Sí a la toma del palacio de invierno (Primera parte). x Borroka garaia da!
“El
reformismo es una manera que la burguesía tiene de engañar a los
obreros, que seguirán siendo esclavos asalariados mientras subsista el
dominio del capital"
“El reformismo es una manera que la burguesía tiene de engañar a
los obreros, que seguirán siendo esclavos asalariados, pese a algunas
mejoras aisladas, mientras subsista el dominio del capital. (…) Cuanto
mayor es la influencia de los reformistas en los obreros, tanto menos
fuerza tienen éstos, tanto más dependen de la burguesía y tanto más
fácil le es a esta última anular con diversas artimañas el efecto de las
reformas.”
V. I. Lenin
Hoy leyendo un artículo el el diario Gara me ha parecido adentrarme en la máquina del tiempo y aparecer en Berlín en 1850, horas antes de que naciera Eduard Bernstein. Le hubiera dejado una nota para que la leyera cuando fuera mayor. Diría algo así: “No te lo vas a creer pero en el 2015 todo lo que dices va estar de moda en la izquierda, y no solo eso, va a ser tratado como si fuera una novedad innovadora de una izquierda que necesita reinventarse”.
“El socialismo se logrará a través de una lucha prolongada, tenaz, avanzando lentamente de posición a posición lo que producirá una especie de evolución del capitalismo la aparición de la democracia y los logros de beneficios sindicales que esa aparición hace posible significa que el proletariado tendría cada vez más derechos a defender y por lo tanto, menos razones para una insurrección. Todo lo anterior ha revolucionado completamente las condiciones de la lucha del proletariado. Los métodos de 1848 (la referencia es al Manifiesto Comunista) son obsoletos en todo sentido” .
Esto lo dijo Eduard, el padre del reformismo y la socialdemocracia hace eones, antes incluso de muchas triunfantes revoluciones socialistas. Y no es nada diferente a lo mismo que se nos viene contando una y otra vez hoy en día. Pese a que la historia una y otra vez ha desestimado todas estas tesis y la socialdemocracia no haya tomado ningún palacio de invierno ni conseguido absolutamente nada, nada más que asentar el capitalismo mediante su gradualismo y la confianza en las instituciones burguesas. La historia está ahí y no se puede fintar.
El caso es que se repiten una serie de mantras una y otra vez y creo que va siendo necesario como mínimo echarles un vistazo.
Los mantras que se repiten son estos:
- “Lo que hace años eran reformas burguesas al haberse perdido retomarlas es revolucionario”
– “Lo reformista tiene estrategia, lo revolucionario carece de ella”
- “No se puede hacer otra cosa porque estamos fatal y la sociedad esta desideologizada”
– “Las instituciones burguesas acomplejan a los revolucionarios”
– “La izquierda latinoamericana ha conseguido alternativas y éxitos debido a su apuesta institucional”
– Y el matemático, el argumento que nunca falla y siempre siempre aparece en este tipo de textos. “La revolución no pasa, aquí y ahora, por la toma del palacio de invierno”.
Yo no se quien habrá sido el primero que dijo eso (aunque me gustaría saberlo), pero también me gustaría saber si realmente la legión de personas que lo aduce saben realmente qué diablos fue verdaderamente la famosa toma del palacio de invierno. Me imagino que piensan que fue algo así como una insurrección militar sangrienta que se llevó a todo por delante de un día a otro. Pero el caso fue que se descartó una ofensiva armada y se optó por una estrategia defensiva, apenas hubo nada de violencia, fue muy incruento. Quedó claro que una insurrección armada contra el Gobierno provisional por parte exclusivamente de los bolcheviques sería rechazada por las masas; se aprobó entonces la toma del poder pero siguiendo una estrategia defensiva, que consistía en asegurarse el traspaso del poder durante el II Congreso de los Sóviets a punto de celebrarse. Sería el Sóviet de Petrogrado el que tomase el poder y cualquier intento de resistencia del Gobierno se presentaría como un ataque contrarrevolucionario. Estaba todo el percal vendido ya. Fue la orden gubernamental de enviar parte de la guarnición lo que desató el estoque final. Y es que la famosa toma del palacio de invierno no fue cosa de un día. La revolución rusa, el hecho más influyente y decisivo del siglo XX, no fue la toma de un palacio de invierno. Sino un proceso social que duró años, con una cadena de crisis y sucesos de una estrategia revolucionaria extendida en el tiempo.
