El 9N: una confrontación anunciada
Martí Caussa
Después de empezar ninguneando el
nuevo 9N, el gobierno Rajoy ha decidido pedir al Tribunal
Constitucional que lo suspenda. Tanto si esto ocurre como si no, el 9N
va a ser una jornada de movilización muy importante en la que se van a
confrontar, por un lado, los defensores del derecho a decidir y, por el
otro, el gobierno y todos los que le apoyan en la negación de este
derecho democrático.
Como la situación cambia cada semana, es necesario empezar recordando
lo sucedido después del 14 de octubre, el día que Artur Mas se echó
para atrás de la primera consulta que había convocado (http://www.vientosur.info/spip.php?article9485)
e hizo la propuesta de un nuevo 9N notablemente descafeinado: no basado
en la ley aprobada por el Parlament, sino en "mecanismos legales
preexistentes" y no revelados para dificultar una nueva suspensión por
parte del Constitucional; no asegurado mediante funcionarios de la
Generalitat, sino por personas voluntarias; sin existencia de un censo
previo, sino con identificación personal en el momento de votar; con
menos mesas electorales y sin que éstas sean comunicadas con antelación,
sino que deben averiguarse a través de internet; etc. La consecuencia
inmediata de este paso atrás de Mas fue la ruptura de la unidad de los
partidos favorables a la consulta (CiU, ERC, ICV, EUiA, CUP); Joan
Herrera (ICV) llegó a anunciar que, en estas condiciones, no iría a
votar. No obstante la evolución definitiva de la situación quedaba
pendiente, como en otras ocasiones, de la reacción del movimiento,
especialmente de la concentración que la Asamblea Nacional Catalana
(ANC) y Omnium Cultural habían convocado el día 19 de octubre en la
Plaza de Catalunya.
Ese día una multitud acudió a la plaza. Y allí se dijo claramente que
la nueva consulta de Mas no era la consulta que se quería, ni la que se
había dicho que se haría, pero que aun así se pedía a los partidos
políticos que reanudaran las negociaciones para recuperar la unidad, con
el objetivo de que la consulta del 9N se pareciera tanto como fuera
posible a la inicial, a la convocada el 27 de setiembre y retirada por
Mas. Y se advirtió que esta vez no podía haber pasos atrás: "el 9N votaremos y volveremos a desafiara al Estado impropio" (Muriel Casals) y que "aceptamos
esta consulta siempre y cuando convirtamos el 9N en una movilización
para denunciar la involución democrática del Estado español" (Carme
Forcadell). También se pidió que se convocaran elecciones plebiscitarias
dentro de los tres meses posteriores al 9N. Las decenas de miles de
personas que abarrotaban la plaza gritaban "¡Unidad!", pero su
sentido no era reclamar una unidad a cualquier precio, sino para no
echarse atrás ante una posible nueva prohibición del Tribunal
Constitucional. Después de la concentración del día 19, Artur Mas estaba
obligado a aceptar el mandato popular respecto al 9N si no quería
correr un elevado riesgo de convertirse en un cadáver político. Y los
partidos favorables al derecho a decidir debían dejar de lado su
justificado enfado con las maniobras de Mas e intentar rehacer la unidad
de cara al nuevo 9N, que ya no podía ser el día de la consulta
prometida para conocer la opinión del pueblo de Catalunya sobre la
independencia, pero sí una jornada muy importante de movilización y de
expresión de la voluntad de ejercer el derecho a decidir.
La unidad en torno al nuevo 9N pudo darse por asentada después de la
reunión del Pacte Nacional pel Dret a Decidir (PNDD), que avaló las
líneas generales de la orientación propuesta por la ANC y Omnium en la
Plaza de Catalunya. Para darse cuenta de la amplitud de los apoyos
existentes puede bastar un resumen: 96% de municipios, mas de 3000
entidades agrupadas en el PNDD, sindicatos (CCOO y UGT entre ellos),
patronales, pymes, 4000 entidades del tercer sector, 12 500 clubs
deportivos, ONGs, AMPAS que agrupan a 500 000 familias, etc. La unidad
es para hacer del nuevo 9N una jornada de movilización, de expresión de
la voluntad democrática del pueblo de Catalunya y de denuncia de la
involución democrática del Estado español. Pero lo más significativo
después del 19 de octubre fue que la ANC, en el marco de su campaña "Ara és l’hora",
aceleró al máximo su actividad de sensibilización y movilización de la
sociedad civil catalana a fin de asegurar una gran participación en el
9N, en cualquiera de los escenarios posibles.
