10 apuntes de urgencia sobre la nueva campaña golpista de la prensa española contra el Gobierno venezolano
Por Pedro Antonio Honrubia Hurtado.
1 La desinformación que la prensa española hace sobre lo que ocurre
en Venezuela solo puede ser calificada como apoyo descarado y abierto al
fascismo. Sí, al fascismo. Porque no de otra manera se puede calificar a
quien intenta alcanzar por la fuerza, mediante un golpe de estado, lo
que no es capaz de ganar mediante las urnas y los apoyos del pueblo. Y
eso es justamente lo que han hecho en reiteradas ocasiones aquellos
sujetos, como Leopoldo López o Antonio Ledezma, que esta prensa presenta
ahora como “mártires de la libertad”.
2 Pero es fácil hacer pasar algo así por justo lo contrario -defensa de la democracia y la libertad- cuando ya previamente tienes condicionada acrítica e irracionalmente a la mayor parte de la población. Basta con pronunciar algunas de las palabras mágicas como “Maduro”, “chavismo”, “régimen venezolano”, “dictadura chavista”, o lo que sea del estilo, para que, cual perrito de Paulov, o cual persona hipnotizada a la que inducen al trance con pronunciar la palabra “clave”, las reacciones emocionales de tipo negativo se desencadenen, y todas esas ideas sean contempladas, repetidas mil veces, como verdades absolutas. Pero la historia reciente y presente de América Latina nos dice a las claras quiénes son los verdaderos dictadores, quiénes los verdaderos criminales fascistas.
3 Los fascistas, organizados bajo la denominada operación “Cóndor”, que sembraron de terror, muertes, asesinatos, desapariciones y torturas América Latina durante los 70 y los 80 del siglo pasado, educados en la escuela de las Américas, financiados y apoyados por los EEUU, justificaban todas aquellas atrocidades, entre las que se incluían hacer desparecer personas tirando sus cuerpos al Océano desde un helicóptero militar y muchas otras más del estilo, en nombre de una supuesta lucha contra el comunismo, y al opositor demócrata que se negaba a someterse ante tales tiranías fascistas, aquel al que asesinaron por decenas de miles de las formas más viles y brutales, lo calificaban de “subversivo”, y con eso ya dejaba de ser persona con derechos para ser un nadie, una mierda. Anulaban así su humanidad y, con ello, toda posibilidad de que otras muchos millones de personas pudieran empatizar con ellos y su sufrimiento, así como con el dolor de sus familiares y amigos.
4 Esos regímenes fascistas destruyeron casi dos generaciones enteras de militantes y activistas de izquierdas en la región y dejaron una huella psicológica, asociada al dolor, al terror y al sinsentido más absoluto, que todavía hoy no se ha podido borrar, consciente o inconscientemente, de la mente de millones de personas. Dos generaciones de luchadores y luchadoras que fueron extirpados de la forma más cruel como si de un cáncer social se trataran, pues así eran vistos y definidos, textualmente, por los dictadores de la época.
5 Y no solo las dictaduras fascistas, países supuestamente democráticos, como la propia Venezuela, entonces en el periodo de la Cuarta República, utilizaban exactamente las mismas tácticas para enfrentar a los “subversivos” y/o para hacer frente a las protestas populares que se alzaban contra las consecuencias de las políticas neoliberales en esos lugares. Con el “Caracazo” entre dos mil y tres mil personas perdieron la vida, asesinadas a tiros por el ejército y la policía venezolana, con la complicidad directa de gente como Antonio Ledezma, entonces responsable de la Policía Metropolitana que participó en la ejecuciones sumarísimas al pueblo yahora presentado por la prensa como un “demócrata de toda la vida”, luchador por la libertad, los derechos humanos y contra la “dictadura” de Maduro. Pero lo cierto es que en aquellos tiempos, a diferencia de lo que ocurre hoy, tiempos del pacto de punto fijo y de señores como Ledezma al mando de las diferentes fuerzas represivas del estado, tiempos ade aplicación de políticas neoliberales terribles, a la disidencia se la exterminaba sin miramientos y al pueblo, cuando desde su desesperación salía a las calles a tomar o exigir mediante la lucha lo que se les estaba negando (comida, dignidad, derechos sociales y laborales, educación, sanidad, cultura, etc.), se le mandaba al ejército y a la policía a matarlos como a perros, por cientos, por miles, y en apenas unas horas. Para que, además, aquellos que sobrevivieran a semejantes barbaries tomaran ejemplo y escarmentaran, para que se lo pensarán dos veces antes de volver a la calle.
