El estado español, compuesto por una pluralidad de naciones y
pueblos, se encuentra en un periodo de inestabilidad política, resultado de la
crisis del bipartidismo que alternó en el gobierno en los últimos 30 años. El
PSOE que continúa reclamándose de izquierdas, junto al PP y las formaciones
nacionalistas de derecha, han compartido las políticas de ajuste y austeridad
impuestas por la “Troika” en los últimos años. Por consiguiente, preferimos
referirnos a las izquierdas en el estado español.
Bajo la prolongada dictadura fascista en España, las
“democracias” europeas y su nivel de bienestar y derechos sociales fueron una
referencia para una mayoría de la sociedad. Tras la muerte de Franco y la
transición de la dictadura a la democracia, la incorporación del estado español
a la Comunidad Económica Europea el 1 de enero de 1986 contó con un amplio
consenso social. El sueño de consolidar la democracia parlamentariay,
sobretodo, alcanzar el nivel de vida de los países europeos más desarrollados
era mayoritario. Tres años más tarde la moneda española, la peseta, se
incorporaba al Mecanismo de cambio del Sistema Monetario Europeo; en junio de
1991 se suscribió el Acuerdo de Schengen y con ello la apertura de fronteras; y
en 1992 se firma el Tratado de Maastricht con sus cuatro requisitos de
convergencia económica. Tratado que da lugar a la denominación de la Unión
Europea. Ese mismo año, en la cumbre de Edimburgo, se instauró el Fondo de
cohesión para los países con una renta por debajo del 90% de la media de la UE.
La terrible dictadura de Franco era el pasado, la Unión
Europea aparecía como el futuro prometedor, el europeísmo se convirtió en una
seña de identidad, a pesar de todos los sacrificios que comportó el proceso de
integración como consecuencia de la aplicación de las condiciones de
Maastricht, los efectos negativos de las políticas agrarias de la UE, el cierre
de la siderurgia y los astilleros, etc. En 2005 España refrendó el proyecto de
constitución europea por amplia mayoría del 77% de los votos, pero con una baja
participación del 42%. Estemismo proyecto meses más tarde fue rechazado en
Francia y Países Bajos…y finalmente abortado.
Del europeísmo al
euroescepticismo en España ¿Qué ha pasado?
El pasado 8 de junio, el periódico El Pais, nada sospechoso
de antieuropeo, publicaba los resultados de una encuesta-estudio donde señalaba
que España era uno de los países europeos donde más había crecido la opinión
desfavorable a la UE, desde el15% en 2007, al 49% en 2016. Otro de los datos de
dicho estudio indicaba que en el espectro sociológico de la derecha el 59% es
más favorable a la UE, mientras esa opinión es minoritaria en la izquierda sólo
un 35%.
¿Qué ha pasado para que se haya producido tal cambio en la
opinión en la sociedad española respecto de la UE?
El despertar de la sociedad española del sueño de una Unión
Europea como marco de mayor democracia y bienestar social ha sido resultado de
las políticas de ajuste y austeridad impuestas por la Comisión Europea y el
BCE, bajo los gobiernos del PSOE con Rodriguez Zapatero y del PP con Mariano
Rajoy: destrucción de empleo hasta cerca de 6 millones de personas en paro,
erosión de los derechos básicos en salud, educación y protección social como
consecuencia del recorte del gasto social, involución democrática con la
contrarreforma de la Constitución española del artº135 que consagra el objetivo
del déficit y la deuda, reforma regresiva del sistema de pensiones que alarga
la edad de jubilación a los 67 años bajo Zapatero, contrarreforma laboral que
elimina derechos laborales y agrava la precariedad laboral bajo el gobierno de
Rajoy, como consecuencia de todo ello, aumento de la pobreza, de la
desigualdad, de la indignación social, pérdida de confianza en las
instituciones y por consiguientedeslegitimación
creciente de estas ante la ciudadanía.
El movimiento de los indignados del 15M, en sus lemas y
consignas, exteriorizó el malestar de una mayoría social que se identificó y
simpatizó con este movimiento ciudadano. Lemas como “No nos representan”, “Le
llaman democracia pero no lo es”, “PP, PSOE la misma “mierda es”, “No es la
crisis, es el sistema”, etc., junto al rechazo de las privatizaciones y la
defensa de lo público para garantizar los derechos sociales, la defensa de un
proceso constituyente, etc. El 15M adquirió una conciencia crítica con la UE en
la movilización contra el “Pacto europlus” y posteriormente contra la
intervención del BCE, la famosa carta de Trichet, y la concesión de la reforma
de la constitución española.
Tiempo más tarde, tras el declive del movimiento 15M, y el
relanzamiento de la movilización con las “Marchas de la dignidad” contra las
políticas del gobierno de Mariano Rajoy, y en defensa de reivindicaciones
fundamentales “Pan, techo y trabajo”, “No al pago de la deuda”, etc.
