en posiciones distintas y no discutibles.
Creo que se esconde una gran mentira en todo ese discurso liberal que apuesta por bajar los impuestos para que la gente tenga más renta disponible –dinerito en el bolsillo-. Los gestores públicos deberían ser acusados de negligencia cuando durante años gestionan los recursos de todos y nos dicen que la gestión privada es más eficiente, dando a entender que ellos son unos incompetentes para el puesto que fueron elegidos. No se trata de que sean unos incompetentes y tampoco se soluciona diciendo que lo importante es escoger ideas buenas o malas al margen de la política. Al contrario, hablamos de un claro proyecto político de las élites que por un lado, no quieren que se les cobre impuestos y por otro tampoco quieren que se les cobre impuestos a las rentas medias y bajas, para que los derechos como la sanidad o la educación se conviertan en servicios privados que ofrecen muchas de esas mismas élites.
El dinerito en el bolsillo al final va a parar a costear fondos de pensión, colegios y pólizas privadas, gracias a que los gestores públicos han puesto al Estado a las órdenes de las élites. A día de hoy, no solo se privatizan y mercantilizan recursos públicos y comunes, además los impuestos que pagan los ciudadanos se destinan a engordar las arcas de los mismos culpables que nos han traído a donde ahora estamos. Como la prioridad ante todo es la de pagar la deuda pública, en realidad casi todo deuda privada convertida en pública y esa deuda se paga con los impuestos de la gente, el resultado final es todavía más perverso: La privatización de los derechos y el pago de la deuda se convierten en las dos principales medidas de extracción, de expolio fiscal y social de los ricos a la población. El remedio beneficia a las causas. Mejor sería orientarse hacia la subida de los salarios, producir mejor trabajando menos y garantizar la seguridad del ingreso económico al margen de tener o no tener empleo.
Ante esta situación, a quienes les roban los derechos y les someten como eternos deudores, se les culpa por no ser lo suficientemente emprendedores, por no saber adaptarse a los nuevos tiempos, por no ser los suficientemente empleables, por tener demasiados derechos, por ser parados y no conseguir un empleo que no existe y que cuando se encuentra apenas te deja contar con una existencia digna. Subcontratados, temporales, parciales, falsos autónomos, fijos que se pueden caer en cualquier momento, son todas distintas caras y grados de una misma realidad: la precariedad y expropiación continua como forma de vida. Ya no se trata de buscar la fórmula que transforme a los proletarios en propietarios, tampoco son los años 90 donde algunos sectores ligados a la directa producción inmaterial vivían la orgía simbiótica entre creatividad, innovación, liberación de las conquistas sociales y la acumulación capitalista. Hoy todo el espacio, todos los sectores, viven en mayor o menor medida bajo la mancha de aceite que cubre la deuda y la precariedad. Se da entonces una paradoja: somos todos proletarios, todos empresarios. Ser empresario de tu propia gestión como marca que busca ser valorizada, implica hacerse cargo de los costes y riesgos cuando desaparece la dimensión colectiva del trabajo como elemento fundacional de la constitución y todo se reduje al contrato individual, al servicio que sea capaz de prestar el emprendeudor, es decir, todos y todas.
#1 Comentario por borrador
________________
A ver, cuando se habla de igualdad y de que todos somos iguales se refiere "ante la ley" evidentemente no todos somos iguales, ni en esfuerzo, ni en talento, ni en la suerte si cabe...
La obsesión de la izquierda (comunista) de pretender que todos los hombres sean iguales a llevado a calamidades, miseria y todo tipo de despropósitos en nombre de "la igualdad" que solo han conseguidos las dictaduras comunistas, eso si, "todo pobres".
Los hombres no son todos iguales, parece una obviedad pero a veces hay que recordarlo.
#2 Comentario por Lectus
#3 Comentario por Nabucodonosor III
Ni siquiera somos todos iguales ante la ley. Podemos recordar como pese a la detención del tesorero del PP, todavía no se ha realizado registro alguno a la sede del PP, por ejemplo (seguro que con Sortu, por ejemplo, habrían operado de igual forma), aunque la destrucción de pruebas sea evidente.
