Violencia capitalista
Represión a periodistas
No se puede asesinar la verdad asesinando periodistas. Se trata de una consigna que en las últimas semanas se ha escuchado mucho y no es para menos; tan sólo en el mes de marzo siete periodistas fueron baleados en todo el país y tres de ellos murieron. Fueron asesinados afuera de sus casas, sentados en sus autos, saliendo de un restaurante o mientras hacían un reportaje por hombres armados que desaparecieron sin dejar rastro. En lo que va de este año han sido asesinados siete comunicadores y al menos 126 desde el año 2000.En muchos medios, sobre todo en los que gustan de justificar cierto tipo de violencia (la represión política, por ejemplo), voltean únicamente hacia el narcotráfico y la violencia asociada a este gran negocio que es la producción, trasiego y venta de drogas. Un gran negocio capitalista, donde la principal mercancía es la muerte. Y es que en el capitalismo la violencia tiende a crecer, la violencia es el mecanismo principal de la política y la economía, de ahí la explotación del trabajo ajeno, la represión y las amenazas, la cárcel política, los funcionarios impuestos a toletazos.
Finalmente, el narcotráfico es uno de los grandes negocios capitalistas: empresas ilegales, millonarias, con sus propios ejércitos privados. Matones que ocupan comunidades y despojan a los habitantes de su patrimonio, que secuestran, que cobran impuestos, etcétera. Sí, todo eso lo conocemos; sin embargo, los mismos periodistas han denunciado que la principal fuente de agresión y amenazas son servidores públicos de todos los niveles.
El caso más reciente de violencia contra periodistas es el asesinato de Javier Valdez, un reconocido periodista mexicano que por años cubrió temas de narcotráfico desde el estado norteño de Sinaloa, asesinado cerca del semanario donde trabajaba. Fue uno de los fundadores de Ríodoce y también era corresponsal del diario La Jornada, así como autor de varios libros. En el último, Narcoperiodismo, abordó la relación de la prensa y el crimen organizado, pero además había realizado múltiples investigaciones, entre otros temas, sobre menores (los libros Huérfanos del narco y Los morros del narco) y sobre el papel de las mujeres y la delincuencia (Miss Narco).
Además de este caso, en los últimos meses han sido asesinados Filiberto Álvarez Landeros, periodista, poeta y locutor de Morelos, el 29 de abril; el periodista Maximino Rodríguez, reportero del Colectivo Pericú, el 14 de abril, en La Paz, Baja California Sur; la periodista y corresponsal de La Jornada, Miroslava Breach, asesinada en Chihuahua, Chihuahua, el pasado 23 de marzo, cuando la comunicadora llevaba a su hijo a la escuela. Breach había escrito recientemente sobre los lazos del narcotráfico con ciertos políticos de su estado. Ella informó que centenares de familias desplazadas de las comunidades y pueblos serranos de Chihuahua perdieron sus casas, ganado y tierras a manos de narcotraficantes que con amenazas de muerte les impidieron regresar; Ricardo Monlui Cabrera, dueño y director del portal El Político y editor de la columna Crisol de El Sol de Córdoba fue asesinado el 19 de marzo por varios sujetos que le dispararon cuando salía de un restaurante junto con su familia en Yanga, Veracruz.
La cuestión sobrepasa a la violencia asociada al narcotráfico, se trata en muchos casos de asesinatos políticos, como ocurrió con los reporteros asesinados durante el régimen del prófugo Javier Duarte. Noel López Olguín, hallado muerto el 1 de junio de 2011 cerca de Jáltipan, Veracruz; Miguel Ángel López Velasco, asesinado la madrugada del 20 de junio de 2011 junto con su esposa y uno de sus hijos dentro de su domicilio en el puerto de Veracruz; Regina Martínez, corresponsal de Proceso en Veracruz, hallada muerta el 28 de abril de 2012 en su domicilio, en Xalapa. El 3 de mayo de 2012, menos de una semana después del asesinato de Regina, los cuerpos de los reporteros gráficos Guillermo Luna, Gabriel Huge y Esteban Rodríguez fueron encontrados en un canal de aguas negras en el municipio de Boca del Río.
Víctor Manuel Báez Chino, reportero de Milenio Xalapa y director de la página Reporteros Policiacos, fue hallado muerto en Xalapa el 14 de junio de 2012; Gregorio Jiménez, periodista de la sección policiaca de los diarios Notisur y Liberal del Sur, apareció muerto el 11 de febrero de 2014, aunque su secuestro se reportó el 6 de febrero. Rubén Espinosa, fotoperiodista autoexiliado de Veracruz, apareció asesinado el 1 de agosto de 2015 en un departamento de la colonia Narvarte, en la Ciudad de México, junto con tres mujeres.
¿A quién puede incomodar que se escriba y se divulgue la verdad? Se trata de mentirosos con poder, pero en el capitalismo sólo tienen poder los que pueden pagar a los matones que los sostienen. El ejército, los policías y los paramilitares sostienen el poder de los capitalistas como clase, incluidos los capos de los cárteles del narcotráfico. La cuestión de la violencia sobrepasa los límites de la violencia ejercida contra la profesión periodística sólo por ser incómoda, basta echar un ojo a los periódicos, a los asesinatos de mujeres, a los ataques paramilitares como los que han sufrido los compañeros del ejido El carrizal, a las masacres perpetradas impunemente por el ejército.
