Lenin, el águila de las montañas
Escrito por Redacción. Jueves, 13 Noviembre 2014
Maité Campillo
Un corto paseo y encontrarán dentro del corazón del barrio
OtxarKoaga, los bustos de Marx y Lenin, rodeados del empeño insistente
de Pa. . .Ya, eta Boltxe Kolektiboa.
El capitalismo es el genocida más respetado del mundo, el socialismo económico sin la moral comunista no me interesa (Ernesto Guevara, "Che", internacionalista, héroe de la revolución cubana)
Desde este lado del mundo que les estoy escribiendo. . .
Fluye emotiva la vida entre el impulso de los sueños, más allá de los
brazos de Marijaiak que abarca el botxo de la ciudad entre puentes y
ría, ubico fugaces los personajes que representan el “que hacer” de
estas notas, personajes de carne y hueso que van curtiendo la historia dentro
de un barrio obrero combativo; ahí es que podrán encontrarles este 15
de noviembre, una y mil veces les podrán encontrar año tras año,
rindiendo homenaje emotivo al águila de las montañas; entre las faldas
de la ciudad llamada Bilbo, o Bilbao, en otras épocas conocida como la
ciudad de hombres y mujeres forjadores del hierro. Un
paseo por sus alrededores, al margen de la pintoresca estampa del museo
modernista de cuyo nombre no quiero acordarme; lo dicho, un corto paseo y
encontrarán dentro del corazón del barrioOtxarkoaga, los bustos de Marx y Lenin, rodeados del empeño insistente de Pa. . .Ya, eta Boltxe Kolektiboa. Lenin Eguna (2014), es
un día en que los claveles rojos se sienten en su ambiente de purito
frescos, entre edificios colmena y un pequeño parque sobre el que
revolotean los sueños de una parte de sus habitantes. Es empeño
leninista, el que carga de amistad internacionalista una de sus alas,
mientras agitan la otra que revolotea a ritmo aurresku; ojito,
pues, que en ocasiones aparece el xirimiri, pero siempre en son boltxe;
asoma entre las montañas de la ciudad, reverdeciendo cosechas que
deberían seguir siendo, para que broten sobre el asfalto. Ahí es que
podemos encontrar a Lenin, en el trajín de esos pasos. Hablamos
de la buena gente, de amistad internacional reivindicativa,
alternativa, cultural, festiva, de carácter tan social como popular, un
akelarre de ilusiones y desenfreno de compromisos con la libertad. . . ¿De
qué sirve decir la verdad sobre el fascismo que se condena si no se
dice nada contra el capitalismo que lo origina? Una verdad de este
género no reporta ninguna utilidad práctica (Bertolt Brecht).
Era la víspera de la Revolución de Octubre, cuando millones de
obreros, campesinos y soldados, empujados por la crisis en la
retaguardia y en el frente, exigían la paz y la libertad; cuando los
generales de la burguesía preparaban la instauración de una dictadura
militar, con el objetivo de llevar la guerra ‘hasta el fin’; cuando toda
la supuesta ‘opinión pública’ y todos los supuestos ‘partidos
socialistas’ eran hostiles a los bolcheviques y los calificaban de
‘espías alemanes’; cuando Kerensky tentaba hundir al Partido de los
bolcheviques en la ilegalidad y ya lo consiguió en parte; cuando los
ejércitos, todavía poderosos y disciplinados, de la coalición
austro-alemana, se erguían ante nuestros ejércitos cansinos y en estado
de descomposición, y los ‘socialistas’ de Europa occidental continuaban
manteniendo tranquilamente el bloque con sus gobiernos, con el objetivo
de proseguir ‘la guerra hasta la victoria completa’. . . ¿Qué
significaba desencadenar una insurrección en aquel momento? Desencadenar
