Si recuerdan, hace apenas unos meses la prensa internacional transmitía desde Atenas unas elecciones que se antojaban cruciales para la propia Grecia e incluso para el conjunto de Europa. La posibilidad de que Syriza (una agrupación de partidos de izquierdas no comunistas) ganara, traía en jaque a los mercados, la banca, la burguesía toda y sus medios de comunicación. Se hablaba de la salida de Grecia de la UE y de las consecuencias que eso tendría en la Europa moderna.
Ganó Syriza. El apoyo de amplios sectores sociales, junto al deseo de dejar atrás una forma de hacer política y robar por parte de las clases dominantes y sus dos adláteres ND y PASOK, pudo con todo un sistema (aparentemente).
Comenzaron luego unas negociaciones con la banca alemana y Merkel que se antojaban complejas. Era evidente que dentro del marco de la UE, euro, OTAN, recortes, austeridad, no hay salida para los pueblos. Un sector de Syriza quiso contar con el apoyo popular y se convocó un referéndum que ganaron por amplia mayoría. Luego Tsipras apostó por lo de siempre, el respeto genuflexo a las normas del capitalismo, a sus acreedores, a todo lo que dijesen desde la Troika. Traición o siempre estuvo en la cabeza de Tsipras ese ideario, tal y como denuncian los comunistas (KKE), el caso es que hoy votan los griegos en medio de la desesperanza más absoluta. Las urnas decidirán quién será el lacayo-administrador de la Troika, pero también quién sacará la represión a las calles cuando los sectores más conscientes de la sociedad helena salgan a las calles. La lucha no se detiene ni con las urnas.
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