Ni la familia real, ni los tropecientos políticos encausados por corrupción.
Ni en esfuerzo, ya que esto es lo que menos se valora. De hecho, los trabajos menos remunerados suelen ser agotadores. Ni en talento. La mayoría de los políticos y empresarios de éste país son buena prueba de ello. El talento brilla por su ausencia en el país del enchufismo.
Ni en la suerte. Pero al menos ésta no entiende de distinciones de ningún tipo.
La Izquierda no se obsesiona con que seamos todos iguales, si no con que todos tengamos las mismas oportunidades de vivir en libertad.
No. Los hombres no somos todos iguales. Usted y yo no somos ni parecidos, eso se lo garantizo.
#4 Comentario por borrador
Vale, pues diganme en que país esas "igualdades" están funcionando idílicamente, me gustaría saberlo.
O igual es que la Utopia en donde suelen vivir algunos, como en decenas de bares se dedican a solucionar el mundo cada mañana.
Pero oiga, si me dan un "modelo" a seguir, os daré la razón.
#5 Comentario por K Marx
#6 Comentario por pepitogrillo73
#7 Comentario por Karellen
Señor borrador: permítame explicarle ciertos hechos básicos acerca del tema que nos ocupa.
En primer lugar, su idea de que "la izquierda (comunista)" haya pretendido jamás "la igualdad" -así, en abstracto- de todos los hombres no sólo es falsa, sino que indica su grado de desconocimiento (completamente absoluto) acerca de lo que es la izquierda y lo que es el comunismo, ignorancia que es, por otra parte, el fundamento del pensamiento político del anticomunista medio.
Lo que el marxismo ha pretendido siempre es, en primer lugar, demostrar que las sociedades humanas están compartimentalizadas, a partir de su modelo económoco de producción, en CLASES SOCIALES (el agricultor, el ganadero, el artesano, el militar, etc) que pueden tener y tienen en ocasiones INTERESES CONTRAPUESTOS, y que de la lucha de esas clases emana la energía que mueve la rueda de la Historia humana.
En segundo lugar, el papel de la izquierda marxista ha sido denunciar el hecho de que la economía de tipo capitalista está fundamentada en LA EXPLOTACIÓN DEL HOMBRE POR EL HOMBRE, donde grandes masas de la población están sometidas a los designios de los propietarios (accionistas mayoritarios, etc) de los medios de producción social (el CAPITAL).
Y por último, el papel de esta misma izquierda fue el de presentar un modelo de liberación para las grandes masas explotadas: la SOCIALIZACIÓN DE LOS MEDIOS DE PRODUCCIÓN SOCIAL, es decir, la DEMOCRATIZACIÓN DE LA ECONOMÍA PRODUCTIVA, através del control por parte de las masas (directamente o através de sus representantes) de los resortes económicos del país, para ponerlos a trabajar EN BENEFICIO DE ESAS MISMAS MASAS de trabajadores, para llevar a cabo un REPARTO JUSTO de la riqueza emanada del trabajo entre TODOS aquellos que la hacen posible.
Esto es el odiado comunismo: la DEMOCRATIZACIÓN DE LA ECONOMÍA, es decir, la pesadilla del explotador.
¿Me pide un país en el que estas "igualdades" estén funcionando ya de un modo perfecto e "idílico" para darme la razón?
¿Por qué tendría que haberlo? ¿La aspiración a la justicia social queda desactivada si no tenemos un referente exterior? Según ese argumento absurdo, como en la época de la Revolución Americana no había aún democracias constitucionales, la Democracia Constitucional era imposible...
El SOCIALISMO es una aspiración liberadora, y por tanto ética y moral. Esa aspiración a la Libertad no puede desaparecer porque AÚN no haya podido ser realizada. Al contrario, esto nos espolea para redoblar nuestro esfuerzo para la consecución de un mundo más justo y através de la democratización de de la economía.