En cualquier caso, vayamos directamente al artículo de Iker Casanova porque creo que merece la pena tratarlo ya que sintetiza bastante bien en primera instancia el fatalismo bersnteiniano para luego ante la supuesta imposibilidad de cambios radicales vender tesis que lejos de una reinvención (necesaria) de la izquierda, la retrotrae varios siglos hacia atrás. Que teniendo en cuenta todo lo que ha caído desde entonces como mínimo es algo desalentador.
Si hoy un partido político europeo solicitara la nacionalización y el funcionamiento en régimen de monopolio público de las telecomunicaciones, la energía, las redes de transporte, así como del 50% de la banca y parte de la industria, su programa sería calificado de revolucionario radical y utópico y además chocaría con las normativas europeas que impedirían desarrollar tal propuesta en el seno de la UE. Pues bien, ese era el panorama de la economía en el Estado español hace 25 años
Y se podría añadir entonces que Franco era un socialista revolucionario porque mucho antes de esos 25 años tenía muchas más cosas en ese sentido. Pero claro, hay un pequeño detalle que no se suele comentar. Es un fetiche demandar “lo público”, o la banca pública, como si por ese titularidad pública per se, ya se resolvieran todos los problemas, y se dotara de una cualidad ética, operativa y de seguridad muy superior a lo privado. Ni que decir tiene que el máximo exponente público del sector bancario español, el Banco de España, por muy público que es, además de su función máxima de regulador bancario y financiero, ha dejado hacer, ha mirado para otro lado, en beneficio precisamente de la banca privada. Por ejemplo una “banca pública” operará siempre al compás de los intereses del grupo en el poder, que para eso es propietario el Estado, su Estado. El dictador Franco creó una red de bancos públicos sectoriales, desde luego se puede deducir que no con vocación de fortalecer los intereses populares, precisamente. Por lo tanto lo fundamental aquí como en casi todo es el sistema base donde se opera y que tentáculos tiene operativos el capital. Por eso lo revolucionario tanto hace 40 años, 25 y hoy mismo nunca puede ser simplemente lo público sino cambiar las bases del entramado donde está asentado.
La contrarrevolución liberal, el colapso del bloque socialista y la incapacidad de la izquierda occidental para reinventarse nos han llevado a esta situación. (…)
Aquí es donde está uno de los meollos de todo el asunto. Aunque precisamente no está. Se obvia. Y es que mucha izquierda occidental sí se reinventó hace décadas, vaya que sí lo hizo. Y eso fue precisamente uno de los motivos más importante de la situación en la que ahora nos encontramos.
La mayoría de los partidos comunistas se pasaron a la socialdemocracia, de la revolución se pasó al gradualismo, las tesis reformistas se hicieron hegemónicas en casi toda la izquierda. Se empezó a defender el estado del bienestar, a abandonar estrategias revolucionarias y a aceptar la institucionalidad burguesa. Se llegó a pensar en un capitalismo amable que a base de reformas mejoraría la situación de la clase trabajadora. En Europa fue conocido como eurocomunismo esta ola que ha llegado hasta el día de hoy. El eurocomunismo mano a mano con la socialdemocracia clásica es la mayor responsable de lo sucedido.
Porque del capital se puede esperar proceder pero esta izquierda hizo el resto. Por lo tanto volver a repetir los paradigmas de esa izquierda no puede mas que llevar a una situación similar que debido al contexto actual lo hace aún mas agravante. La inexistencia de estrategia revolucionaria hace que las reformas gradualistas sean parte de un proceso reformista y no reformas no reformistas de un proceso de ruptura con ninguna aspiración a asentarse en la gestión del capitalismo sino a erradicarlo. Este es uno de los dilemas al que se enfrenta la izquierda abertzale hoy en día. Que tendrá que plantear sin duda una estrategia de “toma del palacio de invierno” ( de ruptura radical) donde se puedan insertar pasos tácticos que alimenten esa vía o por el contrario sucumbir al tacticismo y hacer el camino que ya hicieron muchos otros con los resultados encima de la mesa.
