Guerra sicológica y subversión ideológica. (IV parte). Por Fabián Escalante Font
En
el enfrentamiento a la subversión ideológica y las operaciones de
guerra sicológica, debemos contar con una definición clara y precisa de
cuáles son las peculiaridades de la una y la otra. Así es necesario
esclarecer ambos conceptos y sus interrelaciones, de manera, que en su
comprensión se esté mejor preparado para el combate contra este
implacable y sutil enemigo imperial.
La CIA y la
USAID norteamericanas son las agencias “vanguardias” en esta “guerra” y
cuentan con el apoyo de sus pares de los países capitalistas
desarrollados, que por iguales motivos realizan actividades similares.
Subvertir,
según el diccionario, “es revertir, desestabilizar o destruir lo
establecido en el terreno de los valores y principios”, mientras que la
guerra sicológica según el diccionario militar de Estados Unidos,
consiste “en acciones emprendidas por parte de una o varias naciones en
la propaganda y otros medios de información contra grupos enemigos,
neutrales o amigos de la población, para influir en sus concepciones,
sentimientos, opiniones y conductas, de manera que apoyen la política y
los objetivos de la nación o grupo de naciones a la cual sirve esta
guerra sicológica”.
Devienen por
tanto, en operaciones diseñadas por entidades específicas, con el
propósito definido de manipular, confundir o engañar por medios legales o
ilegales la conciencia de una o más personas, incluida la misma
sociedad y que además cuenta como objetivos adicionales, calumniar,
desacreditar y confundir a las personas sobre problemas concretos de su
vida, la política, la cultura y todo los relacionado con su manera de
pensar, es decir la ideología.
Son
importantes estas conceptualizaciones, porque no se puede combatir lo
que no se conoce o se encuentra insuficientemente definido. En el
pasado, en reiteradas oportunidades escuché afirmar a compañeros que se
aprestaban a luchar “contra la diversión” o el “diversionismo político
ideológico”, sin que probablemente hayan tenido claro el concepto
empleado.
Por las
definiciones existentes, la subversión es lo genérico y las acciones de
guerra sicológica es lo real, lo tangible. Lo primero es el concepto(el
qué) mientras que lo segundo es la implementación de lo anterior, (el
cómo).
De ahí que
subvertir sea la intención, el proyecto, el fin, los deseos enemigos
para derrocar al gobierno revolucionario, sin embargo, el método que
emplean, son las operaciones de guerra sicológica dirigidas a influir
y/o manipular la conciencia humana con acciones prácticas en aquel
sentido. Requisito básico para el desarrollo de las mismas, será la
pretensión de actuar sobre las mentes, concepciones y conducta de las
personas.
El sabotaje a
una negociación estratégica, es parte de una operación de guerra
sicológica, pues se propone actuar sobre la siquis del hombre que está
involucrado en ella -el único que puede hacerlo- para cambiar sus
concepciones y conducta, y mediante engaño frustrar la transacción; como
también, lo es el intento de persuadir o engañar a empresas extranjeras
con tergiversaciones y falsedades, para que suspendan o reduzcan las
negociaciones con nuestro país.
La música es
un componente del arte y por tanto de la cultura de los pueblos. Como
se sabe, en el 2014 la USAID intentó en Cuba, por medio de un grupo
musical de hip hop, crear un movimiento de protesta social dentro del
país, utilizando la letra de sus canciones, su música novedosa, para,
primero, criticar a las autoridades y luego -pensaban- encabezar
“multitudes” que salieran a las calles para derrocar al gobierno. No era
una idea loca, como pudiera pensar alguno, se trataba de utilizar las
experiencias adquiridas en el derrocamiento de varios gobiernos de la
Europa del Este, después del derrumbe soviético, particularmente el caso
de Serbia, donde un movimiento similar tuvo suficiente éxito.
Recientemente,
aprovechando los Juegos Olímpicos de Rio de Janeiro, se ha intentado
mediante una operación de guerra sicológica mediática, relativizar un
hecho indicutible: la permanencia de Cuba, a pesar de restricciones
económicas impuestas desde el exterior y las sistemáticas acciones para
despojarla de atletas formados por el sistema deportivo creado por la
Revolución, en la élite deportiva mundial. Lo cual no quiere decir que
no debemos revisarnos allí donde podamos hacerlo mejor, aun en medio de
esas agresiones, pero lo que delata la naturaleza de la acción es la
negación -con fines políticos- del hecho real que tanto en aquellas
Olimpiadas como en las Paralímpicas que recién concluyeron, Cuba una vez
más, obtuvo resultados a la altura de las naciones más desarrolladas y
pobladas del Mundo.
Ambas
acciones son típicas operaciones de guerra sicológica, pues como se sabe
ni el hip hop ni ningún otro género musical es subversivo, mientras que
los resultados deportivos de Cuba a lo largo de su historia
revolucionaria son tangibles y por tanto innegables.
De tal
manera, en la lucha contra estas acciones enemigas, es necesario
descubrir la intención que existe detrás de un hecho aparentemente
neutral, cuáles sus objetivos y fines, definiendo los canales
utilizados. Tener en cuenta además, que no todo es diversionismo o
guerra sicológica, en tanto los países capitalistas proyectan su
ideología, sus formas de pensar y ello, en sí mismo, no es subversivo
aunque sea adverso a nuestro proyecto socialista. Por supuesto, el
enemigo se apoya en sus medios para la realización de sus actividades,
de manera tal que resulta esencial para descubrir una operación de
guerra sicológica la existencia de una intención hostil, manipuladora,
encubierta bajo un ropaje aparentemente ingenuo, encaminada a obtener
unos resultados subversivos.
Conocer
esto, nos posibilitará actuar en la dirección correcta con respuestas
adecuadas, no solo mediante nuestros medios audiovisuales o la internet,
sino en el trabajo político e ideológico y en la comunicación cara a
cara, utilizando a nuestras organizaciones de masas y políticas
esclareciendo y a la vez difundiendo nuestras verdades.