Después de las Marchas de la Dignidad: Huelga Integral
"La mayor amenaza es la austeridad sin fin, el bienestar convertido en lujo de pocos, la indignidad y la precariedad impuestas a mayorías cada vez más grandes, la corrupción como modo normal de hacer política, la financiarización de la vida, la democracia transformada en un espantajo vacío agitado por las cotizaciones de la Bolsa para intimidar a los ciudadanos que todavía no se resignaron"
(Boaventura de Sousa Santos)
La dictadura de la Troika ha de ser derrocada por la fuerza de la ciudadanía. Ningún otro camino nos conducirá a la liberación que necesitamos en torno a las políticas salvajes de austeridad. Las descaradas mentiras del Gobierno ya no se sostienen. Sólo desde una respuesta clara, tajante y contundente de la inmensa mayoría social se podrá desalojar de las Instituciones a toda esta indecente ralea. Hay tantas cosas que rechazar que la lista es interminable: las leyes mordaza y represoras, el TTIP, los recortes sociales, las privatizaciones de servicios públicos, y una asqueante degradación de la política con cientos de casos de corrupción, que son el pan diario de este capitalismo salvaje. Hace pocos días tuvo lugar la segunda edición de las llamadas "Marchas de la Dignidad", con cientos de miles de personas manifestándose en el corazón de la capital de España, llegadas de todos los puntos de nuestra geografía. El lema de tales marchas da idea, por sí mismo, de la tremenda precariedad que sufrimos en nuestras vidas: "Pan, techo, trabajo y dignidad".(Boaventura de Sousa Santos)
Está muy claro que el Gobierno nos vende humo, un humo denso para que no seamos capaces de ver la cruda realidad, para que se nublen nuestros ojos, y no podamos ver que se profundizan diariamente los perversos efectos de todas las contrarreformas antisociales que este indecente Gobierno lleva planteando desde su llegada al poder. Con un descarado servilismo hacia los poderes económicos y hacia las antidemocráticas instituciones europeas, que profesan todas ellas el mismo ideario neoliberal, las cartas están echadas, y se consuma el ataque a todas las líneas de flotación del Estado del Bienestar, hundiendo prácticamente todos los colchones que podían proporcionar una vida mínimamente digna. Se reducen las prestaciones por desempleo, se desmantelan progresivamente la sanidad y la educación públicas a base de sucesivas oleadas de recortes, y se inhabilitan presupuestariamente sistemas como la dependencia, dejando en la estacada a miles de familias con personas dependientes a su cargo. La tasa de paro se vuelve insoportable, cerca de 3 millones de personas carecen totalmente de ingresos, los "empleos" que se crean son precarios, se fomenta la pobreza laboral, social y energética, se carga sobre las espaldas de los abuelos el mantenimiento de familias completas, con sus famélicas pensiones, y el paro juvenil continúa empujando al exilio laboral a miles de personas.
Por su parte, la corrupción y las "irregularidades" fiscales roban de nuestro erario público el equivalente a un 5% del PIB, pero se ha alcanzado ya tal nivel de descaro y desvergüenza que los argumentos para justificar la corrupción son cada vez más lamentables. Aumentan los millonarios, el beneficio de los bancos y de las empresas del IBEX-35, el número de grandes fortunas, y por el otro extremo, el rostro de la pobreza se vuelve cada vez más hondo y amargo. El hedor de los restos de este régimen abyecto surgido de la Constitución de 1978, que tanto se empeñan en defender, crece cada día, inundándolo todo. Esto es lo que denuncian las marchas, apostando por el impago de la deuda, por la defensa de los servicios públicos, por el trabajo digno, por el derecho a la vivienda, por la renta básica, por el derecho a decidir de los pueblos, por la derogación de todas las contrarreformas neoliberales, contra la represión ciudadana a la que instan la ley mordaza y el nuevo código penal, contra el Tratado de Libre Comercio entre Europa y Estados Unidos (TTIP), que traerá más paro, pobreza, precariedad y tiranía empresarial, y en contra de la OTAN y de las guerras.
