Hay otras formas de entender la economía
Debería
aprovecharse la ventana que ha abierto Podemos para defender con rigor
aquellas propuestas que nacen desde la base y que implican un mayor
grado de transformación.
- Hay que poner sobre la mesa aquellas cuestiones que afectan a la compatibilidad entre los ritmos de la vida laboral y la vida privada.
- Echamos de menos una mayor presencia de la sensibilidad ecológica en la discusión sobre el modelo económico.
Economistas Sin Fronteras - Juan Luis del Pozo
Una
de las consecuencias de la irrupción de Podemos en el panorama político
español tras las últimas elecciones europeas tiene que ver con el hecho
de que, en la discusión pública, y más específicamente en el debate
económico, se han introducido algunos análisis y propuestas que hasta el
momento se habían promovido desde entornos fundamentalmente ligados con
el activismo y los movimientos de base y que, a pesar de haber sido
recogidas por algunas formaciones políticas, habían pasado totalmente
desapercibidas en los grandes medios. Así, con poco tiempo de rodaje, en
su primer programa para las elecciones europeas Podemos recogía algunas
iniciativas que venían impulsándose desde el tejido social, como la
renta básica universal o la auditoría ciudadana de la deuda.
No
deja de ser una cuestión sobre la cual quizás deberíamos reflexionar el
hecho de que algunos discursos encuentren tantas dificultades para
acceder al debate público en tanto en cuanto no los haga suyos una
figura mediática o vengan avalados por el éxito electoral. Lo cierto es
que la entrada de algunas de estas propuestas en la arena mediática ha
supuesto que hayan sido duramente criticadas, en muchas ocasiones sin
demasiado rigor, en la medida en que implican cambios en el equilibrio
de fuerzas actual o plantean dudas acerca de la posibilidad de que el
estado pueda financiarlas.
Las
buenas perspectivas electorales de Podemos han llevado, sin embargo, a
la formación a matizar algunas de sus apuestas iniciales. A finales de
noviembre la formación presentaba un documento marco
elaborado por los profesores Vicenç Navarro y Juan Torres López que
podría servir como referencia para desarrollar su nuevo programa
económico de cara al ciclo electoral que comienza el año que viene. Los
propios autores han querido recalcar que no se trata de un programa,
sino que las aportaciones recogidas en dicho documento pretenden
contribuir a la discusión y están abiertas a mejoras.
Simplificando
mucho podríamos decir que en su propuesta, los profesores Navarro y
Torres promueven unas políticas que inciden sobre el reparto de la
riqueza a través de la fiscalidad y pretenden recuperar la iniciativa
del estado y el sector público en la economía, así como reforzar el
debilitado estado del bienestar.
Sin
dejar de reconocer el valor de estas aportaciones, y recalcando por
encima de todo lo positivo que resulta el hecho de que la ciudadanía
tenga la oportunidad de conocer lecturas críticas sobre el origen de la
crisis y que existen políticas alternativas a la austeridad, hoy desde
estas líneas nos gustaría manifestar que, al margen de cálculos
electorales, debería aprovecharse la ventana que ha abierto Podemos para
mantener la discusión y defender con rigor aquellas propuestas que
nacen desde la base y que implican un mayor grado de transformación.
Recordemos que una de las razones por las cuales quizás Podemos ha
ilusionado tanto a la gente es porque ha surgido reconociendo y
respetando las dinámicas y el deseo de participación política que
catalizó el 15-M.
Pensamos,
en este sentido, que uno de los aspectos más interesantes del debate en
lo que a un modelo económico más justo y sostenible se refiere pasa por
poner sobre la mesa aquellas cuestiones que afectan a la compatibilidad
entre los ritmos de la vida laboral y la vida privada, un enfoque que
ha sido trabajado fundamentalmente desde la economía feminista y que
afecta a aspectos tan importantes como la organización del trabajo, el
reconocimiento del trabajo doméstico y de cuidados o el reparto
equitativo de las tareas de cuidados y de crianza entre el hombre y la
mujer, y entre la sociedad en su conjunto.
A nuestro juicio, propuestas como la renta básica o el trabajo garantizado ponen
adecuadamente de manifiesto estas cuestiones, especialmente en la
medida en que sitúan el punto de mira más allá de un concepto de pleno
empleo que ha quedado vacío y obsoleto para apoyarlo sobre la puesta en
valor de actividades y capacidades que no se encuentran “salarizadas” al
quedar fuera de los circuitos mercantiles y sin embargo generan un
beneficio indudable para la sociedad. Posiblemente el reto esté en
articularlas entre sí y con otras medidas como la reducción de la
jornada laboral a 35 horas semanales y el reparto del trabajo, el
aumento de la duración de los permisos de paternidad y maternidad, o la
defensa de los servicios públicos y del sistema de pensiones, las cuales
estarían asimismo relacionadas con este enfoque.
Asimismo,
echamos de menos una mayor presencia de la sensibilidad ecológica en la
discusión sobre el modelo económico. Esa sensibilidad debería, a
nuestro juicio, manifestarse en el planteamiento de una problemática que
nos parece urgente abordar, porque hablamos de que recuperar recursos
para el estado o, mejor dicho, para la ciudadanía, pero, ¿cómo
emplearlos?, ¿qué alternativas existen a un modelo basado en la
construcción, las infraestructuras y el turismo que, no solo ha tenido
unas consecuencias nefastas en términos de endeudamiento, sino también
resulta insostenible en términos medioambientales? Por otra parte, si se
habla de la reactivación de la demanda como motor de la recuperación
económica, ¿qué tipo de oferta y de demanda queremos fomentar?
Finalmente,
y en ejercicio de ese respeto a las dinámicas ciudadanas del que
hablábamos anteriormente, consideramos que sería positivo no centrar el
debate exclusivamente en lo macro y prestar una mayor atención a la que
se le ha prestado hasta ahora (y un mayor apoyo) a aquéllas iniciativas
que, en las esferas de la producción, la distribución y el consumo,
apuestan por un modo diferente de hacer economía, situando la
satisfacción de las necesidades de las personas en el centro en lugar de
perseguir la maximización del beneficio.
Unas
iniciativas que, sin renunciar a la sostenibilidad económica, tratan de
conjugar este aspecto con el respeto a los derechos laborales, a los
derechos de los consumidores, con la medición del impacto medioambiental
que provoca su actividad o con la puesta en valor de aspectos como la
democracia, la participación, la transparencia o la equidad de género.
Propuestas minoritarias hoy por hoy pero que ya han comenzado a
articularse en mercados sociales y podrían constituir el germen de una nueva forma de hacer economía.
Somos
conscientes de que los tiempos políticos y electorales no facilitan la
puesta en práctica de este tipo de políticas alternativas, de que su
éxito depende también en algunos casos de la posibilidad de establecer
redes y alianzas a nivel europeo. Sabemos que es necesario contar con
bases sociales amplias y comprometidas que sean capaces de sostenerlas, y
que actualmente algunas de estas propuestas implican cambios culturales
importantes. Precisamente por ese motivo, pensamos que hay que
aprovechar la coyuntura y el grado de exposición a la opinión pública
que se ha conseguido para explicarlas convenientemente y defenderlas con
rigor. Está en juego nuestro futuro.
Este artículo refleja exclusivamente la opinión de su autor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario