lunes, 23 de febrero de 2015

Grecia. La semántica de una pompa de jabón.


Grecia. La semántica de una pompa de jabón. Lyns Pardinus
Grecia y el Eurogrupo han llegado a un acuerdo. ¿Quién ha ganado y quién ha perdido? Tsipras acaba de salir en televisión diciendo que han ganado ellos. El ministro de Finanzas alemán dice que han ganado ellos. ¿Quién tiene razón? Pues a pesar de los bien intencionados y de quienes creen aún en los Reyes Magos y en las hadas (por aquello de que se puede lograr un cambio social y económico a través de las elecciones) quien ha ganado ha sido el Eurogrupo y quien ha perdido ha sido Syriza. La función histórica de la socialdemocracia es hacer el juego sucio al capitalismo. Syriza puede decir lo que quiera, pero la realidad es la que es y la verdad es la que es, la diga Agamenón o su porquero.
Cuando los dos dicen que han ganado los dos se están remitiendo a la semántica. En el acuerdo firmado, a cuyo texto se agarra como a un clavo ardiendo Tsipras, hay dos cuestiones semánticas que hacen mantener la ilusión de que Syriza ha ganado: no aparece la palabra “troika” –que ha sido sustituida por “instituciones”- y el “programa actual” en el que se exigía a Grecia continuar con las privatizaciones ha sido sustituido por “arreglo actual”. Buscadlo por ahí. Esto es lo que está vendiendo Syriza entre su gente.
Os dije aquí que Syriza no es otra costa que Keynes en estado puro y que no iba a plantear ninguna cuestión que ofendiese al capitalismo; también os dije aquí que todo lo que se ha dicho de las elecciones en Grecia y de las propuestas de Syriza iban a durar lo mismo que una pompa de jabón, que es bonita cuando se hace pero que rápidamente explota. Pues ahora Syriza vuelve a hacer pompas de jabón envueltas en la semántica para que parezca que así van a durar un poquito más. Pero una pompa de jabón sigue siendo una pompa de jabón.
La realidad es que Syriza ha cedido en todo. El acuerdo de Bruselas para ampliar el programa de la UE para Grecia significa una derrota humillante para el gobierno de Syriza. La imposición alemana defendiendo intransigentemente los intereses mezquinos de la oligarquía financiera prevaleció y da testimonio de la imposibilidad de un giro social dentro de las estructuras de poder de la UE. Tomad nota de este punto, crucial, del acuerdo:
"Las autoridades griegas se comprometen a abstenerse de cualquier desmantelamiento de medidas o cambios unilaterales en las políticas y reformas estructurales que podrían afectar negativamente a los objetivos fiscales, la recuperación económica o la estabilidad financiera, según la evaluación de las instituciones".
A ver, chicos y chicas de Syriza y quienes les apoyáis, chicos y chicas ¿dónde está el triunfo si es la UE quien tiene que dar el permiso para hacer o deshacer?
Hay que reconocer a Syriza su postura audaz frente a la oligarquía europea, especialmente la alemana, pero ante la resistencia lógica de la oligarquía en vez de continuar empujando ha cedido sin pudor. Grecia no ha jugado la única baza fuerte que tiene, la salida del euro porque eso no está en la esencia de la coalición de fuerzas que es Syriza donde el componente socialdemócrata es mayoritario. En la coyuntura actual griega, esta baza hubiese tenido, sin duda alguna, un respaldo masivo de la población pero eso es, precisamente, lo que a asustado a Syriza.
Syriza ha tratado de mantener la ilusión de que basta con votar para que las cosas cambien (que tomen nota los de Podemos) y otra vez, como tenía que haber quedado claro tras el golpe de estado contra Salvador Allende en Chile, queda patente que no hay posibilidad alguna de tránsito pacífico hacia el socialismo si es que era el socialismo por lo que apuesta Syriza. No se puede mantener el equilibrio entre dejar la austeridad y permanecer en el euro.
Sólo cuando la gente comience a entender que el lenguaje de la fuerza es el único que entiende la oligarquía, dado que es el que ella utiliza, será posible avanzar. En el acuerdo entre Grecia y el Eurogrupo se han dado cuatro meses para llegar al acuerdo final. En este tiempo Syriza va a hacer una impresionante obra de ingeniería para convencer a sus votantes de que es el único camino posible. Es decir, Syriza va a hacer todo lo posible para que no haya una radicalización del pueblo griego que, aunque muy pequeña, ya se comenzó a ver en las elecciones con el ascenso tanto del KKE como de Antarsya (ver otra vez aquí).
La actitud de Syriza tiene un antecedente en Islandia, donde todo ha vuelto a la normalidad. También el pueblo se rebeló, también el pueblo creyó a la socialdemocracia abandonando la presión en las calles al calor de promesas como aceptar las demandas populares, etc. Los impedimentos institucionales no se hicieron esperar. Y como se juega en terreno del adversario, con árbitro del adversario y con las reglas del adversario, todo se perdió. Razón de Estado, lo llaman. Islandia es hoy lo mismo que era hace cuatro años, solo que con un rostro más “humano” del capitalismo. Quienes creyeron en la pompa de jabón se convirtieron en la presa que evitaba que el movimiento popular se desbordase del cauce que las “instituciones” marcaban. Hoy ya no queda nada de protesta en Islandia.
La diferencia es que en Grecia sí hay una izquierda que pelea, incluso con alguna ramificación en Syriza. Pero las moquetas del poder son cómodas y una vez que se pisan ya cuesta mucho volver a pisar el rudo asfalto. Que se lo digan a los de Izquierda Unida, por ejemplo. Syriza va a aceptar el acuerdo y su programa “de izquierda radical” quedará en el papel aunque haya alguna cuestión meramente técnica o social, como la ayuda a los más pobres o la readmisión de unas trabajadoras muy luchadoras. La gente volverá a sentirse frustrada y las fuerzas derechistas se consolidarán de nuevo, bien alrededor de la derecha tradicional o de los neofascistas. Francia y Noruega son un ejemplo evidente, además de la propia Grecia.
Por el momento, Syriza ya ha reprimido su primera manifestación. Un grupo de 300 personas se personó en el centro de detención para extranjeros de Amygdaleza coreando consignas de solidaridad y exigiendo al gobierno que cumpla con su compromiso de cerrar este tipo de centros. Como dice este periódico, muy cercano a Syriza, “la policía hizo un uso limitado de productos químicos y de la porra”. Pues qué bien.
Pero voy a ser un poco optimista y a pensar que se ha perdido una batalla, pero no la guerra. Voy a pensar que en estos cuatro meses Syriza va a ir más allá de la semántica para justificar sus pasos dado que las condiciones exactas de Europa para su programa de hambre aún están por definirse. Voy a pensar que Syriza es consciente de la enorme cantidad de apoyo que tiene, que no va a capitular y que tiene algún otro plan que no sea la UE.
Voy a pensar que, a pesar de Zizek, Syriza no quiere jugar sino construir una nueva sociedad.
Y dos cosas finales. A) Zizek, tan locuaz en muchas ocasiones, ahora está sorprendentemente callado. B) Podemos debe estar que no le llega la camisa al cuerpo viendo lo rápido que se está diluyendo su referente político.
Blog del autor: http://elterritoriodellince.blogspot.com.es/

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