SUSANA ALBARRÁN
A estas horas del 1 de julio se elige presidente en la República de los Estados Unidos Mexicanos. Andrés Manuel López Obrador, del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), quien se presenta por tercera ocasión, domina en las encuestas. Aunque las esperanzas de un cambio están cerca, sobrevuela siempre la vuelta de un nuevo fraude, la misma alquimia que en las otras ocasiones hizo perder a López Obrador estando tan cerca también en intención de voto.
Esta vez acuden a las urnas 89 millones de mexicanos para renovar más de 3.400 cargos; aparte del de presidente del país, el de diputados y senadores, ocho gobernadores y sus diputados locales, 1.600 alcaldes y el jefe del Gobierno de Ciudad de México con sus 16 alcaldías.
Lo que ha ensombrecido el actual proceso electoral que comenzó en el pasado mes de septiembre ha sido la violencia explícitamente política. Durante sus respectivas campañas, 133 políticos y políticas, además de 50 familiares suyos, han sido víctimas mortales en atentados de acuerdo al sexto Informe de violencia política en México 2018 , de la consultora Etellekt.
Cuarenta y ocho de las personas asesinadas eran candidatas o precandidatas a cargos de elección popular, el resto eran a alcaldes, exalcaldes, militantes, dirigentes de partidos, diputados, sindicalistas y alguna periodista que acompañaba la comitiva de su candidata. Las muertes, según dice el informe, se produjeron en municipios de gran importancia en términos de padrón electoral y de población en Estados históricamente conflictivos como Chihuahua, Guerrero, Oaxaca o Puebla.
Si se compara con las elecciones de hace seis años (las elecciones en México son sexenales), durante el mismo periodo, del 1 de septiembre de 2012 al 1 de julio de 2012, se registraron nueve políticos y un solo candidato asesinados.
Sin embargo, a contracorriente, millones de personas están llamadas a movilizarse contra cualquier posibilidad de fraude electoral. Múltiples organizaciones y colectivos de los más diversos sectores se organizan desde hace meses para evitar resultados espurios que recuerden las épocas más siniestras del priísmo.
Se presenta una oportunidad tan oscura como esperanzadora después de un sexenio entre penoso y escandaloso de Enrique Peña Nieto, en el que no faltaron el aumento de cifras de muertes violentas, feminicidios y desapariciones forzadas, los escándalos de corrupción y las dolorosas cifras de la pobreza para 62 millones de sus habitantes, a la vez del aumento de las desigualdades múltiples.
Con todo ello, ya será un éxito que la votación de hoy sea masiva y se disipen así los fantasmas de la abstención, el fraude y el desencanto.
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