La escenificación
de la cuerda de presos aún no ha terminado. Quedan tres, Forn, Rull y Turull,
que serán trasladados el próximo miércoles en la conducción de presos al
Noreste, cuya escala de distribución es Zaragoza. Aquí hacen todos parada y
fonda y de aquí se distribuyen a distintos destinos, unos a Soria o más al
interior, otros por Aragón y otros siguen camino a Barcelona. La escala cabe la
Virgen del Pilar, matrona de España, como Santiago es su patrón, no es una
sutil forma de humillación a los presos separatistas, sino un protocolo
administrativo penitenciario. Bastante humillación e injusticia es que estén
presas gentes inocentes por maniobras políticas insostenibles.
Con el
acercamiento de los presos políticos, Sánchez se aplicaba la sabiduría de
Maquiavelo en los discursos sobre la primera década de Tito Livio en
elegantísima traducción de Ana Martínez Arancón: "una república o un
príncipe debe aparentar que hace liberalmente aquello a que le obliga la
necesidad". Debe aparentar, sin duda, para actuar con la virtú maquiavélica;
pero no siempre lo consigue. Ahora, por ejemplo, no. El traslado de los presos
era un deber de carácter jurídico, moral. Incluso era una exigencia política
pues sitúa a la Generalitat ante una triste realidad: su autoridad es delegada
y no soberana ni originaria, ya que se ve obligada a custodiar a unos líderes
independentistas cuya liberación reclama.
Pero a más a más,
héteme aquí que estos hirsutos pictos vuelven a alzarse actualizando la
declaración de independencia del 9N de 2015, anulada a toda prisa por el
Tribunal Constitucional por unanimidad. ¿Y cuál es la reacción del gobierno de
la izquierda dialogante? Enviar el asunto ipso facto al mismo Tribunal
Constitucional para que aplique el antecedente. Se recordarán con melancolía
las reiteradas declaraciones de Pedro Sánchez diciendo que la judicialización
del procés había sido el error del PP y lo que correspondía era entenderlo como
un asunto político y darle una solución política. Justo lo mismo que hace él en
su primera decisión: derivar el asunto a la vía judicial.
Bueno, judicial
exactamente, no. Los tres órganos que intervienen en la impugnación de marras
son políticos: el gobierno, por ser gobierno; el Consejo de Estado por ser un
conciliábulo de estantiguas; y el Tribunal Constitucional por ser un mentidero
de amigos de este gobierno y el pasado. Con estos medios cabe declarar
contrario a la Constitución el Antiguo Testamento. Tampoco hubiera sido mejor
el resultado si se produjera una "judicialización" reala, pues los
jueces españoles son todavía peores, más parciales y esquinados que los
políticos que les dan las órdenes.
La portavoz y
ministra de Educación, Celáa, justifica la impugnación aseverando que no obsta
para que el gobierno continúe superdispuesto al
diálogo político. Pero partiendo del principio de que el derecho de
autodeterminación no existe porque no lo reconoce nadie en ninguna
Constitución. Y menos que nadie, añadimos nosotros para su solaz, aquellos
países que se independizaron sin esperar a que nadie les reconociera el derecho
de autodeterminación y llegaron a grandes potencias, como los Estados Unidos.
Sin despreciar las decenas de países que son hoy Estados independientes, como
la India, en ejercicio de un derecho de autodeterminación que nadie les
reconocía y menos que nadie, la metrópoli colonial que, por supuesto, estaría
de acuerdo con la ministra Celáa en que el derecho de autodeterminación no
existe.
Tiene usted razón,
ministra, a ese derecho de autodeterminación le ocurre lo que a todo en la
vida: que no existe hasta que existe. ¿Y quién lo hace existir? La voluntad de
la gente. En este caso, la voluntad de 2.060.000 votos independentistas en
Cataluña, equivalentes al 47,8% del electorado, que no es poco. Probablemente
sean ya más como reacción a la absurda actitud del nacionalismo español
empeñado en sostener que el independentismo es minoritario y el no
independentismo mayoritario pero negándose a permitir un referéndum que
aclararía está cuestión de una vez por todas.
Porque de no
reconocerse el derecho de autodeterminación y no admitirse referéndum alguno,
el carácter político del diálogo anunciado con alharacas para el lunes
consistirá exactamente ¿en qué? La ministra Celáa no ha sabido o querido
especificar los temas que tratará Sánchez en su próxima conversación con Torra.
Probablemente no hay temario preparado, fuera de cuestiones relativas a
infraestructuras, transferencias, financiación... los 45 puntos de Puigdemont.
Pero es difícil sostener que estos asuntos sean "políticos". Al menos
no en el sentido de definir una situación de normalidad, exactamente aquello
que anhela el gobierno central y no podrá conseguir mientras haya presos
políticos y no se negocie un referéndum para ejercitar ese derecho que no
existe.
Etiquetas: Autodeterminación., Cataluña.
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