( Continuará… ) El porqué la izquierda no puede ya retomar el reformismo ni aunque quiera como método de avance lo explicaba bastante bien nuestro querido amigo Petriko Barreno en un comentario en el blog:
El padre ideológico putativo de todos sus hijos, alemán y llamado Eduard Bernstein: “Los fines, los objetivos, no son nada. El movimiento es todo”. Es decir, según él, que para qué teorizar, descubrir, debatir, expresar dudas o realizar una crítica, para qué sometarla a la práctica y de esta otra vez a la teoría y vuelta a empezar , eso no es nada, según el tal Eduardo, lo verdaderamente importante era moverse, la práctica, la práctica, hay que ser pragmático, lo que quería decir es que a fin de cuentas hay que ser oportunista, como todo buen político, aprovechar aquí o allá o mas allá, conseguir cosas -lo que sea-, aunque puede que no signifiquen gran cosa al final pero eso da igual. ¿y del socialismo, pa’cuando?. “El mundo fue y sera una porquería ya lo se, en el quinientos seis y en el dos mil también “, cantaba el tango, entonces para que nos vamos a preocupar por cosas tan distantes, de inciertos futuribles, el socialismo a verlas venir, centrémonos en el pan de hoy, seamos prácticos, pues bien todo eso es el tema discursivo de aquel Eduardo. Quedaba muy clara la cosa, el orden reinaba en Berlín, en París o donde fuera, el capitalismo dormía tranquilo los socialdemócratas estaban en nómina, eran fables, diligentes, democráticos y muy prácticos.
Por cierto Rosa Luxemburgo le tenía un paquete enorme al tal Eduardo (y este a ella, porque tenía un pico que era una daga afilada), pero esto son cosas menores y sin importancia. Lo básico era responder a la pregunta que planteaba Rosa, ¿o reforma o revolución?. Y los socialdemócratas, respondieron, vaya que si respondieron, cuando llego el momento, eligieron no solo reforma, sino que se sumaron a la reacción, y mandaron a sus miembros militantes junto a las tropas proto-nazis de los freikorps a masacrar a los espartaquistas en las calles berlinesas en enero de 1919, y mas tarde mirar para otro lado cuando asesinan a Karl y a Rosa.
Cuando se habla de keynesianismo, (o en su defecto de neoliberalismo), se asocia a un conjunto de medidas gubernamentales de carácter económico, que en definitiva pareciera que se reduce a una “política económica” de un tipo o de otro, es decir como si tratara de un juego de elección. Un gobierno dado puede ser mas proclive a adoptar una política económica frente a otro que adoptara su contraria, vamos una especie de “teoría de la elección” sujeta a la “voluntad” particular de cada cual: así, hipotéticamente los socialdemócratas serán supuestamente keynesianos, y los liberales o los conservadores o de la derecha serán neoliberales. Pues bien, esto no es cierto. Los socialdemócratas europeos (o de la Conchinchina septentrional) llevan adoptando medidas neoliberales desde hace décadas, en la misma Europa del bienestar, sin despeinarse.
No existe “política económica” por fuera del capitalismo; el Estado cumple una función de sujección de las reglas para ese capitalismo opere en las mejores condiciones. Y toda política económica se ajusta a sus necesidades, no adopta una vía separada ni es autónoma a la evolución del capital, ¿Por qué se adopta el paquete neoliberal?. Porque así lo requiere el capital. Si se me permites, lo resume en tres grandes epígrafes que definen el neoliberalismo, que son: monetarismo, privatización y desregulación. Monetarismo, porque estamos en una etapa de pleftora de capitales que no pueden valorizarse en el proceso de producción, de ahí que se produce la financiarización, por lo tanto, sera la regulación (o su ausencia) monetaria una pieza fundamental y necesaria (tipos de cambios, emisión monetaria, tipo de interés, flujos financieros, mercados financieros, etc.); privatización, el capital busca incesantemente, nuevos espacios de ganancia, por eso hay que privatizar todo lo privatizable (y cuando hay pérdidas se socializa a través del Estado, convertido en deuda soberana); y desregulación, desmontar el Estado del bienestar pero también eliminar todo el intervencionismo estatal de la era anterior keynesiana, el capital no puede evolucionar con trabas y cautelas, debe sobrepasar sobre ellas, de aquí la lucha contra mercados protegidos o estatales, la OMC y la goblalización, el capital se ha expandido hasta el final de la tierra, redimensiona el espacio para buscar sustancia plusvalística, o ganancia de pirata, debe de ganar algo, porque el dinero, el dinero en sí mismo no vale nada, sino puede crecer y multiplicarse.
