El precio de la Transición
El Economista
Los materiales publicados con las confesiones de Corinna Zu Wittgentein solamente han podido sorprender a los extremadamente ingenuos o a los extremadamente cínicos. El llamado Rey emérito no es peor que la oligarquía económica, política y mediática que constituida como un doble Estado de cañerías insalubres, tramas de todo tipo, uso mafioso de las instituciones y apropiación del erario público, mudó de piel política para seguir haciendo lo que hizo durante la dictadura: robar, corromper y pervertir los grandes principios políticos, éticos y del Derecho.Ya va siendo hora de asumir que el pícaro designado por el dictador Francisco Franco como sucesor a título de Rey fue, y lo es su sucesor dinástico, la clave del arco que sustentaba y sustenta el edificio corrupto de la segunda Restauración borbónica.
Desde hace mucho tiempo vengo afirmando que el sistema político de nuestro país puede ser definido como una no dictadura en la medida en que hay elecciones, instituciones surgidas de las mismas y un ejercicio de libertades, eso sí, cada vez más intervenido política, judicial y mediáticamente. Pero la Democracia como sinónimo de transparencia, participación más allá de lo electoral, ética pública, control cívico, igualdad jurídica e imperio de la Ley, todavía no se ha implantado en España. Para realizar esta afirmación me atengo a la memoria histórica basada en lo ocurrido entre 1977 y nuestros días.
Que Juan Carlos I borboneó, se entregó a actividades lucrativas irregulares y opacas o jugó frívolamente en operaciones políticas sinuosas de alto riesgo, fue posible porque los gobiernos de turno se lo permitieron, los medios de comunicación ocultaron y/o velaron muchos hechos, y los poderes económicos mostraron su adhesión a uno de los suyos que lucía corona. Sin olvidar tampoco los silencios judiciales. Cuando las oligarquías de toda índole entendieron que ya no les servía, forzaron su abdicación en junio de 2014. A cambio lo aforaron y no permitieron la rendición de cuentas. Corinna ha aireado las facturas y los albaranes olvidados pero sabidos por todos. Que cuide su salud.
La Transición está en el origen de esta degradación, en absoluto desconocida u oculta. Y es que hoy, en 2018, la cuestión sigue siendo la misma que en 1975 cuando murió el dictador, la ruptura democrática con el régimen de excepción ética, moral y de funcionamiento público, sigue siendo una necesaria asignatura a aprobar. La ciudadanía tiene la palabra.
Julio Anguita. Colectivo Prometeo
Fuente: El Economista
Desde hace mucho tiempo vengo afirmando que el sistema político de nuestro país puede ser definido como una no dictadura en la medida en que hay elecciones, instituciones surgidas de las mismas y un ejercicio de libertades, eso sí, cada vez más intervenido política, judicial y mediáticamente. Pero la Democracia como sinónimo de transparencia, participación más allá de lo electoral, ética pública, control cívico, igualdad jurídica e imperio de la Ley, todavía no se ha implantado en España. Para realizar esta afirmación me atengo a la memoria histórica basada en lo ocurrido entre 1977 y nuestros días.
Que Juan Carlos I borboneó, se entregó a actividades lucrativas irregulares y opacas o jugó frívolamente en operaciones políticas sinuosas de alto riesgo, fue posible porque los gobiernos de turno se lo permitieron, los medios de comunicación ocultaron y/o velaron muchos hechos, y los poderes económicos mostraron su adhesión a uno de los suyos que lucía corona. Sin olvidar tampoco los silencios judiciales. Cuando las oligarquías de toda índole entendieron que ya no les servía, forzaron su abdicación en junio de 2014. A cambio lo aforaron y no permitieron la rendición de cuentas. Corinna ha aireado las facturas y los albaranes olvidados pero sabidos por todos. Que cuide su salud.
La Transición está en el origen de esta degradación, en absoluto desconocida u oculta. Y es que hoy, en 2018, la cuestión sigue siendo la misma que en 1975 cuando murió el dictador, la ruptura democrática con el régimen de excepción ética, moral y de funcionamiento público, sigue siendo una necesaria asignatura a aprobar. La ciudadanía tiene la palabra.
Julio Anguita. Colectivo Prometeo
Fuente: El Economista
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