una insurrección en esas condiciones era arriesgar todo. Mas Lenin no
temía arriesgarlo, porque sabía y veía con su ojear clarividente que la
insurrección era inevitable, que la insurrección vencería, que la
insurrección en Rusia prepararía el fin de la guerra imperialista, que
la insurrección en Rusia pondría de pie a las masas agotadas de
Occidente, que la insurrección en Rusia transformaría la guerra
imperialista en guerra civil, que de esta insurrección nacería la
República de los Soviets, que la República de los Soviets serviría de
baluarte al movimiento revolucionario del mundo entero (lósif
Vissariónovich Stalin)
Existen hilos conductores que convergen en desesperada lucha en el
mundo, contra el gran capital del derroche y la opulencia degenerativa,
símbolos de la heroicidad histórica de nuestros días donde se forja la
denuncia artística, literaria, paisajista, ideológica, compromiso
político y futuro como pan de cada día. Desde esa siembra abrazan el
mundo saltando mugas, vinculándose entre océanos como hermanos de la
misma condición; son calcio de historia, vitamina D, su
internacionalismo. Astro entre las estrellas, que en otros tiempos
fueron portadoras de amistad, militancia, y compromiso. Astro que abrirá
las puertas de los pueblos a la libertad, por ello, a los que lucharon y
siguen luchando se les aclama y recibe; la txalaparta es protagonista,
trina en manos de otro mundo posible, donde la marginación sirva para
apartar el terror del terrorismo de estado. Astro iluminando estrellas,
personajes con esencia marina entre valles, caseríos y montañas que
recorren sus frentes en estampidas de sudor y lucha por el réquiem de la
memoria, todo está guardado en la memoria. Arropa la música hasta el
lamento, Euskal Herria es cantera entre Zorzico, Ariñari, txalaparta, trikitixa, cantos, gorak, txupinazo y txikiteo. . .
En 1988 me encontraba en lo que hasta entonces aún se llamaba la
Unión Soviética (URSS). El gobierno lo presidia el más traidor y vendido
de los últimos presidentes que había tenido la URSS, Mijail Gorbachov;
su paz, democraciaUSA, derrapó sobre su frente señalando al traidor por
entonces más relevante por antisocial. Ya para entonces el país estaba
más vendido que el Sahara a la dinastía parásita de Marruecos por los no
menos parásitos españoles; yanquis y alemanes andaban 'como Pedro' por
su casa. Ahhhhh. . .
Pero no sólo había un traidor en el Kremlin! No. Traidores hubo en la
Duma, en el propio Partido Comunista y organización juvenil, por igual
la corrupción en los sindicatos e indudablemente en el llamado ejército
rojo. . .¿Existía un ejército rojo?, ya tiempo que la URSS no era la
Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, ya tiempo que sólo existían
mafiosos en el poder, ya tiempo que en el poder de los soviets
predominaban los vendidos al imperio gringo, ya tiempo, mucho tiempo,
que estaban alejados de la clase trabajadora, del sentido revolucionario
de la palabra, de las capas más marginales, de los pueblos de las
repúblicas, del internacionalismo. Serían por supuesto los que más tarde
dominarían la economía, política, medios informativos y los que se
quedaron con las mejores empresas, petroleo, edificios, transporte,
comunicaciones, armas, sanidad, con todo lo que olía a dinero se
quedaron; ¿y al pueblo?, capitalismo duro de purito crudo, sus fieles
desertores del ejercito ruso, esos mandos mimados por el actual
capitalismo, veranean varios meses seguidos del lado del sol d`esa
España de charanga y pandereta, cerrado y sacristía.
En la fecha señalada me encontraba en Moscú, acompañaba un grupo
numeroso, mayoría gipuzkoanos, bizkainos y mas culturas; aún se podía
disfrutar en determinados ambientes un oxígeno que pudo haber sido en
tiempos de Lenin, y conocer lo que aún merecía la pena conocer por su
rebosante sensibilidad receptiva y cariño: al pueblo moscovita, su
historia, su cultura; en una palabra, lo que aún quedaba del glorioso
octubre rojo, que además de la impactante hermosura histórica, aún
presentes 'casi intactos' sus impresionantes museos, librerías, las
inolvidables sin parangón tiendas de música con precios accesibles, el
multitudinario rastro, en el que ya se empezaba a vender 'la rapiña',
banderas históricas y otros símbolos preciosos, artesanía impactante,
también chaspas históricas como si fuera chatarra que ya no servía a la
Perestroika, ese invento yanqui para desbaratar el Estado de los
soviets. Lo más impresionante, inolvidable para mi, el primer día que
presencié por vez primera la plaza Roja, y participar en una
manifestación de miles de personas reivindicando a los históricos,
cientos de pancartas y estandartes, decenas de banderas rojas a la
entrada de la plaza Roja y del mausoleo de Lenin, cantar la
internacional puño en alto con todos ellos en ruso, hojas con la canción
y fecha en la que se tomó el Palacio de Invierno, presidida por varios
de sus héroes históricos, francamente conmovedor.Estaba segura
que Vladímir, el águila de las montañas, el gran revolucionario ruso,
estaba ahí, lo sentía entre ellos gozoso y feliz de su gente, con su
gorra y su sonrisa, su optimismo de clase, caminando por la explanada de
la inmensa y bella, emotiva e inolvidable plaza Roja.
Iban pasando los días de mi instancia, entre encuentros, reuniones,
vivencias emotivas, presentaciones, y caminatas por los barrios más
alejados de la puntillita de los popes que se percibía como canto a la
expansiva burocracia capitalista que ya se olfateaba; gracias al
excelente, limpio y rápido metro moscovita, museo bajo tierra. Conocí la
ciudad de Leningrado, hoy llamada por la gracia perestroika y sus
tenebrosos popes, San Petersburgo, igualmente llamada Petrogrado hasta
la muerte de Lenin. Leningrado, conocida como la Venecia rusa por los
canales que surten la ciudad. Fundada por el zar Pedro el Grande, el 16
de mayo de 1703, con la intención de convertirla en la 'ventana de Rusia
hacia el mundo occidental'; a partir de entonces, fue capital del
Imperio ruso por más de doscientos años. . . Y, con el estallido de la
Revolución rusa, se convirtió en el centro de la rebelión. En marzo de
1918 la capital fue trasladada a Moscú. En enero de 1924, tras la
victoria bolchevique, la creación de la Unión Soviética (1922) y el
fallecimiento de Lenin (1924), San Petersurgo cambió su nombre a
Leningrado, en honor al gran dirigente de la revolución.
Durante la Segunda Guerra Mundial, tuvo lugar el cerco de Leningrado,
que se mantuvo por 29 meses, en los cuales los nazis bombardearon
constantemente la ciudad y la bloquearon para que no pudiera
abastecerse, murieron más de un millón y medio de personas. Tras la
derrota de Alemania, en 1945, la ciudad fue nombrada Ciudad heroica por
los revolucionarios soviéticos. En 1917, San Petersburgo, vio los
primeros movimientos de la Revolución rusa; se destituyó al zar Nicolás
II de su cargo y se instaló en la ciudad el Gobierno provisional; en
octubre una segunda fase de la revolución hizo que el poder pasase a los
Sóviets y se formó el primer gobierno soviético de bolcheviques y
socialistas revolucionarios (SR) de izquierda, el Sovnarkom.
También me impresionó enormemente el primer día que pisé sobre la
entrada hacia la Plaza del Palacio de Invierno, por esa puerta tan
emblemática e histórica de aquél domingo sangriento de 1905, y la
Revolución Boltxevique del 1917; no tanto el Hermitage, dónde te pierdes
entre salas y más salas, enormes salones, pasillos, sótanos llenos de
cuadros y esculturas. . . Lo gratificante, es que allí indudablemente,
también estaba Lenin al frente de los Sóviets avanzando hacia la toma
del palacio; y yo dejándome llevar por el pasado arrollador, quizá de
escenas fílmicas, de aquel acontecimiento histórico que marcó la vida de
miles de revolucionarios de todo el mundo.
Mi recuerdo se posa como alas de mariposa sobre el camino rojo, tren
además de bonito y cómodo, idílico en cuanto ambiente; a través de él
empecé a revivir la revolución rusa, con sus banderas rojas en cabeza
irrumpiendo sobre vías, caminos, atravesando pueblos cercanos a las
montañas, desiertos, bosques; muchas horas de tren, de convivencia entre
vagones, recorriendo parte de las tierras rusas para llegar a la
Ucrania (aún) soviética. En Kiev, conocí un pueblo tranquilo, más
campesino, alegre y trabajador, dónde en la plaza (ahora de los nazis),
se discutía en alegres asambleas públicas sobre lo humano y lo divino,
sobre política, deportes, cultura, se leía y analizaba enormes carteles y
convocatorias; en fin, la vida fluía como manantial caudaloso de agua
fresca; allí también estaba Lenin entre ellos, en la sonrisa de sus
habitantes el líder de la revolución, entre los trabajadores cantando se
encontraba entre las cosechas y los cientos de flores que se vendían,
flores entre las barandas de trenes, metro, esculturas, en todas las
partes, mis manos se llenaban de flores tan sólo con mirar los ojos de
aquellas mujeres campesinas.
Volví a Moscú para asistir a varias de las obras de teatro y danza
programadas; Moscú irradiaba aún de espectáculos asequibles para todos,
de circo y música dónde el pueblo moscovita asistía entusiasmado para
recibir su dosis de cultura prácticamente gratuita. El tiempo pasa,
cargada de libros, discos e instrumentos musicales, empecé a despedirme,
triste, nostálgica, sabía que no habría ya de volver al corazón del
mundo hasta entonces. Había llegado la hora de despedirme de algunas de
las abuelas de la república exiliadas con hijos y nietos ya rusos,
viejitas pero con una memoria del carajo; también de algunos de los
llamados niños de la guerra, seres entrañables, difícil de describir su
sentimiento, sensibilidad, educación, su mirada y cariño trasmitido.
Salí de la tierra de Lenin llena de ilusión, y mucha pena (la decadencia
era ya una evidencia a voces), no fue fácil, ver lo que estaban ya
maniobrando con un pueblo tan digno como valiente; el que logró vencer
al ejército más potente y sanguinario de Europa, el que luchó hasta
derrocarlo, a pesar de sufrir la muerte de más de veinte millones de
personas. . .
La palabra aclama hechos e historia, testimonio que alumbra irguiendo
el machete campesino, bosquejos que fertiliza otoños con la revolución
rusa como protagonista; asaltar los cientos, miles de palacios de
invierno en el mundo, es una puesta en común sin etiquetas, se es o no
se es, para que echar a volar no cueste tan caro. Pelear la paz de hoy
no incluye cargar con la paloma de la “democracia”. El sistema del
método capitalista no favorece nuestras trincheras, como supervivencia
sirve luchar. No al impulso colorista o folclorista que siembra al
capitalismo en nuestros campos. No a los pastorcillos ni patroncillos
Wojtyla. Ya nos ha cagado bastante en la historia la paz importada de
Roma al mundo; contra la impotencia, que genera la ley genocida de la
imposición, ninguno te pregunta si tienes o no trabajo, sólo que les
conviertas en protagonistas del sistema que te aliena, ¿eso qué es,
progresismo, o feudalismo? Las lluvias avanzan en puñal rojo de
esperanza; brota sobre los 'cuentos chinos' nuestra historia, la
historia revolucionaria, no hay marcha atrás.
El pacifismo y la prédica abstracta de la paz, son una forma
de embaucar a la clase obrera y que no se rebele contra su opresor, la
verdad es siempre revolucionaria (Vladimir Lenin)
Maité Campillo (actriz y directora de teatro)
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