Bien, ese es el momento del capital, y en consecuencia es un auténtico brindis al sol, creer que se va a retornar al keynesianismo o a alguna versión similar de contención del capital. No lo va a hacer, el capital no es un tipo malo, gordo y cínico con sombrero de copa y fumándose un puro. El capital, es una fuerza ciega, objetiva, autista, irrefrenable, si no lo hace una fracción lo hace otra, tiene que satisfacer su valorización. No hay espacio posible para una vuelta al ayer, no hay billete de regreso a los cincuenta o sesenta europeos (a la supuesta “economóa social” alemana -Walter Eucken, etc.- o al hipotético “socialismo escandinavo”)
¿Y cómo es que dicen Krugman y tantos otros que otra Europa es posible, que hay alternativas?. De propaganda estamos envenenados, sepultados en toneladas de distracciones. Resulta que Estados Unidos o Japón y alguno más, han conseguido con menos éxito que publicidad sostener ligeros ritmos de actividad, pequeñas recuperaciones económicas, a base de inyectar en la economía ingentes cantidades de recursos líquidos, en condiciones superfabulosas, dinero regalado a interés casi cero y en plan barra libre. Pues bien, esta tesis, que se supone que es “keynesiana” para ello, es decir sostener una expansión monetaria a falta de inversión privada para favorecer la reactivación, se basa en una de las condiciones que esta crisis esta revelando.
Si en los setenta se produjo una paradoja como lo era que simultáneamente se combinaran inflación y recesión, en la entonces denominada estanflacion; la medida a adoptar era la restricción monetaria, para controlar la inflación, (primera fase del monetarismo). Hoy, es un proceso distinto, se produce la combinación de deflación y recesión, es decir, y aquí vienen los keynesianos, quienes afirman que es contrario a la lógica, que en tales circunstancias se promueva austeridad y una política restrictiva, que lo que debiera de hacerse es al contrario, ante el escenario deflacionista, se debe de desplegar una política expansiva que favorezca el crecimiento. Por lo tanto esta es la supuesta alternativa, este es el neo-keynesianismo del que tanto alegan los socialdemócratas (y monaguillos que les acompañan): de ahí a suponer una nueva fase alcista de salarios, ampliación del gasto social, o regulación de la economía o desarrollo del sector público de la economía, eso, ya es mucho suponer, que mas bien va a ser que no, y no se espera nada de nada (bueno, si se quieren promesas y palabras que encandilen, total no cuestan, todas las necesarias)..
El mejor ejemplo de que no funcionan las cosas son precisamente EE.UU y Japón, lo han intentado con todo, pero no hay manera que despegue este gigantesco pajarraco que es el capital, está mas endeudado que un aristócrata, pero ese no es problema -que lo es- en cualquier momento se perdodan las deudas, se resetean y ya está. El problema es que no se valoriza lo suficiente, cada vez mas y mas capitales se ponen a la cola, en la puerta de la producción, pero no consiguen su pedacito de plusvalía. Y en esa estamos, llevamos cuarenta años con el tema, unos momentos parece que tira -aumento de ganancias-, pero la tendencia es inexorable, inevitable a la baja. [¿oh los BRICS?, please, que Rusia ya llevaba meses de crecimiento negativo hace un tiempo, o sease recesión, y Putin con un programa de ajuste social de mil pares de cojones para los rusos -dice que está sobredimensionado el gasto social a su escala de PIB-; China, está paralizando su producción y la clase obrera china sale mas a la calle a hacer huelga por aumentos salariales -lo cual es importantísimo-; Brasil con la estupidez del Mundial y en dos años las olimpiadas, se puede armar una muy gorda; etc…..]. ¿La revolución bolivariana?, Muy bien, gracias, aplicando las medidas neoliberales consensuadas con las grandes transnacionales petroleras, gasísticas y minero-carboníferas.
Con todo este panorama, se puede uno preguntar, ¿hay congruencia?. El reformismo era funcional en la etapa de los treinta años gloriosos, servía la socialdemocracia, las demandas salariales se satisfacían, los sindicatos funcionaban como controladores de la clase obrera, y a esta la sometían a un sueño de consumismo. Hoy nada de eso ya puede funcionar, el problema del capitalismo, no es poder producir una cosa u otra, sino que sea rentable el hacerlo…. y a final de cuentas, solo puede ser rentable, si justo al final de todo el ciclo global (de todas las producciones, sectores o áreas) existe un excedente, llamado plusvalía, para que se reinicie un nuevo ciclo y así sucesivamente. Y eso es lo que ya no hay. El capitalismo se está revelando cada vez mas, para mas gente y de modo mas evidente, como superfluo, como un obstáculo, como un inútil parásito, para que se satisfagan las necesidades sociales. Sostenerlo es una pérdida de tiempo, de energía, y de recursos, entonces, para que endulzarlo, o aparentar que tiene alternativas, de que tiene vida, si es todo lo contrario, un decrepito lleno de vendajes, engranajes, prótesis o mucho maquillaje. Que se hunda, y se vaya por el desague de la historia.