6 Por eso mismo duele tanto cuando ahora uno ve que estos medios españoles que se dicen supuestamente libres, independientes y democráticos, vuelven de nuevo a reproducir, aunque con diferentes formas, toda aquel esquema maniqueo de corte fascista que era propio de aquellos años sangrientos y terroríficos de los 80 y los 90, tratando ahora de hacer pasar por “golpistas” y “dictadores” a quienes ejercen el poder legitimados por la fuerza de las urnas en decenas de procesos electorales totalmente limpios y democráticos, y, en cambio, quieren hacer pasar por “opositores demócratas”, “luchadores por la libertad”, a aquellos dirigentes políticos que han actuado, y actúan, organizando, impulsando, respaldando, dando cobertura ideológica y apoyo social, ejerciendo elllos mismos como ejecutores, intentos de golpe de estado contra aquellos primeros elegidos por el pueblo. Para esta prensa, los que salen de la fuerza de las urnas son “dictadores” y los que tratan de tumbar al gobierno por medio del golpe de estado, impulsando “guarimbas” que dejan a su paso decenas de muertos, o planes de ataques militares contra el Presidente de la República y diversas instituciones representativas de la voluntad popular, son “demócratas”. El mismo esquema que aplicaban las dictaduras de los 80 pero a la inversa, porque ahora los que están en el poder no son ellos.
7 Leopoldo Sánchez o Antonio Ledezma son golpistas. Sí, señores y señoras abducidos por la propaganda de la prensa del capital, GOLPISTAS. El uno diseñó y ejecutó la conocida, llamada así por ellos mismos, comooperación “La Salida”, que pretendía sacar al gobierno de Maduro por la fuerza del golpe partiendo desde el uso de la violencia descontrolada y sistemática en las calles. Aquella operación, como el propio Leopoldo Sánchez dijera en pleno estallido de la violencia, con las calles ardiendo por las “guarimbas”, solo acabaría cuando “el gobierno caiga”. Ledezma, además de ser parte importante, como también el propio Leopoldo López -que incluso se mostraría “orgulloso” de ello un par de años después-, del intento de golpe de estado derrocado por el pueblo en abril de 2002, se encontraba ahora entre los organizadores del último plan golpista diseñado contra el gobierno legítimo y constitucional de Maduro, que incluía, entre otras cosas, asesinar al Presidente y bombardear diversos edificios públicos vinculados a las instituciones de la República bolivariana. Ledezma era uno de los impulsores de un documento, conocido y hecho público desde páginas de la propia oposición golpista, que definía un plan de “transición” para Venezuela, y que debía empezar a ser ejecutado después de que las operaciones militares hicieran su trabajo y dejaran al país en el caos político e institucional. No hablamos de votar, sino de matar. No hablamos de elecciones, sino de violencia. No, estos señores no son demócratas, son golpistas que deben pagar por ello, y no como ocurrió en el golpe de estado de 2002 que prácticamente todos se fueron de rositas.
8 Venezuela debe ser el único ejemplo en toda la historia del mundo de un estado que sufre un intento de golpe de estado, que el propio pueblo, con ayuda de algunas unidades leales al ex Presidente Chávez, se encargó de revertir, que, pese a ello, y pese a que apenas ninguno de los responsables políticos y militares de aquella intentona fue condenado y encarcelado por su implicación en la misma, debe permitir que aquellos mismos vuelvan periódicamente a intentar por vía del golpe de estado lo que no han logrado ganar en 17 años en las urnas, y que no pueda hacer nada para defenderse de tales golpistas, simplemente callar y dejar hacer. Pues no, señores, cualquier estado del mundo, cualquiera, tendría presos a gente como Leopoldo López o Antonio Ledezma y otros muchos más, si hicieran en ese estado lo que estos señores intentan hacer y han hecho en Venezuela. Y la mayoría de los estados no serían tan benevolentes, en algunos incluso estarían ya con ropa naranja a la espera de ser ejecutados por golpistas.
