¡Basta de calumnias e injerencias imperialistas contra Venezuela!
Miércoles, 25 Febrero 2015 16:33
Ledezma y López no son demócratas sino fascistas con las manos manchadas de sangre del pueblo
La
burguesía internacional está utilizando la detención del líder
contrarrevolucionario Antonio Ledezma –acusado de participar en un
intento de golpe de estado contra el gobierno democráticamente elegido
de Nicolás Maduro— para intensificar su campaña de calumnias contra
Venezuela. Ledezma no es ningún represaliado político, como lo presentan
los medios burgueses, sino uno de los principales promotores de las
acciones de violencia sucedidas en Venezuela desde la elección en 1998
de un gobierno antiimperialista y de izquierdas encabezado por Hugo
Chávez.
Fiel
representante de la burguesía, las multinacionales imperialistas y la
derecha, era diputado cuando el gobierno del partido al que entonces
pertenecía, Acción Democrática, aplicó las medidas de ajuste del FMI y
ordenó (el 27 de febrero de 1989) la represión sangrienta de la
explosión social conocida como “Caracazo”. Entre 400 y 3.000 jóvenes y
trabajadores fueron asesinados por orden del partido a cuya dirección
pertenecía Ledezma . Esos mismos gobiernos y medios de comunicación
burgueses que hoy hablan de “dictadura” y “represión” en Venezuela
justificaron e intentaron ocultar la magnitud de aquella masacre.
Un largo historial de violencia contra el pueblo
Designado
Gobernador del Área Metropolitana de Caracas en 1992 por Carlos Andrés
Pérez (el mismo presidente que ordenó la matanza), bajo su mandato
fueron duramente reprimidas movilizaciones estudiantiles y obreras. Como
Alcalde del Municipio Libertador (1996-2000) fue acusado de numerosas
irregularidades y reprimió a trabajadores de la economía informal y
adultos mayores (jubilados) que reclamaban pensiones justas. En abril de
2002 respaldó el golpe de Estado que, tras secuestrar e intentar
asesinar a Chávez, suspendió las garantías constitucionales y persiguió a
militantes de izquierda. El golpe fue derrotado por una gigantesca
movilización de masas. Posteriormente (diciembre 2002-enero 2003),
apoyó el paro organizado por los empresarios (derrotado también por la
acción de los trabajadores y el pueblo) cuyo objetivo era paralizar la
economía y forzar la salida de Chávez. Desde entonces, Antonio Ledezma
ha seguido impulsando el sabotaje y la violencia .
Lo
mismo se puede decir de Leopoldo López, o de la exdiputada María Corina
Machado (de la cual, aunque no ha sido procesada, existen grabaciones
probando su participación en planes para impulsar un nuevo golpe, e
incluso una intervención estadounidense en Venezuela). López, militante
en su juventud de la secta fascista “Familia, Tradición y Propiedad”,
promovió como Alcalde del Municipio Chacao desahucios y otras medidas
neoliberales. También buscó asesoría del ex presidente colombiano Álvaro
Uribe y varios colaboradores suyos (hoy procesados por vínculos con el
narcotráfico y los paramilitares) para desarrollar estrategias
contrarrevolucionarias en Venezuela. Durante el golpe de abril de 2002,
López impulsó la persecución por bandas fascistas de ciudadanos y
dirigentes de izquierda. Dos imágenes retratan a este “demócrata”: una
turba de partidarios suyos apaleando a Rodríguez Chacín, ministro del
Interior de Chávez, y su discurso en una asamblea opositora llamando a
desconocer la victoria electoral chavista y promover la violencia.
La
causa del encarcelamiento de López fue precisamente la organización,
hace ahora un año, de la campaña de violencia fascista conocida como
“guarimba”, saldada con 43 muertos. Esas acciones, que la prensa
internacional presentó como protestas pacíficas de estudiantes
reprimidas por el gobierno, consistieron en realidad en ataques a
activistas y sedes del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) y
atentados con cócteles molotov y piedras contra centros de estudio y
trabajo, instituciones públicas e incluso algunas empresas
nacionalizadas, con grave peligro para los estudiantes y trabajadores
que se encontraban dentro. Cuando finalmente se investigó a los
detenidos por esas acciones, sólo una minoría eran estudiantes
(provenientes en su gran mayoría de universidades privadas y de élite).
La mayoría de participantes y organizadores eran militantes de grupos
fascistas, probándose conexiones con la ultraderecha colombiana y de
otros países
¡Ni impunidad con los golpistas ni pactos con la burguesía!
Lejos
de la imagen falsificada que transmiten los medios de comunicación
burgueses hablando de “dictadura”, durante estos dieciséis años de
revolución Venezuela es el país del mundo que más elecciones ha
celebrado: ¡Veinte! El pueblo ha apoyado masivamente una y otra vez la
revolución bolivariana en esos procesos electorales, y la única ocasión
en que la oposición ganó una votación nacional (el referéndum de la
reforma constitucional de 2007) el resultado fue acatado por Chávez y su
gobierno. Cuando, en elecciones locales o regionales, la oposición ha
conquistado gobernaciones o alcaldías, el resultado ha sido respetado
igualmente. Ledezma, López y otros contrarrevolucionarios que hoy
permanecen detenidos no lo están por sus opiniones políticas sino por
organizar acciones violentas para derrocar al gobierno democráticamente
elegido por el pueblo.
La
burguesía intenta utilizar cualquier medida de defensa, a la que la
revolución y un gobierno legítimo como el de Venezuela tienen derecho,
para presentar el mundo al revés: a los golpistas, fascistas y violentos
como “demócratas”, a los revolucionarios y el gobierno elegido por el
pueblo como “autoritarios” y “violentos”. El único modo de derrotarles y
garantizar que la voluntad de las masas de llevar a cabo una verdadera
transformación socialista en Venezuela, expresada en una elección tras
otra, se cumple es no cediendo ni un milímetro a su presión y
completando la revolución de manera urgente.
¡Ni
impunidad con los golpistas ni concesiones o acuerdos con otros
sectores de la burguesía! Todos los golpistas, corruptos y especuladores
deben ir a la cárcel. Pero, además, para acabar con la especulación,
expoliación y el sabotaje económico, y resolver los problemas que sufre
el pueblo (inflación, desabastecimiento, corrupción, burocratismo…) hay
que expropiar al conjunto de los capitalistas. Al mismo tiempo es
imprescindible acabar con la quinta columna de burócratas y corruptos
que sabotean la revolución desde dentro, minando la moral de las masas.
El conjunto de la economía y el Estado deben estar bajo administración
directa de los trabajadores. Sólo así derrotaremos definitivamente a los
contrarrevolucionarios y haremos realidad el socialismo.
¡Cárcel para los golpistas, especuladores y corruptos!
¡Defender la revolución exige que todo el poder político y económico pase a manos de los trabajadores!
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