Unas 120.000 personas han secundado la manifestación pacifista convocada para este domingo frente a la sede de la Dieta o Parlamento japonés para protestar contra las modificaciones legislativas impulsadas por el Gobierno del primer ministro Shinzo Abe y que amplían el margen de actuación del Gobierno en cuestiones militares.
Los participantes, de todas las edades, han llenado las calles a pesar de la lluvia y han cantado canciones, coreado consignas y exhibido pancartas contra la reforma de Abe y pidiendo su dimisión.
La concentración ha sido convocada por tres grupos pacifistas ciudadanos y se han producido manifestaciones similares en hasta 200 ciudades y pueblos de todo Japón, según informa la prensa nipona. Uno de los participantes, Michio Yamada, de 75 años, ha expresado su rechazo a la reforma porque quiere evitar que Japón vuelva a entrar en una guerra, por el bien de sus cinco nietos, informa el diaro 'The Japan Times' en su edición digital.
La televisión pública japonesa retransmitía ayer, a las 10.30 hora local, el solemne encendido del reactor número uno de la planta de Sendai, gestionada por la compañía Kyushu Electric Power. La energía nuclear regresaba al país cuatro años después del desastre de Fukushima. Lo hacía con el impetuoso apoyo del Ejecutivo de Shinzo Abe para superar la oposición de la opinión pública y aún con el recuerdo fresco de los emotivos aniversarios de Hiroshima y Nagasaki.
El reactor, con una antigüedad de 31 años y situado a un millar de kilómetros al suroeste de Tokio, empezará a generar energía mañana y la suministrará el mes próximo. La reapertura en octubre de un segundo reactor en la misma central apuntalará el regreso a la senda nuclear, después de que Tokio hubiera prometido un horizonte desnuclearizado.
Los 48 reactores con los que contaba Japón antes de que un tsunami iniciara en marzo del 2011 la peor crisis desde Chernobyl han permanecido detenidos para labores de reparación o de controles de seguridad. Solo dos reactores, encendidos durante unos meses en el 2013 para mitigar la escasez energética en la región de Kansai, impidieron el apagón nuclear completo.
Japón, que hasta entonces recibía de las centrales nucleares un tercio de su energía nacional, ha compensado su ausencia con la importación de petróleo y gas natural. La caída del yen en un mercado dominado por el dólar ha arruinado una balanza comercial tradicionalmente positiva gracias a las exportaciones de las potentes multinacionales japonesas.
ECONOMIA Y ECOLOGIA Al frente del regreso de la energía nuclear se ha colocado el primer ministro, Shinzo Abe, quien ya aclaró cuando subió al poder que sería imposible reanimar la comatosa economía nacional sin ella. El ministro de Industria, Yoichi Miyazawa, repitió ayer que las centrales son "imprescindibles". "Es imposible que concurran las siguientes realidades: mantener los reactores detenidos, recortar las emisiones de dióxido de carbono y que no suban los costes energéticos. Espero que consigamos la comprensión del público sobre este asunto", explicó.
Solo cinco de los 25 reactores que han pedido la reapertura han conseguido el permiso con las regulaciones de seguridad más estrictas aprobadas por Tokio para vencer las reticencias de la sociedad. Entre las nuevas exigencias, figuran muros más altos contra tsunamis y planes de evacuación urgentes. Abe planea reabrir paulatinamente los reactores hasta que en el 2030 suministren el 20% de la energía nacional.
Las últimas encuestas revelan que está lejos de conseguir el apoyo social. Un 57% de los japoneses se oponen a las centrales y solo un 30% las apoyan, según la edición del lunes del diario Mainichi Shimbun. Las protestas han sido rutinarias esta semana frente a la oficina gubernamental y a la central. Al frente de las 300 personas que ayer se manifestaron en Sendai estaba Naoto Kan, el primer ministro durante el desastre de Fukushima reconvertido en contumaz activista antinuclear. "Los accidentes son impredecibles, por eso ocurren. Y es seguro que aquí no se han tomado todas las precauciones para evitarlos", dijo a la multitud.
"No ha habido un debate público suficiente si consideramos la potente y continuada oposición antinuclear. El primer paso que debería tomar Abe es admitir que su política energética ha fracasado y pavimentar el camino hacia un futuro con energías renovables", asegura, por su parte, Ai Kashiwagi, de Greenpeace Japón.
diariodecordoba
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