La indignación y la movilización social, se expresó más tarde
en el plano político en el surgimiento de nuevas formaciones políticas, los
llamados partidos emergentes, especialmente Podemos, que dieron un golpe al
régimen de alternancia de los dos grandes partidos PP y PSOE, el llamado
bipartidismo, y abrieron un periodo marcado por la inestabilidad política, cuya
expresión es la dificultad para alcanzar la gobernanza del Estado español
después de las elecciones del 20D de 2015, y tras las segundas elecciones del
26Junio de este año con el reciente fracaso de la investidura presidencial de
Rajoy.
Las instituciones políticas de gobierno y legislativas del
histórico laberinto español, dado su carácter plurinacional, también han
sufrido los efectos de la pérdida de legitimidad por la renuncia a la soberanía
popular en beneficio de las instituciones europeas y las oligarquías
centroeuropeas. En este contexto, las presiones de la CE en favor de una
recentralización para aplicar de manera homogénea las políticas de ajuste y
austeridad, ha permitido a las fuerzas nacionalistas, especialmente a la
derecha conservadora catalana CiU, ahora reconvertida en PDC, agitar la presión
independentista en un terreno abonado culpando exclusivamente a “España” o
“Madrid” de todos los males.
En el origen de la crisis económica, social y política del
estado español, encontramos a la Unión Europea, el euro, y las políticas de su
oligarquía dominante para asegurarse que los países endeudados devuelvan la
deuda, aunque ello signifique su destrucción. Una gran parte de la sociedad
española ha hecho un diagnóstico elemental, ha constatado que la UE lejos de
asegurar el progreso social y más democracia ha significado lo contrario, que
el tiempo pasa sin que la UE cambie de políticas, observa que las diferencias
en su seno se incrementan, que insultan, roban y maltratan al pueblo griego, y
que la ciudadanía del Reino Unido ha votado salir de la UE. Todo ello confirma
su creciente euroescepticismo.
La crítica a
contracorriente del euro de una minoría lúcida
Izquierda Unida, cuando Julio Anguita era su Coordinador
General, denunció y se opusoal Tratado de Maastricht y a sus criterios de
convergencia. El equipo de economistas formado por Pedro Montes, Juan Francisco
Martín Seco y Jesús Albarracín que trabajaba estrechamente con Julio, tuvo la
honestidad y lucidezde anticipar las consecuencias del diseño de una Unión
Monetaria, que no tenía en cuenta las asimetrías existentes entre los países
más desarrollados y los de menor productividad, que no puso en marcha desde el
principio una política fiscal y una Hacienda pública comunitaria que, mediante
una política de redistribución justa y suficiente, evitara los desequilibrios
previsibles y mutualizara la deuda entre los estados miembros. En definitiva,
que atendiera las necesidades de países, como España, que debían recurrir
periódicamente a la devaluación de su moneda para reequilibrar su balanza de
pagos y evitar que se disparase su déficit y deuda exterior.
Este posicionamiento de Izquierda Unida fue resultado de un
agrio debate con una minoría acrítica con el modelo de construcción de la UE,
que finalmente rompió y se incorporó en su mayoría al PSOE.
La puesta en marcha de la moneda única, el euro, también fue
objeto de la valiente crítica de este grupo de economistas. Tras su
implantación se confirmó rápidamente los desequilibrios en la balanza de pagos
por cuenta corriente, llegando a acumular en 2013 un pasivo frente al exterior
de 2,3 billones de euro (2,3 veces el PIB), que a su vez tuvo un efecto de
socialización hacia la deuda pública, que pasó del 36% del PIB en 2007 al 101%
en la actualidad.
La reflexión crítica, poco a poco fue extendiéndose, en mayo
de 2013 se publicó el I Manifiesto “por
la recuperación de la soberanía económica, monetaria y ciudadana, salir del
euro” suscrito por más de 2500 personas, entre la cuales el propio Julio
Anguita, Pedro Montes y una pluralidad de activistas políticos y sociales. En
abril de 2015 se publicó el II Manifiesto “Salir del euro” y el 13 de junio del
mismo año se constituye la Plataforma por la salida del euro, y se convoca el “Primer encuentrode Movimientos Emancipatorios de los
Pueblos del Sur de Europa” el 10-11 de octubre en Barcelona, con el
lema “Por la salida del euro y la
recuperación de la soberanía”, la recopilación de las ponencias y trabajos
se editaron en el libro “Librarse del euro”.
En este periodo, diversas organizaciones político-culturales
como Socialismo21 y ciudadanas, como el Frente cívico, dan el paso delante de
promover abiertamente la lucha por la salida del euro y la ruptura con la
actual UE, ante la imposibilidad de su reforma. Otros colectivos y
personalidades políticas se han ido manifestando en similar sentido, y en la
primera Fase del XX Congreso del PCE celebrado este año se aprobaba una clara
posición a favor de la salida del euro.
