Traducido del francés para Rebelión por Caty R. |
Lo que ocurrió en Sirte durante toda la semana es realmente inédito y sin embargo, esta vez, el horror apenas ha conmovido a la opinión internacional. La ciudad costera de Sirte, cuna del difunto dictador libio Muammar Gadafi, está en manos del Estado Islámico (EI) desde el pasado mes de junio. El viernes 14 de agosto, después del rezo, la decapitación de doce hombres por el EI debería haber incendiado los medios de comunicación internacionales. Máxime cuando este nuevo crimen del EI vino acompañado durante toda la semana anterior de violentos combates que causaron la muerte de casi 200 personas solo en la ciudad de Sirte.
Estas nuevas sacudidas en el centro del caos libio solo han suscitaron un modesto comunicado de AFP el viernes y además varias horas después de los dramáticos sucesos. Al día siguiente de las decapitaciones, el sábado 15 de agosto, se difundieron algunos breves, pero sin análisis, en varios medios de información. ¿Por qué, esta vez, esta falta de alboroto tras una nueva atrocidad del Estado islámico?
Gadafi, el regreso
Desde la condena a muerte este verano de Saif al Islam, el fogoso primogénito de Gadafi, los núcleos de la «resistencia verde» que agrupan a los fieles del difunto líder de la Jamahiriya se han manifestado en varias ciudades libias, en particular en Sirte, Bani Walid, Sebha, Tarkuna y Bengasi. Muy poco eco han tenido esas manifestaciones duramente reprimidas en Sirte por los yihadistas del Estado islámico y dispersadas por las fuerzas de Fajr Libya , las milicias islamistas que ocupan, en particular, las regiones de Trípoli y Misrata.
Pero la semana pasada la situación se complicó más en Sirte. Los enfrentamientos y las ejecuciones de manifestantes por la memoria de Gadafi se multiplicaron. Uno de los jefes religiosos de la ciudad, el jeque Khaled Al-Farjane, perteneciente a la gran tribu Al-Farjane que antaño no era totalmente hostil hacia el viejo poder, se posicionó a favor de la libertad de expresión. Mala elección, el jeque fue ejecutado el jueves 13 de agosto por algunos matones del Estado Islámico. Al día siguiente estalló el gran incendio. El Estado islámico detuvo a un centenar de personas y se dedicó, sin puesta en escena previa, a su deporte favorito: la decapitación de inocentes. Para añadir más horror los yihadistas remataron a varias decenas de heridos en hospital.
En el corazón del caos político
Con los trágicos sucesos de Sirte hemos llegado al centro de la complejidad libia. Sobre el terreno, los bandos presenten se dividen según unas líneas de demarcación difusas y fluctuantes. En Sirte las fuerzas del Estado Islámico se benefician de la benevolencia del Gobierno «islamista» de Trípoli, el cual se guarda bien de enfrentarse frontalmente a los yihadistas, encantados de disponer eficaces perros guardianes contra los rebeldes incontrolables. Otra sorpresa, también en Sirte y frente al Estado Islámico, descubrimos solidaridades insospechadas entre los «salafistas» hostiles a la yihad, los representantes de las tribus y los nostálgicos del viejo orden gadafista.
Una certeza, en todo caso, si los antiguos baasistas pro Sadam Husein han podido establecer alianzas en Irak con el Estado Islámico, los fieles de Gadafi son en Libia sus principales adversarios.
Entre personas respetables
Tampoco el Gobierno legítimo de Tobrouk, como el no reconocido de Trípoli, desea verdaderamente tener en cuenta la realidad del país «real». En Tobrouk nadie quiere adherirse abiertamente a los núcleos fieles al antiguo régimen, aunque muchos antiguos gadafistas luchan al lado del general Khalifa Hafter, aliado del Gobierno legítimo de Tobrouk. Pero no es cuestión para este último de reivindicar semejante alianza con el diablo verde, mientras negocia en Ginebra con la ONU y los estadounidenses. Entre personas respetables. Así, el embajador del Gobierno de Tobrouk en París ha lamentado los graves incidentes de Sirte y ha llorado a las víctimas pero sin dar apenas detalles, con prisa por pasar página.
En cuanto al Gobierno de Trípoli, no legítimo, que se basa en un movimiento «islamista» de contornos difusos, aparenta que apoya a los «salafistas» de Sirte en su lucha contra el Estado Islámico. Así, el martes, las autoridades de Trípoli anunciaron el lanzamiento de una «operación para liberar Sirte». El ministerio de Defensa precisó que «los jóvenes y los habitantes de Sirte» participarían en esta ofensiva apoyados por la aviación. Pero sobre el terreno nada indica que las milicias de Trípoli estén dispuestas a ayudar a los anti-Estado Islámico, más bien al contrario.