Texto completo en: http://www.lahaine.org/si-a-la-toma-delV. I. Lenin
Hoy leyendo un artículo el el diario Gara me ha parecido adentrarme en la máquina del tiempo y aparecer en Berlín en 1850, horas antes de que naciera Eduard Bernstein. Le hubiera dejado una nota para que la leyera cuando fuera mayor. Diría algo así: “No te lo vas a creer pero en el 2015 todo lo que dices va estar de moda en la izquierda, y no solo eso, va a ser tratado como si fuera una novedad innovadora de una izquierda que necesita reinventarse”.
“El socialismo se logrará a través de una lucha prolongada, tenaz, avanzando lentamente de posición a posición lo que producirá una especie de evolución del capitalismo la aparición de la democracia y los logros de beneficios sindicales que esa aparición hace posible significa que el proletariado tendría cada vez más derechos a defender y por lo tanto, menos razones para una insurrección. Todo lo anterior ha revolucionado completamente las condiciones de la lucha del proletariado. Los métodos de 1848 (la referencia es al Manifiesto Comunista) son obsoletos en todo sentido” .
Esto lo dijo Eduard, el padre del reformismo y la socialdemocracia hace eones, antes incluso de muchas triunfantes revoluciones socialistas. Y no es nada diferente a lo mismo que se nos viene contando una y otra vez hoy en día. Pese a que la historia una y otra vez ha desestimado todas estas tesis y la socialdemocracia no haya tomado ningún palacio de invierno ni conseguido absolutamente nada, nada más que asentar el capitalismo mediante su gradualismo y la confianza en las instituciones burguesas. La historia está ahí y no se puede fintar.
El caso es que se repiten una serie de mantras una y otra vez y creo que va siendo necesario como mínimo echarles un vistazo.
Los mantras que se repiten son estos:
- “Lo que hace años eran reformas burguesas al haberse perdido retomarlas es revolucionario”
– “Lo reformista tiene estrategia, lo revolucionario carece de ella”
- “No se puede hacer otra cosa porque estamos fatal y la sociedad esta desideologizada”
– “Las instituciones burguesas acomplejan a los revolucionarios”
– “La izquierda latinoamericana ha conseguido alternativas y éxitos debido a su apuesta institucional”
– Y el matemático, el argumento que nunca falla y siempre siempre aparece en este tipo de textos. “La revolución no pasa, aquí y ahora, por la toma del palacio de invierno”.
Yo no se quien habrá sido el primero que dijo eso (aunque me gustaría saberlo), pero también me gustaría saber si realmente la legión de personas que lo aduce saben realmente qué diablos fue verdaderamente la famosa toma del palacio de invierno. Me imagino que piensan que fue algo así como una insurrección militar sangrienta que se llevó a todo por delante de un día a otro. Pero el caso fue que se descartó una ofensiva armada y se optó por una estrategia defensiva, apenas hubo nada de violencia, fue muy incruento. Quedó claro que una insurrección armada contra el Gobierno provisional por parte exclusivamente de los bolcheviques sería rechazada por las masas; se aprobó entonces la toma del poder pero siguiendo una estrategia defensiva, que consistía en asegurarse el traspaso del poder durante el II Congreso de los Sóviets a punto de celebrarse. Sería el Sóviet de Petrogrado el que tomase el poder y cualquier intento de resistencia del Gobierno se presentaría como un ataque contrarrevolucionario. Estaba todo el percal vendido ya. Fue la orden gubernamental de enviar parte de la guarnición lo que desató el estoque final. Y es que la famosa toma del palacio de invierno no fue cosa de un día. La revolución rusa, el hecho más influyente y decisivo del siglo XX, no fue la toma de un palacio de invierno. Sino un proceso social que duró años, con una cadena de crisis y sucesos de una estrategia revolucionaria extendida en el tiempo.
En cualquier caso, vayamos directamente al artículo de Iker Casanova porque creo que merece la pena tratarlo ya que sintetiza bastante bien en primera instancia el fatalismo bersnteiniano para luego ante la supuesta imposibilidad de cambios radicales vender tesis que lejos de una reinvención (necesaria) de la izquierda, la retrotrae varios siglos hacia atrás. Que teniendo en cuenta todo lo que ha caído desde entonces como mínimo es algo desalentador.