Sin embargo, este movimiento de opinión en crecimiento,
todavía no ha penetrado en el espacio de la representación parlamentaria,
tampoco ha ganado a sus posiciones a la mayoría de Podemos e Izquierda Unida.
¿Quién representa
políticamente el creciente “euroescepticismo” en España?
Aunque fuera por oportunismo electoral, cabría pensar que,
ante la dimensión alcanzada por el euroescepticismo en España, que se ha
incrementado con rapidez en los últimos tiempos, surgiría una fuerza política
dispuesta a representarlo, sin embargo,esto no ha sucedido, ni desde posiciones
de la llamada izquierda clásica o emergente, ni tampoco de las derechas o una potencial
derecha populista. Hoy por hoy, el Partido Popular agrupa desde los sectores
reformistas que desde el régimen franquista apostaron por la transición a la
democracia, como de sus descendientes que han crecido en el nuevo sistema, de
los ámbitos conservadores de la iglesia católica, como de todos aquellos que
buscaron cobijo en un partido de gobierno.
Es más, las formaciones electorales que han competido con el
PP desde su derecha extrema, han puesto el acento en la crítica al aborto, en
la defensa de la “unidad de España”frente a los nacionalistas periféricos, pero
no se han distinguido por un populismo crítico con la UE.
Las derechas nacionalistas, PNV, CiU ahora PDC, han profesado
desde el principio un apoyo al proyecto de la UE, particularmente en su
evolución actual, por compartir especialmente CiU-PDC la ideología neoliberal a
ultranza, o por considerar que la UE apoyará tarde o temprano su proyecto
independentista frente al estado español, hipótesis que los hechos, y el temor
a un contagio en el seno de sus estados miembros, hoy por hoy desmienten.
En lo que se refiere al PSOE, este partido, junto al PP, han
sido los grandes promotores de la incorporación de España a la UE, a sus
tratados y políticas. La gestión del gobierno socialista bajo Zapatero ha sido
de subordinación y servilismo a las instituciones europeas. Fiel a la cogestión
en las instituciones europeas de la alianza entre la socialdemocracia y la
derecha conservadora neoliberal. En todo caso, su propuesta es la de avanzar en
la integración europea, pero sin proponer medidas efectivas para hacer frente a
la oposición de los poderes dominantes de la UE a la puesta en marcha una
Hacienda común que redistribuya los superávits para garantizar el equilibrio
económico de los países más vulnerables y endeudados, que mutualice la deuda,
etc.
El posicionamiento del
PSOE y Ciudadanos, y de Unidos Podemos sobre la cuestión europea en las
elecciones del 26J
Antes, durante y después de la última campaña electoral, los
portavoces de la Comisión Europea, presionaron públicamente a favor de corregir
el déficit público, atenerse a los objetivos marcados, y abordar el
consiguiente recorte presupuestario, so pena de aplicar una multa de más de 2
mil millones de euros y la congelación de los fondos de cohesión.
Ante esta ingerencia y amenaza de la Comisión Europea, la
respuesta de los partidos con representación parlamentaria, fue como norma el
silencio. Para encontrar una explicación, hay que leer las propuestas sobre la
UE, en los acuerdos y programas del PSOE, Ciudadanos y Unidos Podemos:
Resumidamente el PSOE y Ciudadanos proponen:
-
“Avanzar en la integración económica europea: hacia un
gobierno del euro”: Trabajar con todas las fuerzas políticas para forjar una
posición común sobre la reforma de la Unión Económica y Monetaria que implique
completar la Unión Bancaria, la puesta en marcha de una verdadera Unión Fiscal,
incluido un Tesoro Europeo y la Unión Social. La culminación de la Unión
Económica debe ir acompañada de mecanismos de refuerzo democrático y rendición
de cuentas ante los ciudadanos”.
Unidos-Podemos
defienden:
-
Nueva senda de reducción del
déficit: El
próximo gobierno deberá presentar y acordar con las autoridades europeas una
nueva senda de reducción del déficit público que resulte coherente con las
prioridades de nuestra economía: apuntalar la recuperación económica,
incrementar el ritmo de creación de empleo, impulsar inversiones públicas que
modifiquen el patrón de especialización industrial y fortalecer los servicios
sociales y el Estado del Bienestar para luchar contra las desigualdades.
