¿Qué distensión?
El País vuelve al
periodismo interpretativo, si no directamente fantástico. Da por sentada una "distensión con Madrid" que
solo existe en la colectiva cabeza de su redacción. Y ese ente de razón abre
"fisuras en el independentismo". El País lleva años
abriendo fisuras en el independentismo; años tratando de sembrar la desunión en
el bloque independentista. Con los flacos resultados que se ven.
En el fondo, esa
división entre "inmovilistas y pragmáticos" (tan inventada como la de
la distensión) pretende introducir la consabida fisura entre la dirección
política del movimiento y su base popular. Un llamamiento a un hipotético
sector más autonomista del movimiento para que, obtenidas
algunas ventajas cuantificables, se separe de aquel y, por fin, se rompa la
temible unidad. Es el recurso a la puta y la Ramoneta que tanto se denigra en
el independentismo. Los estrategas del gobierno central siguen yendo muy por
detrás de los hechos y sin comprenderlos.
No hay
sectores autonomistas en el bloque indepe. Están en otros
partidos. El independentismo se proclama "transversal" lo que, en
román paladino, quiere decir que los burgueses se han hecho independentistas
también y un apreciable sector del establishment cultural, empresarial,
eclesiástico, etc. ERC ha sido siempre republicana e independentista y la CUP
nació como un independentismo revolucionario y radicalmente democrático.
Transversal quiere decir transversal. Todas las clases y todos los
sectores.
Pero lo que
mantiene esta unidad es la presión popular. Eso es lo que los gobiernos
españoles no comprenden y se niegan a ver la revolución catalana como una
cuestión política. El PSOE en la oposición reprochaba al PP haber judicializado
el asunto y proponía un enfoque político. Una vez en el poder
ha seguido la vía judicial y llama enfoque político a una
negociación de carácter administrativo de políticas públicas, sin afectar el
marco general de legalidad/legitimidad del sistema, o sea, lo que el
independentismo cuestiona.
Sin embargo los
más de dos millones de ciudadanos que votaron bajo las porras el 1-O de 2017 y
volvieron a hacerlo en las elecciones impuestas el 21 de diciembre del mismo
año quieren seguir adelante con lo que votaron. Quieren implementar la
independencia en forma de República. El presidente Torra tiene ese mandato y a
cumplirlo va a Madrid mañana. De no conseguirse nada el gobierno está sobre
aviso de que se seguirá adelante con la Declaración de Independencia del 9N de
2015 y la actualización de la legislación.
Tan sobre aviso
está que ya tiene preparado el recurso de inconstitucionalidad pertinente. Lo
mismo que hizo en parecida circunstancia el PP. Seguro que obtiene el mismo
resultado: el Tribunal Constitucional anulará por unanimidad la resolución del
Parlament resucitando el 9N de 2015. Un bucle. De seguir las cosas así, el
actual govern puede ir a hacer compañía al anterior. Es obvio que esta no es la
solución.
En un arranque de
realismo, El País reconoce que los dos puntales del
independentismo son los presos políticos (él los llama políticos presos,
vamos, como Zaplana) y el peso de la Generalitat. Pero no sabe interpretarlo.
Tanto el factor simbólico, pero muy real, de los presos políticos, como el muy
real pero también muy simbólico de la Generalitat, dependen de la movilización
social a través de la desobediencia pacífica. Una sociedad movilizada que se ve
agredida día a día por bandas fascistas contra las que las instituciones
españolas apenas actúan con el poco disimulado deseo de que haya violencia en
Catalunya que justifique una intervención gubernativa. Es una revolución
democrática de nuevo tipo que no se puede detener con los procedimientos al uso
del poder.
La prueba será el
resultado de la entrevista de mañana: ambos gobiernos acordarán seguir
trabajando en las tarea administrativas de la parva política y la Generalitat
continuará implementando sus planes republicanos e independentistas por su
cuenta. En qué momento esos dos polos, gobierno central y govern volverán
a chocar, dependerá del alcance y profundidad de las medidas del govern y la
correlación de las fuerzas políticas del resto del Estado. Ese nuevo choque
volverá a poner en cuestión la crisis constitucional que vive España y no se
alcanza otra solución que el reiteradamente pedido referéndum pactado de
autodeterminación.
Etiquetas: Cataluña., República Catalana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario