Fernández Díaz, mete a los corruptos en tu casa
Xoán Perillán⎮Diagonal⎮12/12/14
Este jueves amanecíamos con otro gran
titular que nos recordaba bien en qué país vivimos, y quién es nuestro
Gobierno. Salida de ese paladín de los Derechos Humanos llamado Jorge
Fernandez Díaz, ese tallador de discursos y encandilador de masas, la
frase trataba de responder a las críticas de quienes denuncian la infamia de la legalización de las devoluciones en caliente en la Nueva Ley de Seguridad Ciudadana.
Disposición añadida a última hora como enmienda, por cierto, para
saltarse el procedimiento habitual y reformar de forma encubierta la Ley
de Extranjería, como ha denunciado Amnistía Internacional.
Refiriéndose a los migrantes que malviven en el monte Gurugú,el ministro ha declarado: “Si
me dan la dirección donde podemos trasladar a esa pobre gente y
garantizan su manutención y que les dan trabajo, le aseguro que les
enviamos. Pero hay mucha hipocresía”. Una frase abrumadora.
Cuando uno sale del shock provocado en un primer momento, un profundo
sentimiento de vergüenza nos pone los pies en la tierra. El que habla es
nuestro ministro del Interior.
Continúa su discurso alegando que a
humanitario a él no le gana nadie, y que en ese tema no acepta
lecciones. Eso no lo dudamos, señor ministro, por algo en su discurso
añade usted lo de “pobre gente”, y es que sabemos de su sensibilidad en
cuanto a seres humanos se refiere. También sabemos de su devoción
católica y humanista, a la que también ha hecho referencia recientemente
cuando la Iglesia Católica le ha reprehendido por la misma legalización de las devoluciones en caliente.Lo que más nos cuesta digerir, señor ministro, es pensar que gente como ustedes estén dirigiendo nuestras vidas
Y no digamos lo de acuerdo que estamos con la frase de “hay mucha hipocresía”. Muy de acuerdo. Desde luego que muchos
políticos europeos le echan morro al hacer públicas declaraciones
contra las devoluciones en caliente cuando sabemos que de lo que se
trata es de la Frontera Sur de Europa y no sólo de España, que
la política migratoria española es parte de las políticas comunitarias y
que el deporte favorito de la UE ha sido en los últimos años pagar al
mercenario Reino de Marruecos para que le haga el trabajo sucio mientras
ellos se llenan la boca con discursos sobre Derechos Humanos. Lo
sabemos. Pero desde luego usted, como ministro del Interior y principal
implicado en la situación, no es quien para hablar de hipocresía.
Pero lo que más nos cuesta digerir, señor ministro, es pensar que gente como ustedes estén dirigiendo nuestras vidas.
Decir que si no nos gustan las violaciones de Derechos Humanos y el
incumplimiento de las leyes de Extranjería, lo mejor que podemos hacer
es meter a los migrantes en nuestra casa, es tan soez y vergonzoso que
es difícil darle crédito. Es un comentario propio de un ‘facha’ de boina
en un bar con los amigotes. Aunque quizas eso es en lo que se ha
convertido su partido, después de todo.
Por nuestra parte, a nosotros nos viene a la cabeza lo mucho que nos
gustaría que hicieran lo propio con los miles de corruptos y mafiosos
de su partido, los enchufados, los curas pederastas, el Opus Dei, los
jueces y militares franquistas, y toda esa chusma ‘made in Spain’ que de
verdad nos invade y que crecen como hongos cuando ustedes
ostentan el poder. Pero no solo no los meten en sus casas, sino que a
esos los mantenemos entre todos, con dinero público. Si cada uno tuviera
que mantener a los suyos, no vea la de problemas que ustedes tendrían,
porque de su bando solo tienen parásitos y chupasangres. Del nuestro,
trabajadores que quieren un futuro mejor.
Pero el problema es que en esta situación no se trata de su casa o de la nuestra, sino de los derechos de las personas, que no pueden ser vulnerados sean quien sean y vengan de donde vengan.
Pero claro, el enemigo para ustedes son
estos migrantes que quieren cruzar a Europa a buscar trabajo. “Ya me
gustaría a mi que vinieran todos si así se solucionara el problema”, nos
dice. Seguro que sí. Pero claro, aquí no hay trabajo para todos. No
claro, cómo lo va a haber, si no hay trabajo para nadie. Después de años
de sus políticas neoliberales, ni trabajo, ni casa ni derechos. Cómo lo
va a haber con la crisis que se han marcado, con la de empresas,
corporaciones y amigos a los que han enriquecido, con la de dinero que
han robado. En España se salvan bancos y no personas, eso nos lo han dejado claro. Los
que luchamos por los derechos de las personas, vengan de donde vengan,
estamos encantados de compartir nuestros espacios con migrantes, señor
Ministro
Como muestra de solidaridad con las migrantes, en Twitter la gente ha comenzado a protestar con el hastag #QueVenganAMiCasa.
Los que luchamos por los derechos de las personas, vengan de donde
vengan, estamos encantados de compartir nuestros espacios con migrantes y
con quien sea, señor ministro, pero es que aún por encima tampoco nos
dejan. La antes citada Ley Mordaza que nos imponen en breves en las callesincluye entre sus múltiples coerciones la penalización para aquellos que den ayuda o cobijo a inmigrantes irregulares.
Y aún por encima añade con cinismo “a no ser que se trate de ayuda
humanitaria”. Ya no sabemos si se trata de un chiste sin gracia o si el
ministro nos está incitando a incumplir la ley con sus declaraciones.
Suponemos que se trata de que no ha ni pensado lo que dice, como de
costumbre en el PP, porque para ser político en su partido no hace falta
mucho más que poca vergüenza y ganas de enriquecerse, como ya dijera en
su tiempo el ex-presidente del PP valenciano Vicente Sanz.
Ahora, para bancos, empresas y multinacionales sí hay sitio,
esos si que caben todos. Como el empresario Adelson y su proyecto de
Eurovegas, por el que estaban dispuestos a cambiar las leyes que hiciera
falta. Y si no se sabe de dónde vienen sus ganancias se les da una
amnistía fiscal y santas pascuas, e indultos de postre si se tercia,
como hizo Zapatero a los banqueros más corruptos.
Porque para el capital no hay fronteras, y si no que se lo digan a África.
Que le pregunten a las mismas personas nigerianas que saltan la valla
qué fronteras le ponen a Shell para que explote sus reservas de petróleo
sin que ellas vean ni un duro y la petrolera devaste su país como Atila
el Huno, donde no va a crecer ni una sola hierba como les sigan dejando
rienda suelta. Y si protestan se les mata, y si no que se lo digan a
Ken Saro Wiwa y los centenares de víctimas que los empresarios
occidentales tienen a sus espaldas. Tampoco los senegaleses o somalíes
quieren en su tierra a los barcos pesqueros europeos que han esquilmado
los bancos de peces en los que sus familias llevaban pescando cientos de
años, pero nadie les ha preguntado su opinión y ahora sus alternativas
son el hambre o la migración. Pero de eso no hablamos, porque eso, como
diría el facha de la boina en la taberna “es así y siempre ha sido así, y
tú no lo vas a cambiar”.
Pues bien. Si la realidad la vamos a
cambiar o no lo veremos, y estamos en ello. Ahora lo que nadie nos va a
quitar es la certeza de que nuestro enemigo no viene en patera, sinó en
limusina. Para nosotros la amenaza siempre serán ustedes, sus mentiras,
su hipocresía y sus políticas deshumanizadas.
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