Bien, y después de estas Marchas de la Dignidad, celebradas con gran éxito, de forma pacífica y mayoritaria, y donde la ciudadanía está dejando muy claros sus mensajes, ¿qué hemos de hacer? Pues la propia organización ya ha previsto algunos actos más para este mismo año, pero el más destacable, en mi opinión, y al que le vamos a prestar atención en el presente artículo, es una Huelga Integral, programada para finales del mes de octubre, algún tiempo antes de las previsibles Elecciones Generales, que se celebrarán antes de finales de año. Pensamos que el panorama está ya lo suficientemente caldeado como para plantear una iniciativa de este tipo, habida cuenta del convencimiento en torno a la fuerza de la ciudadanía, que como afirmábamos al principio, es la mejor baza para derrotar un sistema como el que desgraciadamente padecemos. Pero, ¿en qué consiste esta Huelga Integral que se plantea? Pues en un paro general, masivo y transversal, manifestado en los siguientes cuatro ejes:
1.- Huelga Laboral. Se trata de la huelga al estilo clásico que conocemos, es decir, la huelga típica de los trabajadores/as de las empresas, pero emplazamos esta vez a que sea llevada a cabo de forma masiva, valiente, total, de todos los sectores laborales, precarios o estables, con o sin convenio, escapando de los indecentes chantajes que los empresarios realizan a los trabajadores/as que deciden apoyar la huelga, y no ir a trabajar. No caigamos en las trampas del famoso "derecho al trabajo", porque los que defienden este derecho en un día de huelga suelen alinearse con las directrices y objetivos de los patronos el resto de los días del año.
2.- Huelga Social. El resto de las manifestaciones de la huelga integral que proponemos escapa al mundo interno de los centros de trabajo, para manifestarse también en todos los aspectos diarios, típicos y convencionales de nuestra vida cotidiana. Esta vertiente tiene que ver con la cancelación de todas nuestras actividades y compromisos sociales que tuviéramos para ese día, así como en la inhibición de las normales y rutinarias actividades diarias. Por ejemplo, no llevar a nuestros hijos/as al colegio, no comprar lo que teníamos previsto en los centros comerciales, no acudir a nuestros centros de recreo o actividades, a nuestros clubs o peñas, a nuestros gimnasios o centros culturales, es decir, no acudir a ninguna actividad social.
3.- Huelga Ciudadana. La huelga ciudadana complementa a la social, en el sentido de renunciar, en el día de la convocatoria, a todas nuestras posibles obligaciones de participación ciudadana que tuviésemos planteadas. Desde no comprar el periódico, pasando por no reciclar nuestros residuos, no participar en ningún Consejo directivo, ciudadano, vecinal, político o asociativo que tuviésemos convocado, cancelar reuniones de comunidades de vecinos, participación en procesos electorales, en reuniones cívicas o políticas, en consejos empresariales, en participaciones en juicios o jurados, etc. De este modo, la paralización de todas nuestras obligaciones ciudadanas debe ser completa y total.
4.- Huelga de Consumo. Por último, la huelga de consumo completará el círculo sobre la inhibición de todas nuestras actividades, que en este caso, supondrán la renuncia a cualquier actividad que suponga un consumo de energía. Electricidad, agua y gas serían los ejes fundamentales, pero también lo extrapolamos al consumo comercial en tiendas, centros comerciales, comercios mayoristas y minoristas, completando una jornada que de verdad suponga pérdidas multimillonarias para el sistema, y por tanto, que pueda dar auténtico miedo a las élites políticas, mediáticas, sociales y económicas que nos gobiernan. No usar los transportes públicos ni privados, no encender la radio ni la televisión, no comprar periódicos, no navegar por Internet, no comunicarnos por las redes sociales, no adquirir ningún bien o producto ni contratar ningún servicio, redundarán en un auténtico caos de comportamiento cívico y social, que es justo el efecto que persigue esta faceta de huelga de consumo.
La Huelga Integral, por tanto, nace como una necesidad lógica, encadenada y motivada, razonada y entendida como el resultado de un proceso de acumulación de fuerzas de toda la ciudadanía que está sufriendo las consecuencias de esta crisis-estafa. Por tanto, rompemos el esquema clásico donde una huelga sectorial o general es convocada sólo por determinadas organizaciones sindicales, sino que ahora el planteamiento se plasma y resulta en una convocatoria integral, donde también convocan a la Huelga todas las organizaciones políticas y todas las plataformas, asociaciones y movimientos sociales que quieran acabar con la presente realidad social. Se trata por tanto de provocar la radiografía de un país completa y absolutamente paralizado. Y lo queremos hacer para octubre. Ánimo. Sí se puede. Hacemos un llamamiento al fomento de esta Huelga Integral, y ojalá que la ciudadanía contribuya en masa a crear este nuevo hito social, que reivindicará de forma potente el nuevo cambio político y social que necesitamos.
Blog del autor: http://rafaelsilva.over-blog.
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