Me gustan los sin permiso. Por Pedro Pablo Gómez
Nuestra
historia rica en ejemplos de actuaciones de valentía indiscutible
siempre contó con el accionar de los nativos de la isla de una forma
espontánea para fijar sus posiciones ante las realidades que se
enfrentaban sin haber solicitado permiso a nadie para ejecutar sus
convicciones y principios.
Así fue el
cacique Hatuey quien prefirió ser quemado ante la oferta de los
colonizadores españoles, antes de aceptar el yugo ofensivo dado para
obtener la libertad. Mas adelante el presbítero Félix Varela en medio de
la situación impuesta por el reino ibérico expreso su concepción de la
raíz de la cubanía.
En la lucha
por la independencia de Cuba sucedieron muchos actos heroicos por las
actitudes y manifestaciones expresadas por los independentistas durante
las distintas épocas transitadas, desde Céspedes cuando se levanto en
armas, Gómez, Maceos, Calixto, Quintín, Serafín, Agramonte hasta llegar
al preclaro José Martí que supo hilvanar la unidad necesaria para lograr
la victoria y así lograr la independencia de nuestra nación y se
mantiene vigente hoy en día su enseñanza para guía de todos los cubanos.
Después en
la era republicana hubo también muchos patriotas que con sus hechos,
manifestaciones patentizaron la rebeldía nacional contra el abuso, la
desigualdad, la discriminación y la entrega del país al poderoso vecino
del norte revuelto y brutal, que aún nos sigue pisoteando. Siempre ha
habido los Baliño, los Mella, Pablo de la Torriente, Guiteras, Martínez
Villena, Blas, Lázaro, Chibas, José Antonio. Y en eso llegó Fidel.
Hay tanto
ejemplo en nuestra historia que resulta casi imposible poder dejar
constancia escrita de todos los participantes en la lucha de la Sierra y
del Llano en un pequeño escrito. Desde los asaltos a los cuarteles
Moncada y Céspedes, la expedición del Granma, el Asalto al Palacio, La
Invasión de oriente a occidente, hasta llegar al triunfo del 1ro. De
enero. Todo lo antes referido sin pedir permiso para realizar los
hechos.
También más
recientemente. Tampoco pidieron permiso los que enfrentaron el cerco en
Cangamba, ni quienes enfrentaron a un enemigo con armas nucleares en
Cuito Cuanavale. Ni el padre de Elián para rechazar los millones que le
ofrecieron por traicionar a Fidel, ni nuestros Cinco héroes para
mantenerse firmes ante durísimas presiones, a pesar de no tener
comunicación con Cuba y permanecer meses aislados en un “hueco”.
Gracias a
muchos como ellos, hoy tenemos un país libre y soberano donde no hay que
pedir permiso para defender la Revolución. Con carné o sin carné, las
causas justas no necesitan tener permiso. Muy bien que nuestros jóvenes
se inspiren en esos ejemplos de quienes jamás aceptaron un centavo, un
coqueteo ni hicieron una concesión de principios a un enemigo que sigue
siendo el mismo.