Si hoy un partido político europeo solicitara la nacionalización y el funcionamiento en régimen de monopolio público de las telecomunicaciones, la energía, las redes de transporte, así como del 50% de la banca y parte de la industria, su programa sería calificado de revolucionario radical y utópico y además chocaría con las normativas europeas que impedirían desarrollar tal propuesta en el seno de la UE. Pues bien, ese era el panorama de la economía en el Estado español hace 25 años
Y se podría añadir entonces que Franco era un socialista revolucionario porque mucho antes de esos 25 años tenía muchas más cosas en ese sentido. Pero claro, hay un pequeño detalle que no se suele comentar. Es un fetiche demandar “lo público”, o la banca pública, como si por ese titularidad pública per se, ya se resolvieran todos los problemas, y se dotara de una cualidad ética, operativa y de seguridad muy superior a lo privado. Ni que decir tiene que el máximo exponente público del sector bancario español, el Banco de España, por muy público que es, además de su función máxima de regulador bancario y financiero, ha dejado hacer, ha mirado para otro lado, en beneficio precisamente de la banca privada. Por ejemplo una “banca pública” operará siempre al compás de los intereses del grupo en el poder, que para eso es propietario el Estado, su Estado. El dictador Franco creó una red de bancos públicos sectoriales, desde luego se puede deducir que no con vocación de fortalecer los intereses populares, precisamente. Por lo tanto lo fundamental aquí como en casi todo es el sistema base donde se opera y que tentáculos tiene operativos el capital. Por eso lo revolucionario tanto hace 40 años, 25 y hoy mismo nunca puede ser simplemente lo público sino cambiar las bases del entramado donde está asentado.
La contrarrevolución liberal, el colapso del bloque socialista y la incapacidad de la izquierda occidental para reinventarse nos han llevado a esta situación. (…)
Aquí es donde está uno de los meollos de todo el asunto. Aunque precisamente no está. Se obvia. Y es que mucha izquierda occidental sí se reinventó hace décadas, vaya que sí lo hizo. Y eso fue precisamente uno de los motivos más importante de la situación en la que ahora nos encontramos.
La mayoría de los partidos comunistas se pasaron a la socialdemocracia, de la revolución se pasó al gradualismo, las tesis reformistas se hicieron hegemónicas en casi toda la izquierda. Se empezó a defender el estado del bienestar, a abandonar estrategias revolucionarias y a aceptar la institucionalidad burguesa. Se llegó a pensar en un capitalismo amable que a base de reformas mejoraría la situación de la clase trabajadora. En Europa fue conocido como eurocomunismo esta ola que ha llegado hasta el día de hoy. El eurocomunismo mano a mano con la socialdemocracia clásica es la mayor responsable de lo sucedido.
Porque del capital se puede esperar proceder pero esta izquierda hizo el resto. Por lo tanto volver a repetir los paradigmas de esa izquierda no puede mas que llevar a una situación similar que debido al contexto actual lo hace aún mas agravante. La inexistencia de estrategia revolucionaria hace que las reformas gradualistas sean parte de un proceso reformista y no reformas no reformistas de un proceso de ruptura con ninguna aspiración a asentarse en la gestión del capitalismo sino a erradicarlo. Este es uno de los dilemas al que se enfrenta la izquierda abertzale hoy en día. Que tendrá que plantear sin duda una estrategia de “toma del palacio de invierno” ( de ruptura radical) donde se puedan insertar pasos tácticos que alimenten esa vía o por el contrario sucumbir al tacticismo y hacer el camino que ya hicieron muchos otros con los resultados encima de la mesa.
