Diego Cañamero
Sindicalista del SAT y activista andaluz
Sindicalista del SAT y activista andaluz
Murió
Cayetana Fitz-James, Duquesa de Alba. Una mujer que como persona tiene
nuestro respeto, al igual que cualquier ser humano, pero que ha sido la
representante más conocida de esa clase de señoritos andaluces que han
mantenido en la miseria y el subdesarrollo crónico a nuestra tierra. Una
elite social que es responsable directa del drama del desempleo masivo
en el medio rural y de la pobreza extrema que hemos sufrido durante
siglos. Una clase acomodada, que normalmente vive en Madrid, que acapara
más de la mitad de la tierra cultivable de Andalucía, que recibe primas
europeas por ello, y que no da trabajo a sus gentes y es culpable de la
emigración y la despoblación del medio rural andaluz.
De las
escenas más penosas que se han visto por parte del Gobierno del PSOE en
la Junta, indudablemente la concesión del título de Hija Predilecta de
Andalucía a la duquesa de Alba, es la que se lleva la palma. Cayetana
representó el continuismo de la sociedad feudal en Andalucía hasta
nuestros días y no hay mayor humillación a un pueblo por parte de su
Gobierno que homenajear a sus verdugos.
El día que le
concedieron ese honor nosotros estábamos en la puerta, en la calle,
dejando claro que si alguien merece honores son las miles de jornaleras y
jornaleros que durante toda su vida se han quemado bajo el sol y han
regado los campos palmo a palmo con su sudor. Mientras Cayetana y los
suyos disfrutaban de todos los privilegios habidos y por haber, nuestra
gente tenía y aún tiene que mendigar en las puertas de las grandes
casonas señoriales las "peonás" suficientes para no pasar hambre.
Gloria
y honor para los ricos, para los nobles de sangre azul. Desprecio y
persecución para los pobres, para los que hartos de tanta injusticia
salen a la calle a combatirla. Salen a ocupar oficinas bancarias para
señalar a los ladrones de guante blanco, salen a ocupar fincas
improductivas para poner de manifiesto que mientras la duquesa de Alba
recibe tres millones de euros anuales por el simple hecho de poseer
34.000 hectáreas de tierra, los jornaleros cobran 213 euros mensuales de
subsidio agrario, ese tan denostado por la clase acomodada de Andalucía
y de fuera. O salen a expropiar alimentos de primera necesidad en las
grandes superficies para poner en evidencia que, mientras que somos
medalla de oro en malnutrición infantil, las multinacionales acumulan
alimentos de calidad y en cantidades extraordinarias en sus estanterías.
La
duquesa ha mantenido su fortuna y la ha ampliado a costa de las
jornaleras, de los inmigrantes sin papeles y a costa de unas leyes que a
ella la premian y a nosotros nos persiguen. Para nosotros, para los
jornaleros y para el Sindicato Andaluz de Trabajadores son las
detenciones y la represión: cerca de un millón de euros de multas,
peticiones de cárcel que suman ya mas de 140 años, 654 sindicalistas
procesados y sin visos de que esto tenga fin.
En los albores del
siglo XXI, Andalucía sigue admirando a sus explotadores, al menos lo
siguen haciendo sus gobiernos, sus leyes y la mayoría de sus medios de
comunicación y la prueba de ello es la capilla ardiente de la duquesa,
instalada en el salón más noble del Ayuntamiento de Sevilla.
Espero
que Cayetana sea la última jefa de la Casa de Alba y espero que esta
familia, sus empresas y todas las grandes fortunas se pongan al servicio
de los pueblos y no solo sirvan para el derroche y disfrute de unos
pocos privilegiados.
En el siglo XXI las duquesas, las marquesas y
los condes son un insulto para los ciudadanos, pero aún más para las
personas que están justo en el otro extremo de la escala social, como
son las jornaleras y los jornaleros de Andalucía.
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