Miércoles, 21 de octubre de 2015
La dos versiones de la operación regeneracionista del "Régimen del 78".
LO QUE PUSO EN EVIDENCIA EL "CARA A CARA" ENTRE ALBERT RIVERA Y PABLO IGLESIAS.
El pasado domingo tuvo lugar en La Sexta, la cadena a la que el poder ha asignado la portavocía de las corrientes socio liberales españolas, un "cara a cara" entre Pablo Iglesias y Albert Rivera. El encuentro se celebró en el marco del programa de Jordi Évole. Diego Lotito, un periodista del digitalIzquierda.es lo describió de esta interesante forma, que aquí hemos resumido:
"El inicio del debate giró en torno al paro y las medidas que defienden ambas formaciones. Rivera introdujo su propuesta de contrato único, común en algunos países de Europa. El líder de Podemos argumentó contra esta propuesta, asegurando que quitaría poder de negociación a los trabajadores. Por el contrario, propuso aumentar el salario mínimo a 750 u 800 euros, pero sin especificar como se llevaría a cabo este aumento, tanto para los trabajadores del sector público como del sector privado".
"Esta falta concreción de Iglesias no se debe a un olvido o mala planificación de su discurso, aunque hay que reconocer que para la planificación milimétrica a la que nos tiene acostumbrados Iglesias este no fe su mejor momento. El hecho es que el pragmatismo del que ha hecho gala la formación morada para ir moderando aceleradamente su programa inicial, le impone también límites discursivos. Sobre todo frente a un candidato que se presenta como ajeno a “la casta” –uno de los puntos fuertes de Ciudadanos para presentarse como una derecha renovadora- y con el cual Iglesias coincidió en muchos puntos durante el debate y le dio la razón en otros tantos.
"El mismo Pablo Iglesias comenta en forma de anécdota una frase con un contenido demoledor: “hay gente que nos dice que nos hemos moderado en el último año; pues claro, hemos adaptado nuestro programa económico para que sea viable”. En tal sentido, por ejemplo, volvió a apostar por defender la figura “de los pequeños y medianos comercios, que son los generan la gran mayoría de puestos de trabajo”, pero obvió que también son quienes aplican con mayor dureza la reforma laboral frente a los trabajadores.
"En este aspecto resultó cuanto menos curioso que fuera el líder de Ciudadanos y no Iglesias quién criticara levemente a la “casta” sindical, asegurando que es inadmisible “que los sindicatos se
beneficien de los despedidos, al igual que hace la patronal”. La cuestión de la burocracia sindical y el rol que las direcciones que los dos grandes sindicatos juegan en el mantenimiento del statu quo del régimen político son temas absolutamente ausentes en el discurso de Podemos. Ciudadanos expone una leve crítica, sí, pero centrada en un llamamiento a la “responsabilidad de los agentes sociales y económicos”. Su preocupación no es la democracia sindical ni mucho menos, sino que los aparatos sindicales burocráticos no se desprestigien a tal punto que los trabajadores se propongan recuperarlos para la lucha. Algo parecido a lo que defiende la CEOE.
"El debate discurrió -según cuenta Lotito,- con un Albert Rivera que se cree más fuerte que su oponente y un Pablo Iglesias timorato en su discurso, demasiado abstracto y falto de iniciativa, muy en contraposición a su discurso habitual filoso y bañado en pragmatismo".
"El debate discurrió -según cuenta Lotito,- con un Albert Rivera que se cree más fuerte que su oponente y un Pablo Iglesias timorato en su discurso, demasiado abstracto y falto de iniciativa, muy en contraposición a su discurso habitual filoso y bañado en pragmatismo".
"Con cierta agilidad, Rivera puso freno a ese intercambio para mostrarse como defensor de “los intereses de todos”: empresarios, trabajadores, agentes civiles. Expresó de forma explícita su confianza en el libre mercado, en la competencia y en el capitalismo, pero no en “este capitalismo de amiguetes”. Y en este punto atacó al líder de Podemos de oponerse a los empresarios y la banca, una imagen que nada gusta en la formación reformista y que Iglesias trato de limitar rápidamente. Y lo hizo dejando al descubierto los aspectos más moderados de su programa, que vistos objetivamente, lo acercan a Ciudadanos posiblemente mucho más de lo que el líder de Podemos quisiera".
" Lejos de desmarcarse de Rivera como lo que es - o quiere ser - , una cara nueva para representar mejor de los intereses de los capitalistas, Iglesiasrespondió a la crítica reafirmando su apoyo a la figura del empresario, no sólo del pequeño y mediano, sino también del grande, al cual también considera“necesario”. Y para que no quedaran dudas de su defensa de la economía de mercado y las “reglas de juego” del capitalismo, sobre la posibilidad de nacionalizar sectores estratégicos de la economía, el candidato de Podemos no dudó en defender que estos se llevarían a cabo “pagando el precio de mercado que tiene su (haciendo referencia al dueño capitalista) empresa”.
"Pareciera que últimamente el equipo de campaña de Iglesias ha hecho de la defensa de “ricos y pobres” un eje de campaña. Ya en una entrevista concedida el pasado viernes al diario “20 minutos”, Iglesias señalaba que “no estaban en contra de los ricos” y aún más, sostenía que la medida de nacionalizar sectores críticos de la economía es una “medida extrema” y que preferían el “diálogo”.
"En el turno del debate sobre Cataluña, concretamente sobre el juicio aArtur Mas, el candidato de Ciudadanos volvió a utilizar la receta de la legalidad. Desvirtuando con apelaciones a proclamas del más trillado liberalismo como que“todos somos iguales ante la Ley” o “no es un juicio político sino un juicio por actuar por fuera de la Ley”, el candidato de Ciudadanos reafirmó su imagen españolista y conservadora, adjetivos que suele otorgar al Partido Popular, pero que en esencia lo definen con precisión.
"La cuestión vasca también tuvo su momento en el debate. “¿Indultarían a Arnaldo Otegi? (líder de Batasuna encarcelado por el caso Bateragune que saldrá de prisión en abril de 2016)”, preguntó Évole. El candidato deCiudadanos se opuso claramente y dijo que eliminarán “los indultos a políticos”. Iglesias por su parte dijo que, “como Felipe González”, cree queOtegi debería ser excarcelado. Pero lo curioso no fue que utilizara un subterfugio para defender el indulto al líder de la izquierda vasca, sino que para decirlo haya advertido: “En esto me voy a mojar”. Todo un reconocimiento de que su opción por no mojarse casi nunca en temas espinosos donde las posiciones de medias tintas no tienen cabida y suelen alejarse el tan ansiado “centro político”.
"El debate finalizó con una rápida encuesta entre ambos en las que Riveravolvió a mostrarse conciso y claro, contestando siempre según la legalidad vigente, y Pablo Iglesias aprovechó, una vez más, para mostrar su retórica, pero con poca claridad y, sobre todo, poca diferenciación con su contrincante".
"El debate conducido por Évole se propuso mostrar ante más de 5 millones de espectadores los dos relatos emergentes que se proponen como alternativa a los partidos tradicionales del bipartidismo. Dos relatos, sin embargo, entre losque hubo demasiadas coincidencias. Esto es así porque, si bien Podemos yCiudadanos no son lo mismo, ambos parten de una premisa común. A pesar de sus diferencias, ninguno de ellos cuestionan profundamente los pilares que sostienen al régimen capitalista español: la Corona, la Banca y los grandes capitalistas, las burocracias sindicales y la sacrosanta unidad de España.En definitiva, dos versiones, una por derecha y otra por izquierda, de una estrategia de regeneración democrática del Régimen del ’78.
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