El libro más provocador e importante de Naomi Klein,
NAOMI KLEIN: " LA CULPA DEL DESASTRE NO ES DEL DIÓXIDO DE CARBONO SINO DEL CAPITALISMO"
“Esto lo cambia todo: El capitalismo contra el clima” es el libro más provocador, importante y personal hasta la fecha de Naomi Klein, autora de dos grandes best sellers internacionales como "La doctrina del shock", "El auge del capitalismo del desastre" y"No logo: El poder de las marcas".
La revista New Yorker ha dicho de Naomi Klein que es «la figura más visible e influyente de la izquierda estadounidense, a la que es actualmente lo que Howard Zinn yNoam Chomsky treinta años atrás», y Rachel Maddow escribió a propósito de La doctrina del shock que es «el único libro publicado en los últimos años en Estados Unidos que yo calificaría de lectura obligatoria».
Con "Esto lo cambia todo”, Klein nos ofrece una brillante explicación de por qué la crisis climática es una señal de alarma que nos insta a cambiar el sistema económico que está fallando en múltiples frentes.
Olviden todo lo que saben sobre el calentamiento global. La verdad, aunque sea realmente incómoda, es que la culpa no la tiene el dióxido de carbono: la culpa es del capitalismo.
Pero hay otra verdad, mucho más constructiva y fácil de asumir: podemos aprovechar
la actual crisis existencial para transformar nuestro fallido sistema económico y construir algo radicalmente mejor. Klein pone así al descubierto los mitos que enturbian el debate sobre el clima. Nos han dicho que el mercado nos salvará, cuando, en realidad, la adicción al lucro y al crecimiento nos está hundiendo un poco más en nuestra propia trampa cada día. Nos han dicho que es imposible dejar de usar combustibles fósiles cuando, en realidad, ya sabemos perfectamente cómo hacerlo.Basta con que infrinjamos todas las reglas del «libre mercado».
La autora pone al descubierto en estas páginas la desesperación ideológica que impulsa a los negacionistas del cambio climático, los delirios mesiánicos de los geoingenieros - o, mejor dicho, de quienes aspiran a serlo - y el trágico derrotismo de tantas y tantas iniciativas del movimiento ecologista convencional. Y muestra precisamente por qué dejar la crisis en manos del mercado no ha solucionado el problema - ni puede solucionarlo - sino que servirá justamente para lo contrario, pues empeorará las cosas al dar rienda suelta a iniciativas y métodos de extracción de energía cada vez más sucios y dañinos desde el punto de vista ecológico, los cuales irán acompañados, además, de una galopante extensión del capitalismo del desastre.
También nos han asegurado que la humanidad es demasiado codiciosa y egoísta como para estar a la altura de semejante reto. Lo cierto es que, en todo el mundo, la lucha por el triunfo de la economía que viene y en contra del extractivismo irresponsable está cosechando ya éxitos tan sorprendentes como inspiradores.
Klein escribe: «Nuestros sistemas económico y planetario están actualmente en guerra. O, para ser más precisos, nuestra economía está en guerra con múltiples formas de vida sobre la Tierra, incluida la humana. Lo que el clima necesita para evitar la debacle es una contracción en el consumo de recursos por parte de la humanidad; lo que nuestro modelo económico exige, sin embargo, es eludir esa debacle por medio de una expansión sin cortapisas.
Solo uno de esos dos conjuntos opuestos de reglas puede cambiarse y, desde luego, no es el de las leyes de la naturaleza». «La batalla ya se está librando y, ahora mismo, el capitalismo la está ganando con holgura. La gana cada vez que se usa la necesidad de crecimiento económico como excusa para aplazar una vez más la muy necesaria acción contra el cambio climático, o para romper los compromisos de reducción de emisiones que ya se habían alcanzado».
El cambio climático constituye —según Klein— una señal de alarma, un poderoso mensaje que nos llega a través de un lenguaje de incendios, inundaciones, temporales y sequías. Para atender esta señal no tendremos suficiente ya con cambiar las bombillas de nuestras casas o nuestros lugares de trabajo. Ahora es preciso cambiar el mundo antes de que el mundo cambie tan drásticamente que nadie esté a salvo. En definitiva, o somos nosotros quienes adoptamos cambios radicales, o nuestro mundo físico nos impondrá los suyos.
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