viernes, 24 de agosto de 2018

Información: ¿conocimiento?, ¿verdad?, ¿libertad? Por David Noda*

por La pupila insomne
Antecedentes
Desde los orígenes mismos de la civilización humana el conocimiento ha sido un instrumento frecuentemente aplicado en función de establecer el control social y el sometimiento de las masas desprovistas de él. Es conocido que en la comunidad primitiva los sabios y curanderos gozaban de cierto rango, de cierta jerarquía con respecto a otros estatus de esa incipiente organización social en la que ya germinaba la división de clases.
Posteriormente la religión se convirtió en el nuevo mecanismo de dominación. Los reyes en varios sistemas esclavistas de la antigüedad eran considerados descendientes de los dioses y el temor a ellos infundido en el conocimiento colectivo imponía el sometimiento y la obediencia. Pero fue sin dudas en la Edad Media donde verdaderamente quedó demostrado como la falta de conocimiento, provocado por la hegemonización de la Iglesia Católica sobre todo el saber, legaron a la humanidad los años más oscuros en cuanto a avances científico-tecnológicos e ideológicos. El saber estuvo en este período subordinado a la fe y legitimado por la filosofía escolástica.
En esta etapa, el dominio del clero en la sociedad fue prácticamente absoluto.  La iglesia concentró un gran poder material y espiritual y logró establecer un orden único. De este modo creó un estado de ánimo apocalíptico, de huida del mundo y anhelo de muerte, provocó una permanente excitación religiosa, predicó el fin del mundo y el temor al juicio final, justificó las miserias como designio de Dios y prometió una mejor vida en el paraíso a los obedientes.
Actualidad
Pudiera parecer que el mundo de hoy, tecnológica y culturalmente tan avanzado, y con una cantidad ilimitada de formatos y medios de información, rompió las cadenas de la ignorancia y se alza libre de toda sujeción, y que cada persona potencialmente goza de la libertad de pensamiento que le proporciona su conocimiento, pero esto es una vaga ilusión. La mayoría de los seres humanos no controlan el proceso de obtención de conocimiento porque no controlan el sistema de producción de información, el cual es administrado intencionadamente a nivel mundial por instancias e intereses poderosos a partir de una compleja instrumentación en la que intervienen los medios de difusión y la industria cultural, incentivando una globalización ideológica.
Las transnacionales de la comunicación bombardean de información el subconsciente de miles de millones de personas, incapaces en su mayoría de discernir los verdaderos propósitos del discurso mediático. Claro que este no es un fenómeno aislado, al mecanismo se integra la industria cultural, que crea patrones, estereotipos, estandariza modos de vida, universaliza los valores propios del sistema capitalista, incentiva el consumismo, el egoísmo, la pérdida de las identidades locales y promueve construcciones erradas de la realidad que los individuos asumen como realidad verdadera e ideal debido a su exposición constante a los múltiples canales de esta industria y a la credibilidad que otorgan al sistema de medios.
Por otra parte, existe la desinformación, que a pesar de ser el fenómeno antagónico se utiliza con iguales propósitos. Verdades a medias, historias falsas, golpes de efecto, tergiversaciones, manipulación de los hechos, etc., pasan a formar parte de esa realidad ficticia.
Lamentablemente un gran porciento de esta información manipulada se encuentra en los medios de mayor consumo del mundo, lo que extiende su alcance a la inmensa mayoría de sus habitantes. La explicación de este fenómeno es simple. Los grandes monopolios informativos representan intereses corporativos y gubernamentales que son los intereses de la oligarquía: protección del sistema capitalista a partir del control de la ideología y la manipulación de las masas.
La extensión de ese conocimiento controlado por la información descontrolada alcanza con Internet su mayor grado de expresión ya que esta se convierte en el instrumento para llevar a los lugares más intrincados construcciones de la realidad que constituyen el mecanismo de control y sometimiento más sutil y a la vez eficiente en la historia de la civilización.
Escapar de esta tiranía del conocimiento inducido resulta imposible porque desde pequeños estamos recibiendo su influencia,  lo que podemos hacer es combatirla, reducir los efectos que sobre la libertad individual y colectiva genera.
Hay varias opciones que pueden ayudarnos a estar lo más cerca posible de la verdad. Debemos cuestionarnos todo lo que vemos, leemos o escuchamos, someter a un juicio crítico todo este contenido y no quedarnos en la superficie, sino profundizar en el tema, analizarlo desde los puntos de vista de cada instancia implicada, emplear la mayor cantidad de fuentes posibles y contrastarlas.
Debemos aprender a aprender; oír, ver, leerlo todo, pero no asumir que es cierto algo solo porque aparezca en la portada de un gran diario o en una cadena televisiva de renombre. La verdad es algo así como una ecuación matemática, antes de asumirla hay que realizar la comprobación. Para ser verdaderamente libres no basta pensar, es necesario pensar bien.
No obstante, la información vista con optimismo ofrece grandes posibilidades para mejorar al planeta y al ser humano a través de su uso responsable. No creo que sea la censura bajo ninguna circunstancia el medio indicado para combatir su lado oscuro. Las personas deben adquirir una cultura de medios que les permita por sí mismas saber a cuáles de ellos otorgar credibilidad, es por ello que resulta imprescindible educar a las masas en este sentido.  La solución no está en quitar piedras infinitas del camino, sino en aprender a esquivarlas para encontrar la verdad.
*Estudiante de periodismo de la Universidad de Matanzas 

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