( Continuará… ) El porqué la izquierda no puede ya retomar el reformismo ni aunque quiera como método de avance lo explicaba bastante bien nuestro querido amigo Petriko Barreno en un comentario en el blog:
El padre ideológico putativo de todos sus hijos, alemán y llamado Eduard Bernstein: “Los fines, los objetivos, no son nada. El movimiento es todo”. Es decir, según él, que para qué teorizar, descubrir, debatir, expresar dudas o realizar una crítica, para qué sometarla a la práctica y de esta otra vez a la teoría y vuelta a empezar , eso no es nada, según el tal Eduardo, lo verdaderamente importante era moverse, la práctica, la práctica, hay que ser pragmático, lo que quería decir es que a fin de cuentas hay que ser oportunista, como todo buen político, aprovechar aquí o allá o mas allá, conseguir cosas -lo que sea-, aunque puede que no signifiquen gran cosa al final pero eso da igual. ¿y del socialismo, pa’cuando?. “El mundo fue y sera una porquería ya lo se, en el quinientos seis y en el dos mil también “, cantaba el tango, entonces para que nos vamos a preocupar por cosas tan distantes, de inciertos futuribles, el socialismo a verlas venir, centrémonos en el pan de hoy, seamos prácticos, pues bien todo eso es el tema discursivo de aquel Eduardo. Quedaba muy clara la cosa, el orden reinaba en Berlín, en París o donde fuera, el capitalismo dormía tranquilo los socialdemócratas estaban en nómina, eran fables, diligentes, democráticos y muy prácticos.
Por cierto Rosa Luxemburgo le tenía un paquete enorme al tal Eduardo (y este a ella, porque tenía un pico que era una daga afilada), pero esto son cosas menores y sin importancia. Lo básico era responder a la pregunta que planteaba Rosa, ¿o reforma o revolución?. Y los socialdemócratas, respondieron, vaya que si respondieron, cuando llego el momento, eligieron no solo reforma, sino que se sumaron a la reacción, y mandaron a sus miembros militantes junto a las tropas proto-nazis de los freikorps a masacrar a los espartaquistas en las calles berlinesas en enero de 1919, y mas tarde mirar para otro lado cuando asesinan a Karl y a Rosa.
Cuando se habla de keynesianismo, (o en su defecto de neoliberalismo), se asocia a un conjunto de medidas gubernamentales de carácter económico, que en definitiva pareciera que se reduce a una “política económica” de un tipo o de otro, es decir como si tratara de un juego de elección. Un gobierno dado puede ser mas proclive a adoptar una política económica frente a otro que adoptara su contraria, vamos una especie de “teoría de la elección” sujeta a la “voluntad” particular de cada cual: así, hipotéticamente los socialdemócratas serán supuestamente keynesianos, y los liberales o los conservadores o de la derecha serán neoliberales. Pues bien, esto no es cierto. Los socialdemócratas europeos (o de la Conchinchina septentrional) llevan adoptando medidas neoliberales desde hace décadas, en la misma Europa del bienestar, sin despeinarse.
No existe “política económica” por fuera del capitalismo; el Estado cumple una función de sujección de las reglas para ese capitalismo opere en las mejores condiciones. Y toda política económica se ajusta a sus necesidades, no adopta una vía separada ni es autónoma a la evolución del capital, ¿Por qué se adopta el paquete neoliberal?. Porque así lo requiere el capital. Si se me permites, lo resume en tres grandes epígrafes que definen el neoliberalismo, que son: monetarismo, privatización y desregulación. Monetarismo, porque estamos en una etapa de pleftora de capitales que no pueden valorizarse en el proceso de producción, de ahí que se produce la financiarización, por lo tanto, sera la regulación (o su ausencia) monetaria una pieza fundamental y necesaria (tipos de cambios, emisión monetaria, tipo de interés, flujos financieros, mercados financieros, etc.); privatización, el capital busca incesantemente, nuevos espacios de ganancia, por eso hay que privatizar todo lo privatizable (y cuando hay pérdidas se socializa a través del Estado, convertido en deuda soberana); y desregulación, desmontar el Estado del bienestar pero también eliminar todo el intervencionismo estatal de la era anterior keynesiana, el capital no puede evolucionar con trabas y cautelas, debe sobrepasar sobre ellas, de aquí la lucha contra mercados protegidos o estatales, la OMC y la goblalización, el capital se ha expandido hasta el final de la tierra, redimensiona el espacio para buscar sustancia plusvalística, o ganancia de pirata, debe de ganar algo, porque el dinero, el dinero en sí mismo no vale nada, sino puede crecer y multiplicarse.
