jueves, 20 de noviembre de 2014

La corrupción como forma de gobierno: licencia para robar

Los auténticos antisistema. por Fran y Elia Olgoso

La corrupción como forma de gobierno: licencia para robar

logodocumentosRPSNi los organismos reguladores, como el BCE o el FMI, ni los ministerios de Hacienda, ni los gobiernos, ni los partidos de la Oposición, pudieron o quisieron amortiguar la llegada del tsunami. La burbuja hipotecaria y financiera estalló en sus narices y esparció el fango de la crisis por todos los rincones.
Mientras esto pasaba… ¡Ellos estaban allí!
Lo paradójico de la crisis es que trajo consigo el descorche de otra burbuja, la de la corrupción. La Constitución de 1978 nos llenó los pulmones de democracia, pero tarde hemos descubierto que el oxígeno que la alimentaba se ha ido viciando hasta hacerse irrespirable. De nuestra ingenuidad democrática se han aprovechado los buitres seculares: las élites del poder. Da igual los nombres y apellidos de la carroña, siempre son los mismos. Lo que han hecho ha sido pervertir el sistema democrático, utilizándolo y adaptándolo a sus intereses.
Las mayorías absolutas, el escaso control de los organismos reguladores, que cobijan a los dos grandes partidos, la dudosa querencia de esos partidos a que haya una real y transparente separación de poderes y la connivencia de unos medios de comunicación financiados por grupos económicos que a su vez amparan a grupos políticos, han reducido la democracia al ejercicio de depositar una papeleta en una urna cada cuatro años y así avalar el autoritarismo del dinero. Este ejercicio maquiavélico ha llegado a su perfección, sobre todo, en el gobierno de las CCAA y en las Corporaciones Locales.
Mientras el sistema se utilizaba para joder al mismo sistema… ¡Ellos estaban allí!
Tanto han hablado los señores diputados de los peligrosos antisistema, tanto que han querido blindar plazas y calles para disolverlos, que han alentado en sus tertulias contra los “perroflautas”, cuando son ellos los que desde dentro han socavado las instituciones y se han saltado la legalidad que decían defender.
¿Qué ha pasado para que aquellos que se creían por encima del bien y del mal, por encima de los ciudadanos a los que se debían, a las leyes y a la justicia, hayan salido a la palestra en el contexto actual, uno tras otro, y se publiciten sus fechorías? El problema es que han estado muchos años chupando de la teta, pero la codicia les ha llevado a comerse la propia teta, y ni la justicia ni los medios de comunicación han podido ya mirar para otro lado.
El despilfarro de la Comunidad Valenciana, los ERE y los cursos de formación en Andalucía, los caciquismos políticos de Castilla-León y Murcia, la mafia política balear, las comisiones del 3% del clan Pujol-Ferrusola, las cuentas en Suiza, las Cajas de Ahorros, los clanes elitistas en los Ayuntamientos de la Comunidad de Madrid, haciendo negocios privados con lo público, ex ministros imputados, Cajas B y financiación ilegal de los partidos…han ido colocando puntos rojos en el mapa territorial hasta provocar un sonrojo generalizado.
Toda esta suciedad no surge de la noche a la mañana. Mientras la mierda se iba solidificando… ¡Ellos estaban allí!
Y llegaron los recortes. Según ellos, esos mismos ellos que estaban allí, suponía la única manera de salir de esta crisis “que ha venido y yo no sé cómo ha sido”, como decía la canción. Y mientras nos recortaban los salarios, las prestaciones, los trabajos, la educación, la sanidad, el futuro y hasta las ganas de vivir, ellos continuaban defraudando a Hacienda ,llevándose el dinero público(debería aparecer en el Congreso en letras bien grandes: “el dinero público es sagrado, porque es el sudor de todos los españoles”) para que ningún futuro les sorprenda cuando dejen lo ídem, disfrutando de cacerías y bacanales pagadas con tarjetas opacas y poniéndole candado a sus cuentas en paraísos fiscales.
Hay que ser una alimaña moral para poder dormir a pierna suelta haciendo lo que hacen, pasando lo que pasa: desde el nuevo Borbón, hasta un alcalde de Ayuntamiento. Son sociópatas, con una falta total de empatía ante el sufrimiento de la gente; parecen disfrutar con la violencia estructural en forma de recortes, paro, precariedad…
Sí, sí, sí ¡Ellos estaban allí!
Cuando se ha destapado el pastel, nos piden perdón. ¿Y tres padrenuestros y dos avemarías? No hay perdón que valga. Esto no es una escuela, ni un confesionario; esto es un país de ciudadanos asqueados de tanta mentira, tanta manipulación y tanta golfería.
Y ahora que han sido pillados los cuarenta ladrones, a Alí Babá le da por hablar de pactos de Estado, de impulsar nuevos mecanismos de control y de regeneración democrática. ¡Ahora! Y encima con el mismo discurso de palabrería hueca y de contenido vacío con el que nos llevan drogando durante treinta y cinco años. Ni aprenden ni escarmienta.
Continúan alejados de la realidad y sosteniéndose bajo el rancio paraguas de que los corruptos son unos pocos, cuando cada día que pasa vamos albergando la firme convicción de que los que dijeron ‘No a la corrupción’ son esos pocos a los que habrá que sacar en procesión. No son unos pocos, es el sistema entero de impunidad el que está corrompido.
Es tiempo de echar el cierre al caduco Régimen del 78 y abrir un tiempo nuevo; sin transacciones, con visión de ruptura y de esperanza en que es posible un mundo mejor, un país más igualitario y más justo. Una nueva y auténtica democracia.
Señores, claro que hay que acometer una regeneración democrática, pero ustedes…
¡Ya no pueden ni deben estar allí!

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