9 Claro que si tenemos en cuenta que abril de 2002 la primera medida del gobierno de facto, encabezado por el señor Pedro Carmona (prófugo de la justicia desde entonces que vive exiliado a todo lujo entre Colombia y los EEUU), fue suprimir con un decreto de apenas un par de hojas toda la democracia venezolana y sus instituciones, dejando sin valor la constitución que había sido votada y apoyada de forma masiva por el pueblo apenas unos años antes, disolviendo la Asamblea Nacional (parlamento), el Poder Judicial, y el resto de poderes públicos reconocidos por aquella constitución -aún hoy vigente-, mientras que la lectura de semejante atrocidad golpista, que dejaba al país en un limbo jurídico e institucional de corte claramente Pinochetista, sin instituciones democráticas representativas, ni división de poderes, ni diputados electos, ni órganos de ningún tipo capaces de ejercer la más mínima capacidad de control para garantizar los derechos de las personas a no sufrir abusos del estado, y aquello se recibía mientras estaba siendo leído, entre las élites presentes en el Palacio de Miraflores en esos momentos, al grito de “Democracia”, “Democracia”, todo se entiende mejor. Para ellos, como para nuestra prensa, la democracia no es un régimen político, sino un estatus de poder. Sin mandan ellos, aunque sea por la fuerza, aunque sea anulando cualquier rasgo que permita hablar de la existencia de una democracia en el país, es democracia. Si no gobiernan ellos, si gobiernan los “subversivos”, aunque sea con el apoyo reiterado del pueblo, aunque exista una Constitución de las más avanzadas del mundo en cuestión de derechos de todo tipo -y hasta sea posible la revocación de cargos a mitad de mandato-, aunque los opositores se puedan presentar a las elecciones y ganarlas (como ocurre en muchas ciudades y en muchas regiones del país), aunque haya una estructura institucional que salga directamente de la voluntad del pueblo, es dictadura. Porque, volvemos a insistir, los subversivos son un cáncer para la sociedad y hay que extirparlo, sea de la manera que sea. Ese era el esquema ideológico-propagandístico que funcionaba en los años 70 y 80 del siglo pasado, y ese ese, exactamente, el esquema ideológico-propagandístico que sigue funcionando hoy y que nuestra prensa reproduce a diario sin que parezca generar el menor escándalo entre la ciudadanía actual.
10 Pero el gobierno legítimo de Venezuela no está solo. Cuenta con el apoyo de la mayor parte del pueblo venezolano. También con el apoyo diplomático y político de un nutrido grupo de países en todo el mundo, y también, por supuesto, cuenta con el apoyo de millones y millones de personas que, sin ser venezolanos, conocemos suficiente la historia, pasada y actual, como para no dejarnos engañar por la propaganda ideológica del golpismo fascista, y que, en la medida de nuestras posibilidades, vamos, además, a hacer todo lo posible para seguir denunciando sin cesar al golpismo y a toda la prensa lacaya que se ha puesto al servicio de ese golpismo y contra la democracia en Venezuela.
INFORMACION COMPLEMENTARIA
2 Pero es fácil hacer pasar algo así por justo lo contrario -defensa de la democracia y la libertad- cuando ya previamente tienes condicionada acrítica e irracionalmente a la mayor parte de la población. Basta con pronunciar algunas de las palabras mágicas como “Maduro”, “chavismo”, “régimen venezolano”, “dictadura chavista”, o lo que sea del estilo, para que, cual perrito de Paulov, o cual persona hipnotizada a la que inducen al trance con pronunciar la palabra “clave”, las reacciones emocionales de tipo negativo se desencadenen, y todas esas ideas sean contempladas, repetidas mil veces, como verdades absolutas. Pero la historia reciente y presente de América Latina nos dice a las claras quiénes son los verdaderos dictadores, quiénes los verdaderos criminales fascistas.
3 Los fascistas, organizados bajo la denominada operación “Cóndor”, que sembraron de terror, muertes, asesinatos, desapariciones y torturas América Latina durante los 70 y los 80 del siglo pasado, educados en la escuela de las Américas, financiados y apoyados por los EEUU, justificaban todas aquellas atrocidades, entre las que se incluían hacer desparecer personas tirando sus cuerpos al Océano desde un helicóptero militar y muchas otras más del estilo, en nombre de una supuesta lucha contra el comunismo, y al opositor demócrata que se negaba a someterse ante tales tiranías fascistas, aquel al que asesinaron por decenas de miles de las formas más viles y brutales, lo calificaban de “subversivo”, y con eso ya dejaba de ser persona con derechos para ser un nadie, una mierda. Anulaban así su humanidad y, con ello, toda posibilidad de que otras muchos millones de personas pudieran empatizar con ellos y su sufrimiento, así como con el dolor de sus familiares y amigos.