El gobierno quiere prohibir el 9N
Después de la euforia inicial al constatar que Mas se echaba atrás en
la consulta, el gobierno Rajoy parecía optar por ridiculizar y quitar
importancia al nuevo 9N. Pero, después de la concentración en la Plaza
de Catalunya y de la reunión del PNDD, resultó evidente que el 9N sería
importante, muy importante. Y acordó impugnarlo. El 30 de octubre la
comisión permanente del Consejo de Estado dio satisfacción a los deseos
del gobierno y decidió, por unanimidad, que el nuevo 9N tenía los mismos
elementos de inconstitucionalidad que el antiguo. Con este aval, el 31
de octubre, el Consejo de Ministros decidió pedir al Constitucional que
suspendiera "cualquier actuación de preparación de la consulta, las que se han realizado y las que se pretendan realizar". Es
decir, que lo suspenda todo, lo que sea, sin ninguna excepción, para
evitar cualquier nuevo subterfugio legal que Mas pudiera encontrar.
No sabemos que dirá el Tribunal Constitucional en su reunión de
principios de la próxima semana, pero la opinión más generalizada es que
volverá a atender la petición del gobierno y volverá a suspender
cautelarmente el 9N.
Pero en esta ocasión es improbable, pero no totalmente imposible, que
se repita la comedia de la historia y que Mas vuelva a echarse atrás;
en esta ocasión el precio político a pagar sería mucho más elevado. De
momento el President ha dicho que recurrirá la suspensión y ha llamado a
votar el 9N.
Con la decisión de impugnar la nueva consulta el gobierno Rajoy está
consiguiendo convencer a más y más gente que si se quiere ejercer el
derecho a decidir es inevitable hacer una ruptura con la legalidad
vigente. Que no hay subterfugios legales que valgan: o claudicar o
desobedecer.
Pero la gente irá a votar
El mismo día 30 la ANC y Omnium lo dejaron claro: "Pase lo que
pase iremos a votar. Queremos que haya colas delante de los colegios
electorales para reivindicar nuestro derecho a expresarnos. Queremos que
sea una denuncia contra este Estado opresivo". No se trata sólo de
palabras. La maquinaria ya está en marcha, en todos los rincones del
país y, aunque el grueso del esfuerzo va a recaer sobre la ANC, todos
los partidarios del derecho a decidir van a arrimar el hombro. Algunas
de las principales actividades serán: una maratón de llamadas
telefónicas para animar a votar, una buzonada a gran escala para llegar
al 70% de los hogares, la edición de medio millón de ejemplares de un
folleto y, finalmente, un gran acto central el 7 de noviembre en la
Avinguda Maria Cristina de Barcelona a partir de las 20 horas.
El 9N pueden ocurrir dos cosas. Si el Tribunal Constitucional tiene
la improbable sensatez de no admitir la propuesta del gobierno Rajoy,
éste quedará desacreditado, acumulará otro elemento de crisis, y
millones de personas acudirán tranquila y pacíficamente a votar, dando
una holgada mayoría al Sí-Sí y una exigua minoría al No-No, porque los
partidarios de esta opción (PP y Ciutadans) llaman al boicot, a no
votar. Si el Constitucional hace bueno el pronóstico de suspender la
nueva consulta, centenares de miles de personas acudirán igualmente a
los colegios electorales para intentar votar, desde antes de las nueve
de la mañana, permanecerán allí pacíficamente e intentarán mostrar al
mundo mediante fotos, vídeos, mensajes y todo tipo de medios como el
Estado español reprime la libertad y la democracia; la movilización será
masiva porque la prohibición aumentará la indignación (no sólo contra
el gobierno, sino también contra el Constitucional y todos los que
avalen la prohibición, incluido el PSOE).
El 9N va a ser una fecha decisiva, que va a determinar la situación
política en Catalunya y, quizá, en el conjunto del Estado. ¿Habrá
elecciones anticipadas en Catalunya? Que las haya o no y cómo serán
también depende del 9N.
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