Amancio Ortega, el hombre más rico del mundo a costa de la explotación obrera y el trabajo infantil
Detrás de cada gran fortuna hay un gran delito
Honoré de Balzac
Honoré de Balzac
En estos últimos días hemos leído que Amancio Ortega, el dueño de Inditex (el conglomerado empresarial que engloba a Zara, Pull and Bear, Lefties, etc.,) se ha hecho el hombre más rico del mundo. Esto ha sucedido tras una subida histórica de las acciones en Bolsa de su empresa, que le ha permitido llegar a acumular una fortuna de 72.330 millones de euros.
En el mismo artículo en el que se reseñaba esta hazaña, el redactor del diario EL PAÍS elogiaba las cualidades personales del personaje: “un hombre hecho a sí mismo (…) que no había nacido nadando en millones (…) que empezó su negocio haciendo batas con su esposa”. El tono patético de la glosa no es un caso aislado, todos los grandes medios de comunicación lo alababan en la misma línea.
Más allá de esta propaganda servil, la orla de emprendedor construida a medida para este héroe del gran capital choca con la verdad del asunto. Amancio Ortega ha amasado su fortuna a base de evadir impuestos y defraudar a Hacienda y explotar en condiciones infrahumanas a miles de niños, adolescentes, mujeres y trabajadores en numerosos países de Asia, América Latina y Europa. Un expediente del que gotea la sangre, sudor y lágrimas de millones de desheredados.
Mano de obra barata o semiesclava
Desde sus inicios, en Galicia, la empresa de Amancio Ortega utilizó mano de obra barata y semiesclava para crear su “imperio”. A finales de los setenta y principios de los ochenta, ya explotaba a las hilanderas de los pueblos de la provincia de A Coruña, a las que se les pagaba 150 pesetas por cada pantalón confeccionado, sin estar aseguradas y sin contrato, con jornadas que se prolongaban entre diez o doce horas. Así es como comenzó a hacer su fortuna.
Y tanto más se expandía su negocio, más ha crecido la explotación, esta vez en otros países del mundo. En Marruecos, varias ONG han denunciado que Inditex incumple los derechos laborales más básicos, obligando a sus trabajadores a jornadas de 65 horas semanales por 178,82 euros al mes. En Brasil se han descubierto talleres donde los trabajadores echaban hasta 16 horas de trabajo diarias. En India, niños y adolescentes trabajan para Inditex 72 horas a la semana por 88 céntimos de euro al día. En Bangladesh, Inditex era una de las empresas que compraba a la fábrica Rana Blanca, que en 2014 se derrumbó y provocó la muerte de 1.100 personas. En este país, el salario medio para un trabajador textil es de 31 euros al mes.
Inditex también tiene en Europa denuncias de organismos de derechos humanos (Clean Clothes Campaing) por fomentar o permitir el trabajo esclavo en países como Rumanía, Bulgaria o Macedonia, donde se cobra un salario de 100 o 300 euros al mes, trabajando trece horas diarias.
Amancio Ortega e Inditex traspasan sus beneficios a paraísos fiscales como Suiza, para no pagar impuestos en países como el Estado Español. Hace un par de años, le condenaron a desembolsar 33 millones de euros por no haber cumplido con el impuesto de patrimonio. ¡Un empresario ejemplar!
Durante estos días, a la vez que conocíamos la fortuna de Amancio Ortega, hemos sabido que la pobreza en el Estado Español alcanza ya a un 29,3% de la población, aumentando en dos puntos respecto al año pasado. También hemos conocido que un 1% de la población mundial, los hipermultimillonarios del planeta, amasan lo mismo que toda la humanidad entera. Amancio Ortega está a la cabeza de estos héroes del capital, responsables de tanto sufrimiento y humillación. Un “honor” digno de ser enviado al basurero de la historia.
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