-
40. Reforma de la gobernanza
económica en la UE:
Impulsar una reforma de las instituciones europeas que democratice la toma de
decisiones políticas y económicas en la Eurozona…
-
41. Reforma del Pacto de Estabilidad y
Crecimiento, y del Pacto Fiscal: El gobierno de cambio impulsará en las instituciones
europeas una reforma profunda del Pacto de Estabilidad y Crecimiento, y del
Pacto Fiscal, eliminando el 16 objetivo de equilibrio presupuestario
estructural y flexibilizando los objetivos de déficit…
-
42. Conferencia Europea de la
Deuda: Impulsar
una Conferencia Europea de Deuda que ponga en la agenda política de la Unión
Europea la reestructuración coordinada de las deudas públicas en el marco de la
zona euro…
En
definitiva, todos ellos, permanecen presos de la ilusión de la reforma de la
Unión Europea, en un sentido federal, fiscal, y de mutualización de la deuda. Un discurso impotente ante la UE “realmente
existente”.
Los dilemas y riesgos de
mantener la ilusión sobre la reforma de la UE
Las izquierdas del estado español, desde la socialdemocracia
socio-liberal, a Unidos-podemos, bajo la presión y amenazas de la Comisión
Europea, están emplazados a una definición, crucialpara su credibilidad, y la
cuestión decisiva es que hacer frente al euro y la Unión Europea.
Los partidos de gobierno que han gestionado las políticas de
ajuste y austeridad impuestas por la Troika, sin abordar la cuestión de fondo,
han sufrido un gran desgaste social y electoral. La crisis de hegemonía del
bipartidismo es inseparable de esta cuestión.
PSOE y PP, han sufrido la pérdida de parte sustancial de su
espacio electoral, en beneficio de Podemos y Ciudadanos.
El propio PSOE, ante los cantos de sirena del Partido Popular
para formar la “Gran coalición”, recuerda el suicidio del Pasok en Grecia,
siente el aliento en su nuca de Podemos, y ha hecho fracasar el intento de la
derecha española de formar gobierno.
Tras el “Brexit” la agudización de la crisis política en la
UE, hace menos creíble socialmente el discurso “reformista de izquierdas” de la
UE.
Mientras, se acercan las nuevas tormentas de la crisis
económica internacional y europea, la situación económica-social en España
sigue siendo muy grave, el desempleo supera el 20%, la pobreza y la desigualdad
aumentan, los factores favorables que explican el crecimiento económico en
España -en la actualidad en regresión- pueden agotarse en cualquier momento.
Las formaciones políticas que se proponen gobernar, o
realizar una oposición efectiva y movilizadora socialmente, no pueden seguir mirando
hacia otro lado ante las políticas neoliberales de la UE. Deben liberarse de la
presión de los poderes económicos-políticos y mediáticos que defienden por su
propio interés el “status quo” de la UE. Deben romper con las ataduras cuasi
religiosas e irracionales con una Unión Europea irreformable.
La presión y chantaje de la Comisión Europea sobre el déficit
público y efectuar un recorte presupuestario en 2017 de más de 15.000 millones,
que previsiblemente reducirá el gasto social, junto con el agotamiento a corto
plazo del fondo de reserva de las pensiones y la consiguiente amenaza de nueva
contrarreforma, aboca a severos conflictos sociales.
La cuestión nacional prosigue su tensión, agravada por la
renuncia a la soberanía popular en el estado español, y por tanto sin los
instrumentos económicos para dar una solución a los problemas reales que
“calientan” este conflicto histórico.
La inestabilidad política prolongada, sin soluciones que
vayan al fondo de la cuestión: salida del euro, el impago y reestructuración de
la deuda, desconexión de la UE, reorganización de la cooperación económica en
condiciones justas y de igualdad con los países del Sur de Europa, u otros,
puede entrar en una espiral de mayor crisis y convulsiones con el paso del
tiempo.
Los riesgos de descomposición política y social, de
desesperanza de la ciudadanía ante la frustración de padecer políticas de mayor
ajuste y austeridad, que agravan la situación económica, y abocan a estados
fallidos, como vemos en Grecia, pueden extenderse a otros países.
El riesgo de degradación de la situación económica, acumulará
un enorme coste, y hará más difícil la salida inevitable de la Unión Europea
antisocial.
El riesgo, que tarde o temprano, la derecha populista se
reorganice siguiendo la estela del Frente Nacional, u otras formaciones
similares, no puede subestimarse.
Hay que dar un paso al frente, y como siempre a lo largo del
curso de la historia, hay que cortar el correspondiente “nudo gordiano”,
“cruzar el Rubicón”, o asaltar el Palacio de Invierno. En estos momentos, y
tras la senda abierta por el Brexit, la izquierda transformadora debe levantar
la bandera de la recuperación de la soberanía popular, salir del euro y de esta
Unión Europea, forjando una amplia alianza emancipatoria con todas las fuerzas
políticas y sociales democráticas que compartan este objetivo.
Probablemente,la salida del euro no es suficiente para
alcanzar la transformación socialista, pero sin duda, es una condición “sine
quanon”.
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