Catar, la extensión del sector de los mercenarios al campo diplomático. René Naba. Madaniya
Traducido del francés para Rebelión por Susana Merino |
Reservado hasta
ahora al territorio deportivo, Catar ha hecho extensivo el sector de los
mercenarios al campo diplomático, gangrenando una de las más ilustres
instituciones internacionales: el Consejo de Derechos Humanos, según
informaciones recogidas por www.madaniya.info
en Ginebra, con oportunidad de un coloquio sobre “Medios y terrorismo”
organizado por “Global Network Research and Development (GNRD)”, una ONG
noruega.
Catar ha sido sede de esa institución durante dos mandatos, aunque de modo discontinuo, y el último finalizó en 2014. Y puesto que parece haber tomado el gusto a la función diplomática el nuevo emir de Catar el príncipe Tamim, tan elogiado por la prensa internacional por su modernismo cuando asumió sus funciones en junio de 2013, ha querido prolongar su placer.
Igual que con Paris Saint Germain (PSGFC, club parisino de fútbol) y sobre todo como con la copa de fútbol de 2022, como con su equipo nacional de Handbol, el creso de Catar ha hurgado en la caja…y la fortuna le ha ofrecido un Estado africano sin plata… pero sobre una bandeja de plata. No se cambian las costumbres que han dado buen resultado.
El Consejo de Derechos Humanos un órgano intergubernamental del sistema de las Naciones Unidas, integrado por 47 estados que tienen la responsabilidad de fortalecer la promoción y la protección de los derechos humanos en todo el planeta. “Todas las víctimas de violaciones de los derechos humanos deberían tener la posibilidad de dirigirse al Consejo de los Derechos Humanos como a un foro o un trampolín para la acción” (Ban Ki-moon, secretario de las Naciones Unidas, 12 de marzo de 2007, en la apertura de la 4ª sesión del Consejo de los Derechos Humanos).
El reglamento interno de esta importante instancia prohíbe a todo estado que haya cumplido dos mandatos sucesivos de tres años –es decir un total de seis años- postularse para un tercer mandato. Catar ha querido realizar una innovación jurídica creando una situación de miembro permanente en una instancia internacional dependiente de la ONU… y por extensión del territorio de los mercenarios y correlativamente al territorio de la corrupción.
A menos que los dirigentes de esta augusta instancia hayan querido premiar a un país que se distinguió por su trato humanitario a los trabajadores inmigrados de la obra del Mundial, o recompensarle por haber secuestrado a un equipo de encuestadores nepaleses que habían llegado a Catar para investigar la suerte corrida por sus compatriotas, o mejor aún concederle un premio al valor por su papel desintegrador de los países árabes (Libia, Siria), con oportunidad de la llamada “Primavera Árabe” (2011-2014) o por su papel desestabilizador en el terreno francés de Mali, a través de Ansar Eddine o tal vez por haber ordenado la cancelación arbitraria de la nacionalidad de 5.250 ciudadanos cataríes, sin aparentes motivos para esa decisión: una decisión que pareció una medida de castigo colectivo a la tribu “Al Ghofrane”, cuyo nombre en árabe paradójicamente significa perdón, miembro de la confederación tribal “Al Mari”. La inhabilitación de la nacionalidad catarí ha provocado ipso facto una inhabilitación humana de la tribu, lo que le ha significado la pérdida de empleos, de viviendas, privación de salarios y la prohibición de acceder al cuidado de la salud y a la educación y como frutilla del postre la prohibición de contraer matrimonio por carecer de documentos de identidad.
La condición de los trabajadores extranjeros, ¿es negrero Qatar?
Amnistía Internacional publicó en 2014 un informe sobre las espantosas condiciones de trabajo en que se desempeñan muchos extranjeros en el emirato, especialmente por las condiciones de vida de los obreros de las construcciones de la Copa del Mundo de fútbol de 2022, en las que ya han muerto unos 1.000 trabajadores. La organización nepalesa “Proissy” asegura por su parte que “más de 400 obreros de la construcción han muerto en las obras de la Copa del Mundo en Catar” que debería celebrarse en 2022.
El informe publicado el 17 de febrero de 2014 sobre el sitio de internet “Al Rai Al Yom”, el nuevo sitio del antiguo director de Al Qods al Arabi, Abdel Bari Atwane, expresa que los nepaleses representan el 20% de los trabajadores inmigrantes que trabajan en las obras de Qatar (Leer en árabe: http://www.raialyoum.com/?p=53211)
¿Senilidad precoz? ¿Gangrena moral exacerbada? La venerable institución responsable de velar de los derechos humanos no ha juzgado oportuno opinar…ni sobre este “mercenarismo” diplomático de una nueva especie ni sobre la arbitraria caducidad de la nacionalidad de más de 5.000 cataríes, ni sobre las condiciones de los trabajadores inmigrantes en Catar. Tampoco Francia “la Patria de los Derechos Humanos” ni EE.UU., la punta de lanza de las “grandes democracias occidentales”
Así mueren las grandes democracias… por las propias infracciones de sus grandes principios
Fuente: http://www.madaniya.info/2015/02/19/qatar-extension-du-domaine-du-mercenariat-au-champ-diplomatique/
Catar ha sido sede de esa institución durante dos mandatos, aunque de modo discontinuo, y el último finalizó en 2014. Y puesto que parece haber tomado el gusto a la función diplomática el nuevo emir de Catar el príncipe Tamim, tan elogiado por la prensa internacional por su modernismo cuando asumió sus funciones en junio de 2013, ha querido prolongar su placer.