Antiguo colaborador de Le Monde, Libération y Le Canard Enchainé, Nicolás Beau fue redactor jefe de Bakchich. Es profesor asociado del Institut Maghreb (París 8) y autor de varios libros, Papa Hollande au Mali, Le vilain petit Qatar, La régente de Carthage (La découverte, Catherine Graciet) y Notre ami Ben Ali (La Découverte con Jean Pierre Tuquoi).
Fuente: http://mondafrique.com/lire/politique/2015/08/18/etrange-omerta-sur-les-decapites-de-syrte
Estas nuevas sacudidas en el centro del caos libio solo han suscitaron un modesto comunicado de AFP el viernes y además varias horas después de los dramáticos sucesos. Al día siguiente de las decapitaciones, el sábado 15 de agosto, se difundieron algunos breves, pero sin análisis, en varios medios de información. ¿Por qué, esta vez, esta falta de alboroto tras una nueva atrocidad del Estado islámico?
Gadafi, el regreso
Desde la condena a muerte este verano de Saif al Islam, el fogoso primogénito de Gadafi, los núcleos de la «resistencia verde» que agrupan a los fieles del difunto líder de la Jamahiriya se han manifestado en varias ciudades libias, en particular en Sirte, Bani Walid, Sebha, Tarkuna y Bengasi. Muy poco eco han tenido esas manifestaciones duramente reprimidas en Sirte por los yihadistas del Estado islámico y dispersadas por las fuerzas de Fajr Libya , las milicias islamistas que ocupan, en particular, las regiones de Trípoli y Misrata.
Pero la semana pasada la situación se complicó más en Sirte. Los enfrentamientos y las ejecuciones de manifestantes por la memoria de Gadafi se multiplicaron. Uno de los jefes religiosos de la ciudad, el jeque Khaled Al-Farjane, perteneciente a la gran tribu Al-Farjane que antaño no era totalmente hostil hacia el viejo poder, se posicionó a favor de la libertad de expresión. Mala elección, el jeque fue ejecutado el jueves 13 de agosto por algunos matones del Estado Islámico. Al día siguiente estalló el gran incendio. El Estado islámico detuvo a un centenar de personas y se dedicó, sin puesta en escena previa, a su deporte favorito: la decapitación de inocentes. Para añadir más horror los yihadistas remataron a varias decenas de heridos en hospital.
En el corazón del caos político
Con los trágicos sucesos de Sirte hemos llegado al centro de la complejidad libia. Sobre el terreno, los bandos presenten se dividen según unas líneas de demarcación difusas y fluctuantes. En Sirte las fuerzas del Estado Islámico se benefician de la benevolencia del Gobierno «islamista» de Trípoli, el cual se guarda bien de enfrentarse frontalmente a los yihadistas, encantados de disponer eficaces perros guardianes contra los rebeldes incontrolables. Otra sorpresa, también en Sirte y frente al Estado Islámico, descubrimos solidaridades insospechadas entre los «salafistas» hostiles a la yihad, los representantes de las tribus y los nostálgicos del viejo orden gadafista.
Una certeza, en todo caso, si los antiguos baasistas pro Sadam Husein han podido establecer alianzas en Irak con el Estado Islámico, los fieles de Gadafi son en Libia sus principales adversarios.
Entre personas respetables
Tampoco el Gobierno legítimo de Tobrouk, como el no reconocido de Trípoli, desea verdaderamente tener en cuenta la realidad del país «real». En Tobrouk nadie quiere adherirse abiertamente a los núcleos fieles al antiguo régimen, aunque muchos antiguos gadafistas luchan al lado del general Khalifa Hafter, aliado del Gobierno legítimo de Tobrouk. Pero no es cuestión para este último de reivindicar semejante alianza con el diablo verde, mientras negocia en Ginebra con la ONU y los estadounidenses. Entre personas respetables. Así, el embajador del Gobierno de Tobrouk en París ha lamentado los graves incidentes de Sirte y ha llorado a las víctimas pero sin dar apenas detalles, con prisa por pasar página.
En cuanto al Gobierno de Trípoli, no legítimo, que se basa en un movimiento «islamista» de contornos difusos, aparenta que apoya a los «salafistas» de Sirte en su lucha contra el Estado Islámico. Así, el martes, las autoridades de Trípoli anunciaron el lanzamiento de una «operación para liberar Sirte». El ministerio de Defensa precisó que «los jóvenes y los habitantes de Sirte» participarían en esta ofensiva apoyados por la aviación. Pero sobre el terreno nada indica que las milicias de Trípoli estén dispuestas a ayudar a los anti-Estado Islámico, más bien al contrario.
Antiguo colaborador de Le Monde, Libération y Le Canard Enchainé, Nicolás Beau fue redactor jefe de Bakchich. Es profesor asociado del Institut Maghreb (París 8) y autor de varios libros, Papa Hollande au Mali, Le vilain petit Qatar, La régente de Carthage (La découverte, Catherine Graciet) y Notre ami Ben Ali (La Découverte con Jean Pierre Tuquoi).
Fuente: http://mondafrique.com/lire/politique/2015/08/18/etrange-omerta-sur-les-decapites-de-syrte
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