¿Por qué Raúl Castro no
recibió al Ministro español García-Margallo? Más allá de la propaganda
mediática del régimen español
José Manzaneda, coordinador de Cubainformación.- El Ministro
de Asuntos Exteriores de España, José Manuel García-Margallo, se entrevistó en
La Habana con varios representantes del Gobierno cubano (1). Pero no fue
recibido por el Presidente Raúl Castro, lo que ha sido calificado por los
grandes medios españoles como “plante” (2), “plantón” (3) o “desplante” (4).
Algunos buscaban retorcidas explicaciones, como el canal Antena 3 (5): “La
entrevista con el Presidente cubano –explicaba una de las presentadoras del
informativo- no figuraba en el programa oficial, pero se daba por descontada.
El motivo del desplante tendría su origen en la conferencia pronunciada el día
anterior, en la que Margallo hizo un detallado recorrido por la transición
española y dijo que se podía aplicar a Cuba, aunque no citó a la Isla
directamente”.
Esta explicación parece poco coherente, si tenemos en cuenta
que la citada conferencia fue organizada por el propio Gobierno cubano, y su
título anunciado no dejaba lugar a la sorpresa: "Vivir la transición. Una
visión biográfica del cambio en España" (6). Ningún malestar posible, por
tanto, en el Gobierno cubano, que invitó a la conferencia –según el diario
español El País- a cerca de “medio millar” de personas (7). Este medio –por cierto-
trataba de poner el habitual toque de intriga, al subrayar que al acto solo se
podía acceder “por rigurosa invitación y hasta la prensa acreditada tuvo
problemas para acceder al salón”. Suponemos que el periodista de El País no ha
asistido nunca a una conferencia en Madrid de un ministro extranjero, para
poder conocer de cerca qué son “problemas de acceso” y qué significa acudir
“por rigurosa invitación”.
Medios españoles aún más a la derecha añadían toques épicos
a la citada conferencia del ministro. El ABC afirmaba que Margallo “aprovechó
(...) para ensalzar la Transición española y su rumbo hacia las libertades”, en
una “contundente y valiente defensa de la democracia” (8).
El mensaje único de toda la prensa española, sin excepción,
ha sido que el ministro español lanzó un “guiño”, un mensaje implícito al
Gobierno cubano. “Ninguna referencia expresa a Cuba –interpretaba la Enviada
especial de Televisión Española Yolanda Álvarez- en una conferencia cargada de
guiños” (9).
Porque, si hay algo incrustado en el imaginario mediático
español –e impuesto en la opinión pública-, es el paralelismo entre la
Revolución cubana y el franquismo español (10), cuyo final común e inevitable
sería un “transición” a un supuesto sistema “democrático”. “El consenso, el
pluralismo político o el deseo de concordia –oíamos en Televisión Española- son
algunos de los valores de la transición española que Margallo ha destacado en
Cuba, un país comunista que trata de actualizar su sistema económico pero donde
de momento no se habla de reformas democráticas” (11). “A ver si España puede
tener un cierto papel –declaraba a Antena 3 un profesor de la Universidad
privada San Pablo, entrevistado en calidad de “experto”- en un proceso de
supuesta democratización de Cuba” (12).
De ahí que la palabra “régimen” –término empleado como
sustitutivo de “dictadura”-, de igual modo que fue empleado por el movimiento
antifascista para señalar al franquismo, ahora es utilizado por los medios para
denominar al Gobierno revolucionario cubano (13) (14) (15).
Pero, dejando a un lado la citada conferencia, el viaje del
ministro español García-Margallo sí tuvo detalles de una insultante arrogancia.
Porque ¿se imaginan que un Ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, en una
rueda de prensa en Madrid, pidiera al Gobierno español la nacionalización de la
banca, la paralización de los recortes sociales, o un aumento del sector
público en la economía? Pues es exactamente lo que hizo José Manuel
García-Margallo en La Habana: dictar lecciones a Cuba –entre otros aspectos- de
lo que debe hacer con su economía. “España desearía un ritmo más rápido en
las reformas económicas iniciadas en Cuba que den un margen mayor a la
iniciativa privada y a la inversión extranjera” (16).
Esta intromisión reiterada en la política interna de Cuba
sí puede explicar por qué el Presidente Raúl Castro –que ha recibido a cargos
extranjeros de menor rango (17)- no recibiera al ministro de Exteriores
español.
Recordemos cómo García-Margallo, al asumir su cargo en
2011, aseguró que no viajaría a Cuba sin reunirse allí con la llamada
“disidencia” (18). Hace unos días se desdecía, y lo justificaba por un “cambio
de las circunstancias” (19). El propio García-Margallo reconocía en Onda Cero
que tal “cambio de las circunstancias” no es otro que el fracaso del intento de
aislamiento internacional a Cuba llevado a cabo por EEUU, España y la Unión
Europea: “Desde el punto de vista internacional la situación ha cambiado de
forma dramática. Cuba, que en el año 1996, cuando la Unión Europea adoptó la
Posición Común, estaba aislada, hoy tiene un papel fundamental no sólo en el
ALBA (países de la Alianza Bolivariana), sino también en UNASUR (Unión de
Naciones Suramericanas), y ha presidido la CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños), que es
el organismo regional con el que se entiende la Unión Europea” (20).
Mientras, siete expresos “disidentes” cubanos –siete-
protestaban por este viaje ante la sede en Madrid del Partido Popular, al que
acusaban de haberlos manipulado “para que nos peleáramos –palabras textuales-
con el gobierno anterior (del PSOE)” (21). La fotografía de estas siete
personas no solo refleja el poder de convocatoria de este supuesto “exilio
opositor” cubano. También ilustra a la perfección el “cambio de las circunstancias”
en la geopolítica española en relación a Cuba.
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