4 Esos regímenes fascistas destruyeron casi dos generaciones enteras de militantes y activistas de izquierdas en la región y dejaron una huella psicológica, asociada al dolor, al terror y al sinsentido más absoluto, que todavía hoy no se ha podido borrar, consciente o inconscientemente, de la mente de millones de personas. Dos generaciones de luchadores y luchadoras que fueron extirpados de la forma más cruel como si de un cáncer social se trataran, pues así eran vistos y definidos, textualmente, por los dictadores de la época.
5 Y no solo las dictaduras fascistas, países supuestamente democráticos, como la propia Venezuela, entonces en el periodo de la Cuarta República, utilizaban exactamente las mismas tácticas para enfrentar a los “subversivos” y/o para hacer frente a las protestas populares que se alzaban contra las consecuencias de las políticas neoliberales en esos lugares. Con el “Caracazo” entre dos mil y tres mil personas perdieron la vida, asesinadas a tiros por el ejército y la policía venezolana, con la complicidad directa de gente como Antonio Ledezma, entonces responsable de la Policía Metropolitana que participó en la ejecuciones sumarísimas al pueblo yahora presentado por la prensa como un “demócrata de toda la vida”, luchador por la libertad, los derechos humanos y contra la “dictadura” de Maduro. Pero lo cierto es que en aquellos tiempos, a diferencia de lo que ocurre hoy, tiempos del pacto de punto fijo y de señores como Ledezma al mando de las diferentes fuerzas represivas del estado, tiempos ade aplicación de políticas neoliberales terribles, a la disidencia se la exterminaba sin miramientos y al pueblo, cuando desde su desesperación salía a las calles a tomar o exigir mediante la lucha lo que se les estaba negando (comida, dignidad, derechos sociales y laborales, educación, sanidad, cultura, etc.), se le mandaba al ejército y a la policía a matarlos como a perros, por cientos, por miles, y en apenas unas horas. Para que, además, aquellos que sobrevivieran a semejantes barbaries tomaran ejemplo y escarmentaran, para que se lo pensarán dos veces antes de volver a la calle.
6 Por eso mismo duele tanto cuando ahora uno ve que estos medios españoles que se dicen supuestamente libres, independientes y democráticos, vuelven de nuevo a reproducir, aunque con diferentes formas, toda aquel esquema maniqueo de corte fascista que era propio de aquellos años sangrientos y terroríficos de los 80 y los 90, tratando ahora de hacer pasar por “golpistas” y “dictadores” a quienes ejercen el poder legitimados por la fuerza de las urnas en decenas de procesos electorales totalmente limpios y democráticos, y, en cambio, quieren hacer pasar por “opositores demócratas”, “luchadores por la libertad”, a aquellos dirigentes políticos que han actuado, y actúan, organizando, impulsando, respaldando, dando cobertura ideológica y apoyo social, ejerciendo elllos mismos como ejecutores, intentos de golpe de estado contra aquellos primeros elegidos por el pueblo. Para esta prensa, los que salen de la fuerza de las urnas son “dictadores” y los que tratan de tumbar al gobierno por medio del golpe de estado, impulsando “guarimbas” que dejan a su paso decenas de muertos, o planes de ataques militares contra el Presidente de la República y diversas instituciones representativas de la voluntad popular, son “demócratas”. El mismo esquema que aplicaban las dictaduras de los 80 pero a la inversa, porque ahora los que están en el poder no son ellos.
7 Leopoldo Sánchez o Antonio Ledezma son golpistas. Sí, señores y señoras abducidos por la propaganda de la prensa del capital, GOLPISTAS. El uno diseñó y ejecutó la conocida, llamada así por ellos mismos, comooperación “La Salida”, que pretendía sacar al gobierno de Maduro por la fuerza del golpe partiendo desde el uso de la violencia descontrolada y sistemática en las calles. Aquella operación, como el propio Leopoldo Sánchez dijera en pleno estallido de la violencia, con las calles ardiendo por las “guarimbas”, solo acabaría cuando “el gobierno caiga”. Ledezma, además de ser parte importante, como también el propio Leopoldo López -que incluso se mostraría “orgulloso” de ello un par de años después-, del intento de golpe de estado derrocado por el pueblo en abril de 2002, se encontraba ahora entre los organizadores del último plan golpista diseñado contra el gobierno legítimo y constitucional de Maduro, que incluía, entre otras cosas, asesinar al Presidente y bombardear diversos edificios públicos vinculados a las instituciones de la República bolivariana. Ledezma era uno de los impulsores de un documento, conocido y hecho público desde páginas de la propia oposición golpista, que definía un plan de “transición” para Venezuela, y que debía empezar a ser ejecutado después de que las operaciones militares hicieran su trabajo y dejaran al país en el caos político e institucional. No hablamos de votar, sino de matar. No hablamos de elecciones, sino de violencia. No, estos señores no son demócratas, son golpistas que deben pagar por ello, y no como ocurrió en el golpe de estado de 2002 que prácticamente todos se fueron de rositas.