Bien, ese es el momento del capital, y en consecuencia es un auténtico brindis al sol, creer que se va a retornar al keynesianismo o a alguna versión similar de contención del capital. No lo va a hacer, el capital no es un tipo malo, gordo y cínico con sombrero de copa y fumándose un puro. El capital, es una fuerza ciega, objetiva, autista, irrefrenable, si no lo hace una fracción lo hace otra, tiene que satisfacer su valorización. No hay espacio posible para una vuelta al ayer, no hay billete de regreso a los cincuenta o sesenta europeos (a la supuesta “economóa social” alemana -Walter Eucken, etc.- o al hipotético “socialismo escandinavo”)
¿Y cómo es que dicen Krugman y tantos otros que otra Europa es posible, que hay alternativas?. De propaganda estamos envenenados, sepultados en toneladas de distracciones. Resulta que Estados Unidos o Japón y alguno más, han conseguido con menos éxito que publicidad sostener ligeros ritmos de actividad, pequeñas recuperaciones económicas, a base de inyectar en la economía ingentes cantidades de recursos líquidos, en condiciones superfabulosas, dinero regalado a interés casi cero y en plan barra libre. Pues bien, esta tesis, que se supone que es “keynesiana” para ello, es decir sostener una expansión monetaria a falta de inversión privada para favorecer la reactivación, se basa en una de las condiciones que esta crisis esta revelando.
Si en los setenta se produjo una paradoja como lo era que simultáneamente se combinaran inflación y recesión, en la entonces denominada estanflacion; la medida a adoptar era la restricción monetaria, para controlar la inflación, (primera fase del monetarismo). Hoy, es un proceso distinto, se produce la combinación de deflación y recesión, es decir, y aquí vienen los keynesianos, quienes afirman que es contrario a la lógica, que en tales circunstancias se promueva austeridad y una política restrictiva, que lo que debiera de hacerse es al contrario, ante el escenario deflacionista, se debe de desplegar una política expansiva que favorezca el crecimiento. Por lo tanto esta es la supuesta alternativa, este es el neo-keynesianismo del que tanto alegan los socialdemócratas (y monaguillos que les acompañan): de ahí a suponer una nueva fase alcista de salarios, ampliación del gasto social, o regulación de la economía o desarrollo del sector público de la economía, eso, ya es mucho suponer, que mas bien va a ser que no, y no se espera nada de nada (bueno, si se quieren promesas y palabras que encandilen, total no cuestan, todas las necesarias)..
El mejor ejemplo de que no funcionan las cosas son precisamente EE.UU y Japón, lo han intentado con todo, pero no hay manera que despegue este gigantesco pajarraco que es el capital, está mas endeudado que un aristócrata, pero ese no es problema -que lo es- en cualquier momento se perdodan las deudas, se resetean y ya está. El problema es que no se valoriza lo suficiente, cada vez mas y mas capitales se ponen a la cola, en la puerta de la producción, pero no consiguen su pedacito de plusvalía. Y en esa estamos, llevamos cuarenta años con el tema, unos momentos parece que tira -aumento de ganancias-, pero la tendencia es inexorable, inevitable a la baja. [¿oh los BRICS?, please, que Rusia ya llevaba meses de crecimiento negativo hace un tiempo, o sease recesión, y Putin con un programa de ajuste social de mil pares de cojones para los rusos -dice que está sobredimensionado el gasto social a su escala de PIB-; China, está paralizando su producción y la clase obrera china sale mas a la calle a hacer huelga por aumentos salariales -lo cual es importantísimo-; Brasil con la estupidez del Mundial y en dos años las olimpiadas, se puede armar una muy gorda; etc…..]. ¿La revolución bolivariana?, Muy bien, gracias, aplicando las medidas neoliberales consensuadas con las grandes transnacionales petroleras, gasísticas y minero-carboníferas.
Con todo este panorama, se puede uno preguntar, ¿hay congruencia?. El reformismo era funcional en la etapa de los treinta años gloriosos, servía la socialdemocracia, las demandas salariales se satisfacían, los sindicatos funcionaban como controladores de la clase obrera, y a esta la sometían a un sueño de consumismo. Hoy nada de eso ya puede funcionar, el problema del capitalismo, no es poder producir una cosa u otra, sino que sea rentable el hacerlo…. y a final de cuentas, solo puede ser rentable, si justo al final de todo el ciclo global (de todas las producciones, sectores o áreas) existe un excedente, llamado plusvalía, para que se reinicie un nuevo ciclo y así sucesivamente. Y eso es lo que ya no hay. El capitalismo se está revelando cada vez mas, para mas gente y de modo mas evidente, como superfluo, como un obstáculo, como un inútil parásito, para que se satisfagan las necesidades sociales. Sostenerlo es una pérdida de tiempo, de energía, y de recursos, entonces, para que endulzarlo, o aparentar que tiene alternativas, de que tiene vida, si es todo lo contrario, un decrepito lleno de vendajes, engranajes, prótesis o mucho maquillaje. Que se hunda, y se vaya por el desague de la historia.
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