Se trata de la violencia generalizada, capitalista, contra toda la población. Ante este escenario, la pregunta obligada tiene que ser: “¿qué podemos hacer?” Si la violencia es ejercida por los capitalistas y el capitalismo se perpetúa en la miseria, la opresión, el hambre y la explotación, entonces debemos impulsar la organización del pueblo trabajador y la lucha por el socialismo, por construir un mundo más justo y libre, sin violencia, una lucha por la vida. El futuro le pertenece a los que luchan y sólo podremos vencer a la violencia si luchamos por el socialismo.
NOTA: Este artículo fue publicado como parte de la sección REPRESION del No. 26 de FRAGUA , órgano de prensa de la Organización de Lucha por la Emancipación Popular (OLEP), Junio-Julio 2017.
Finalmente, el narcotráfico es uno de los grandes negocios capitalistas: empresas ilegales, millonarias, con sus propios ejércitos privados. Matones que ocupan comunidades y despojan a los habitantes de su patrimonio, que secuestran, que cobran impuestos, etcétera. Sí, todo eso lo conocemos; sin embargo, los mismos periodistas han denunciado que la principal fuente de agresión y amenazas son servidores públicos de todos los niveles.
El caso más reciente de violencia contra periodistas es el asesinato de Javier Valdez, un reconocido periodista mexicano que por años cubrió temas de narcotráfico desde el estado norteño de Sinaloa, asesinado cerca del semanario donde trabajaba. Fue uno de los fundadores de Ríodoce y también era corresponsal del diario La Jornada, así como autor de varios libros. En el último, Narcoperiodismo, abordó la relación de la prensa y el crimen organizado, pero además había realizado múltiples investigaciones, entre otros temas, sobre menores (los libros Huérfanos del narco y Los morros del narco) y sobre el papel de las mujeres y la delincuencia (Miss Narco).
Además de este caso, en los últimos meses han sido asesinados Filiberto Álvarez Landeros, periodista, poeta y locutor de Morelos, el 29 de abril; el periodista Maximino Rodríguez, reportero del Colectivo Pericú, el 14 de abril, en La Paz, Baja California Sur; la periodista y corresponsal de La Jornada, Miroslava Breach, asesinada en Chihuahua, Chihuahua, el pasado 23 de marzo, cuando la comunicadora llevaba a su hijo a la escuela. Breach había escrito recientemente sobre los lazos del narcotráfico con ciertos políticos de su estado. Ella informó que centenares de familias desplazadas de las comunidades y pueblos serranos de Chihuahua perdieron sus casas, ganado y tierras a manos de narcotraficantes que con amenazas de muerte les impidieron regresar; Ricardo Monlui Cabrera, dueño y director del portal El Político y editor de la columna Crisol de El Sol de Córdoba fue asesinado el 19 de marzo por varios sujetos que le dispararon cuando salía de un restaurante junto con su familia en Yanga, Veracruz.
La cuestión sobrepasa a la violencia asociada al narcotráfico, se trata en muchos casos de asesinatos políticos, como ocurrió con los reporteros asesinados durante el régimen del prófugo Javier Duarte. Noel López Olguín, hallado muerto el 1 de junio de 2011 cerca de Jáltipan, Veracruz; Miguel Ángel López Velasco, asesinado la madrugada del 20 de junio de 2011 junto con su esposa y uno de sus hijos dentro de su domicilio en el puerto de Veracruz; Regina Martínez, corresponsal de Proceso en Veracruz, hallada muerta el 28 de abril de 2012 en su domicilio, en Xalapa. El 3 de mayo de 2012, menos de una semana después del asesinato de Regina, los cuerpos de los reporteros gráficos Guillermo Luna, Gabriel Huge y Esteban Rodríguez fueron encontrados en un canal de aguas negras en el municipio de Boca del Río.
Víctor Manuel Báez Chino, reportero de Milenio Xalapa y director de la página Reporteros Policiacos, fue hallado muerto en Xalapa el 14 de junio de 2012; Gregorio Jiménez, periodista de la sección policiaca de los diarios Notisur y Liberal del Sur, apareció muerto el 11 de febrero de 2014, aunque su secuestro se reportó el 6 de febrero. Rubén Espinosa, fotoperiodista autoexiliado de Veracruz, apareció asesinado el 1 de agosto de 2015 en un departamento de la colonia Narvarte, en la Ciudad de México, junto con tres mujeres.
¿A quién puede incomodar que se escriba y se divulgue la verdad? Se trata de mentirosos con poder, pero en el capitalismo sólo tienen poder los que pueden pagar a los matones que los sostienen. El ejército, los policías y los paramilitares sostienen el poder de los capitalistas como clase, incluidos los capos de los cárteles del narcotráfico. La cuestión de la violencia sobrepasa los límites de la violencia ejercida contra la profesión periodística sólo por ser incómoda, basta echar un ojo a los periódicos, a los asesinatos de mujeres, a los ataques paramilitares como los que han sufrido los compañeros del ejido El carrizal, a las masacres perpetradas impunemente por el ejército.
Se trata de la violencia generalizada, capitalista, contra toda la población. Ante este escenario, la pregunta obligada tiene que ser: “¿qué podemos hacer?” Si la violencia es ejercida por los capitalistas y el capitalismo se perpetúa en la miseria, la opresión, el hambre y la explotación, entonces debemos impulsar la organización del pueblo trabajador y la lucha por el socialismo, por construir un mundo más justo y libre, sin violencia, una lucha por la vida. El futuro le pertenece a los que luchan y sólo podremos vencer a la violencia si luchamos por el socialismo.
NOTA: Este artículo fue publicado como parte de la sección REPRESION del No. 26 de FRAGUA , órgano de prensa de la Organización de Lucha por la Emancipación Popular (OLEP), Junio-Julio 2017.
No hay comentarios:
Publicar un comentario