8 Venezuela debe ser el único ejemplo en toda la historia del mundo de un estado que sufre un intento de golpe de estado, que el propio pueblo, con ayuda de algunas unidades leales al ex Presidente Chávez, se encargó de revertir, que, pese a ello, y pese a que apenas ninguno de los responsables políticos y militares de aquella intentona fue condenado y encarcelado por su implicación en la misma, debe permitir que aquellos mismos vuelvan periódicamente a intentar por vía del golpe de estado lo que no han logrado ganar en 17 años en las urnas, y que no pueda hacer nada para defenderse de tales golpistas, simplemente callar y dejar hacer. Pues no, señores, cualquier estado del mundo, cualquiera, tendría presos a gente como Leopoldo López o Antonio Ledezma y otros muchos más, si hicieran en ese estado lo que estos señores intentan hacer y han hecho en Venezuela. Y la mayoría de los estados no serían tan benevolentes, en algunos incluso estarían ya con ropa naranja a la espera de ser ejecutados por golpistas.
9 Claro que si tenemos en cuenta que abril de 2002 la primera medida del gobierno de facto, encabezado por el señor Pedro Carmona (prófugo de la justicia desde entonces que vive exiliado a todo lujo entre Colombia y los EEUU), fue suprimir con un decreto de apenas un par de hojas toda la democracia venezolana y sus instituciones, dejando sin valor la constitución que había sido votada y apoyada de forma masiva por el pueblo apenas unos años antes, disolviendo la Asamblea Nacional (parlamento), el Poder Judicial, y el resto de poderes públicos reconocidos por aquella constitución -aún hoy vigente-, mientras que la lectura de semejante atrocidad golpista, que dejaba al país en un limbo jurídico e institucional de corte claramente Pinochetista, sin instituciones democráticas representativas, ni división de poderes, ni diputados electos, ni órganos de ningún tipo capaces de ejercer la más mínima capacidad de control para garantizar los derechos de las personas a no sufrir abusos del estado, y aquello se recibía mientras estaba siendo leído, entre las élites presentes en el Palacio de Miraflores en esos momentos, al grito de “Democracia”, “Democracia”, todo se entiende mejor. Para ellos, como para nuestra prensa, la democracia no es un régimen político, sino un estatus de poder. Sin mandan ellos, aunque sea por la fuerza, aunque sea anulando cualquier rasgo que permita hablar de la existencia de una democracia en el país, es democracia. Si no gobiernan ellos, si gobiernan los “subversivos”, aunque sea con el apoyo reiterado del pueblo, aunque exista una Constitución de las más avanzadas del mundo en cuestión de derechos de todo tipo -y hasta sea posible la revocación de cargos a mitad de mandato-, aunque los opositores se puedan presentar a las elecciones y ganarlas (como ocurre en muchas ciudades y en muchas regiones del país), aunque haya una estructura institucional que salga directamente de la voluntad del pueblo, es dictadura. Porque, volvemos a insistir, los subversivos son un cáncer para la sociedad y hay que extirparlo, sea de la manera que sea. Ese era el esquema ideológico-propagandístico que funcionaba en los años 70 y 80 del siglo pasado, y ese ese, exactamente, el esquema ideológico-propagandístico que sigue funcionando hoy y que nuestra prensa reproduce a diario sin que parezca generar el menor escándalo entre la ciudadanía actual.
10 Pero el gobierno legítimo de Venezuela no está solo. Cuenta con el apoyo de la mayor parte del pueblo venezolano. También con el apoyo diplomático y político de un nutrido grupo de países en todo el mundo, y también, por supuesto, cuenta con el apoyo de millones y millones de personas que, sin ser venezolanos, conocemos suficiente la historia, pasada y actual, como para no dejarnos engañar por la propaganda ideológica del golpismo fascista, y que, en la medida de nuestras posibilidades, vamos, además, a hacer todo lo posible para seguir denunciando sin cesar al golpismo y a toda la prensa lacaya que se ha puesto al servicio de ese golpismo y contra la democracia en Venezuela.
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