Igual que con Paris Saint Germain (PSGFC, club parisino de fútbol) y sobre todo como con la copa de fútbol de 2022, como con su equipo nacional de Handbol, el creso de Catar ha hurgado en la caja…y la fortuna le ha ofrecido un Estado africano sin plata… pero sobre una bandeja de plata. No se cambian las costumbres que han dado buen resultado.
El Consejo de Derechos Humanos un órgano intergubernamental del sistema de las Naciones Unidas, integrado por 47 estados que tienen la responsabilidad de fortalecer la promoción y la protección de los derechos humanos en todo el planeta. “Todas las víctimas de violaciones de los derechos humanos deberían tener la posibilidad de dirigirse al Consejo de los Derechos Humanos como a un foro o un trampolín para la acción” (Ban Ki-moon, secretario de las Naciones Unidas, 12 de marzo de 2007, en la apertura de la 4ª sesión del Consejo de los Derechos Humanos).
El reglamento interno de esta importante instancia prohíbe a todo estado que haya cumplido dos mandatos sucesivos de tres años –es decir un total de seis años- postularse para un tercer mandato. Catar ha querido realizar una innovación jurídica creando una situación de miembro permanente en una instancia internacional dependiente de la ONU… y por extensión del territorio de los mercenarios y correlativamente al territorio de la corrupción.
A menos que los dirigentes de esta augusta instancia hayan querido premiar a un país que se distinguió por su trato humanitario a los trabajadores inmigrados de la obra del Mundial, o recompensarle por haber secuestrado a un equipo de encuestadores nepaleses que habían llegado a Catar para investigar la suerte corrida por sus compatriotas, o mejor aún concederle un premio al valor por su papel desintegrador de los países árabes (Libia, Siria), con oportunidad de la llamada “Primavera Árabe” (2011-2014) o por su papel desestabilizador en el terreno francés de Mali, a través de Ansar Eddine o tal vez por haber ordenado la cancelación arbitraria de la nacionalidad de 5.250 ciudadanos cataríes, sin aparentes motivos para esa decisión: una decisión que pareció una medida de castigo colectivo a la tribu “Al Ghofrane”, cuyo nombre en árabe paradójicamente significa perdón, miembro de la confederación tribal “Al Mari”. La inhabilitación de la nacionalidad catarí ha provocado ipso facto una inhabilitación humana de la tribu, lo que le ha significado la pérdida de empleos, de viviendas, privación de salarios y la prohibición de acceder al cuidado de la salud y a la educación y como frutilla del postre la prohibición de contraer matrimonio por carecer de documentos de identidad.
La condición de los trabajadores extranjeros, ¿es negrero Qatar?
Amnistía Internacional publicó en 2014 un informe sobre las espantosas condiciones de trabajo en que se desempeñan muchos extranjeros en el emirato, especialmente por las condiciones de vida de los obreros de las construcciones de la Copa del Mundo de fútbol de 2022, en las que ya han muerto unos 1.000 trabajadores. La organización nepalesa “Proissy” asegura por su parte que “más de 400 obreros de la construcción han muerto en las obras de la Copa del Mundo en Catar” que debería celebrarse en 2022.
El informe publicado el 17 de febrero de 2014 sobre el sitio de internet “Al Rai Al Yom”, el nuevo sitio del antiguo director de Al Qods al Arabi, Abdel Bari Atwane, expresa que los nepaleses representan el 20% de los trabajadores inmigrantes que trabajan en las obras de Qatar (Leer en árabe: http://www.raialyoum.com/?p=53211)
¿Senilidad precoz? ¿Gangrena moral exacerbada? La venerable institución responsable de velar de los derechos humanos no ha juzgado oportuno opinar…ni sobre este “mercenarismo” diplomático de una nueva especie ni sobre la arbitraria caducidad de la nacionalidad de más de 5.000 cataríes, ni sobre las condiciones de los trabajadores inmigrantes en Catar. Tampoco Francia “la Patria de los Derechos Humanos” ni EE.UU., la punta de lanza de las “grandes democracias occidentales”
Así mueren las grandes democracias… por las propias infracciones de sus grandes principios
Fuente: http://www.madaniya.info/2015/02/19/qatar-extension-du-domaine-du-mercenariat-au-champ-diplomatique/
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