Venezuela: Lo que viene. x Guillermo Cieza
Aún gestionado desde las mejores intenciones, el viejo Estado es
impotente para enfrentar los desafíos planteados. Sin protagonismo popular la
batalla está perdida
Las caras de preocupación que mostraba el presidente Maduro y funcionarios
del alto gobierno bolivariano al conocerse el decreto de Obama que calificaba a
Venezuela como una “extraordinaria e inusual amenaza” contra la seguridad
interna de Estados Unidos, parecen haberse relajado
Hay datos positivos que avalan que los ánimos se hayan tranquilizados.
Después de una semana con pocas declaraciones (Ecuador, Bolivia), algunos
silencios sugestivos y algunas declaraciones francamente desgraciadas (Uruguay),
los cancilleres de UNASUR emitieron un buen documento que
reafirma la autodeterminación de los pueblos, la búsqueda de caminos
constitucionales para resolver los conflictos internos y, lo más importante,
pide la derogación del decreto injerencista.
El gobierno también puede sumar a su favor un fuerte apoyo de Rusia que se
sumó a sus ejercicios militares; una tibia posición de China, pero que
proviniendo de la primera economía mundial tiene su peso; una posición de
respaldo de los no alineados y una buena reunión de Petrocaribe. La posición de
la Unión Europea podía haber sido peor. Si bien ha manifiesta su preocupación
por la situación interna de Venezuela, decide no plegarse a las medidas
sancionatorias. Demasiado caro le ha salido acompañar a EEUU en sus sanciones a
Rusia.
Frente a la Cumbre de las Américas a realizarse en Panamá en abril, el
panorama que enfrenta EEUU es sombrío. Su iniciativa sobre un posible
descongelamiento del bloqueo a Cuba no ha tenido los resultados esperados. EEUU
estará un poco más aislada que en la última cumbre.
En el plano interno el dato mas saliente ha sido la respuesta del pueblo
venezolano a la agresión imperialista. Hay un repudio masivo que se expresa en
el aumento de la movilización donde volvió a aparecer el chavismo duro, los más
pobres, los no institucionalizados; en el creciente alistamiento en las milicias
populares; y en algunas encuestas que indican que el 92% de la población rechaza
una invasión extranjera.
Frente a este panorama la oposición ha quedado acorralada, sin política,
entrampada en la sospecha cada vez más extendida de que más que una fuerza de
oposición con un proyecto para el país, son una oficina de intereses
extranjeros. Han perdido las calles y se han quedado sin argumentos en el debate
callejero. Además de sifrinos y oligarcas, son traidores a la Patria.
Todas estas buenas noticias no deberían avalar el triunfalismo.
El dato objetivo es que EEUU ha dado el primer paso, ha construido un marco
jurídico para justificar una intervención directa.
EEUU es un imperio en decadencia pero que retrocede agresivamente. El
gobierno de Obama es un gobierno débil, un pata quebrada, y esta en juego cómo
se quiere despedir el pseudoprogresismo demócrata del gobierno. Eso lo hace
sumamente imprevisible. En estas dos debilidades anida la peligrosidad de EEUU y
la gravedad del decreto de Obama.
Caracterizado ese asunto, comparto la opinión de los que piensan que no habrá
una invasión directa en los próximos meses. Hay condiciones que todavía no están
dadas en el interior de EEUU, y en el país elegido como blanco.
Lo más probable es que se siga profundizando la estrategia de desgaste a
partir de la guerra económica, donde el imperio y sus aliados se han anotado
triunfos generando molestias en la población e incentivando las acciones
paramilitares donde se combinan actos terroristas con la promoción de la
delincuencia común.
Un diputado de la oposición manifestó en la última sesión de la Asamblea
Nacional que prefería una esclavitud, pero tranquila. Ese es el objetivo a
lograr en la conciencia de la sociedad venezolana. Que una parte importante de
su población este dispuesta a cambiar soberanía por anaqueles llenos y menos
inseguridad. Hoy están lejos de alcanzar ese objetivo, pero seguirán trabajando
en esa dirección.
El chavismo ha cerrado filas frente a la amenaza, pero la unidad necesaria no
debe evitar la reflexión autocrítica. Aún gestionado desde las mejores
intenciones, el viejo Estado es impotente para enfrentar los desafíos
planteados. Sin protagonismo popular la batalla está perdida.
Como ocurrió con el golpe de 2002, los cimbronazos de la derecha y el imperio
contribuyen a volver a las fuentes del chavismo, y a plantear las grandes
disyuntivas. El pueblo vuelve a convocarse para enfrentar al imperio. El
presidente Maduro, tan subestimado como Chávez, ha dado muestras de su valentía
y su lucidez política.
La gravedad del momento exige mantener abiertos todos los canales de
participación y protagonismo popular para que la potencialidad del pueblo pueda
expresarse en toda su magnitud.
La revolución bolivariana será protagonizada por el pueblo o no será.
La Haine
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