"Charlie" y la Islamofobia, 11-S versión parisina
Diez ideas claves para la reflexión. Keymer Ávila
Lo ocurrido el 07 de enero (07-E) en París es sin duda alguna y desde toda perspectiva, sin matiz alguno, condenable y repudiable. No puede justificarse de ninguna manera un acto similar. El problema de fondo no es ni la libertad de expresión ni el Islam, el problema es la guerra que beneficia a unos pocos, la búsqueda de chivos expiatorios para justificarla, y las muertes masivas que todo esto genera. A continuación sugiero algunas ideas para reflexionar y tratar de comprender en contexto este fenómeno, que más que causa es consecuencia, y a su vez se constituye potencialmente en detonante de otros hechos también lamentables, peligrosos y expansivos.
1. La construcción del enemigo: Zaffaroni (2006) en su explicación sobre el enemigo en el derecho penal explica como en la Roma imperial el hostis era
el ”enemigo público”, respecto al cual se planteaba la guerra. Éste era
la negación absoluta del otro ser (hostilidad). Esta categoría serviría
para varias subclasificaciones entre las que se encontraría la del hostis alienigena
considerado como “el núcleo troncal que abarcará a todos los molestos
al poder, por insubordinados, indisciplinados o simples extranjeros”. En
fin, el extranjero, el enemigo, el hostis, era el que carecía de
derechos, el que estaba fuera de la comunidad. Tanto es así que la pena
máxima en muchas sociedades era la expulsión de la comunidad, el
exilio, la pérdida de la paz, justamente porque dejaba al sujeto en la
situación de extranjero, de extraño, privado de todo derecho. Este
desconocimiento del otro lo heredan de cierta manera las tradiciones
judeo-cristianas, se expresarán en las cruzadas, en el genocidio
americano y también en la inquisición. Esta rémora premoderna ha
permeado al pensamiento moderno, a la política y en consecuencia al
derecho. No en vano uno de los más importantes ideólogos del
nacionalsocialismo, Carl Schmitt, considerará a la distinción entre
amigos y enemigos como la “esencia de lo político”. En resumen: el
enemigo no es persona y en consecuencia no tiene derechos, es una
categoría bélica, no jurídica (Jakobs sería la carátula “jurídica” de
este discurso). Por otra lado, la idea de “choque de civilizaciones” de
un etnocentrista, xenófobo y racista miembro del Consejo de Seguridad
Nacional de la Casa Blanca, asesor para bombardear las zonas rurales de
Vietnam, llamado Huntington, también ha contribuido en las últimas
décadas para abonar el terreno para este tipo planteamientos
dicotómicos, pero en su caso, en el escenario geopolítico internacional.
Estas retóricas se han venido posicionando tras el 11 de septiembre de
2001 (11-S). En este proceso de construcción de enemigos los
estereotipos difundidos por las empresas de comunicación y del
espectáculo, junto a la exacerbación de los miedos asociados con los mismos, son fundamentales para la legitimación de políticas bélicas.
2. El amamantamiento de los radicalismos islámicos de los últimos 35 años: Tal como lo afirma Atilio Borón
desde 1979 los EEUU, a través de la CIA, han promovido y financiado los
radicalismos islámicos, inicialmente para combatir a la “atea” e
“infiel” Unión Soviética; luego para mantener y expandir sus intereses
geopolíticos sobre el Medio Oriente y su petróleo. Hussein, Al Qaeda, Osama bin Laden, todos fueron sus aliados. De aquellas aguas provienen los actuales lodos. Son éstos los frankesteins que ahora el Imperio y sus cipayos europeos presentan como los hostis,
como el enemigo que debe ser exterminado. La segunda etapa del
entrenamiento y fortalecimiento de estos grupos vino con Abu Ghraib,
Guantánamo y demás cárceles secretas de la CIA, las invasiones,
promoción de guerras civiles, golpes de Estado, matanzas y bombardeos en
Afganistán (2001), Irak (1991;2006), Egipto (2011), Siria (2014), Libia
(2011) y el asesinato de Gadafi (celebrado a carcajadas por Hillary Clinton).
El Estado Islámico no es más que el resultado de la independencia de
los mercenarios amamantados por las políticas norteamericanas sobre el
Medio Oriente. Ahora que el horror cotidiano que se vive en esta parte
del mundo toca directamente al corazón de Europa, occidente se
escandaliza.
3. Los islamismos extremos son una realidad:
han hecho y hacen mucho daño. No son un bloque homogéneo y algunos
combaten entre sí por el poder. En modo alguno representan al Islam.
Aplican también la doctrina binaria amigo-enemigo, cometen asesinatos y
crímenes atroces contra la población civil y generan miles de
refugiados. Arabia Saudita y Qatar
se encuentran entre sus principales financistas. El cuestionamiento a
su origen y a las políticas “anti” terroristas de EEUU y Europa en modo
alguno debe entenderse como una apología al islamismo extremo como
opción ante el imperialismo. Hay algunos sectores de izquierda que,
inadvertida o intencionadamente, en sus críticas no incluyen la condena a
las prácticas de estos grupos. Es importante problematizar sobre estas realidades y no invisibilizarlas en el análisis.
4. El 11-S y la cruzada antiterrorista:
El 11-S marcó un antes y un después en la política imperial de EEUU. No
se inventó el agua tibia a partir de este momento, pero sí se
expandieron en dimensiones inconcebibles las lógicas de dominación:
racionalidad bélica, discurso conservador y moralizante, y -sobre todo-
predominio del manejo de los miedos, y de la aplicación de terrorismo de
Estado en distintos matices y formas. Estas lógicas legitiman cualquier
razón de Estado (en especial la de EEUU). La guerra en un nuevo formato
se presenta como algo cotidiano, normal, en ella sus efectos más
devastadores pueden ser totalmente invisibilizados por sectores
incluidos quienes son los que terminan detentando el poder de las
comunicaciones en el mundo actual. Es una estrategia de ocupación
política, económica, administrativa y cultural sin precedentes, impuesta
desde la Casa Blanca.
El sustrato de esta guerra
antiterrorista es el miedo. Las personas motivadas por las campañas de
miedo ceden sus derechos ante políticas de mayores controles, presencia
ostensiva de vigilancia, servicios de inteligencia,
sospecha ante el "distinto", ante el "otro", quién puede ser
deshumanizado en muy corto tiempo y por lo tanto, se convierte en el
enemigo carente de derechos y garantías.
En el plano interno las campañas de guerra y las de seguridad
ciudadana no se distinguen una de otra. Esta ideología influye y
determina las políticas de los países, especialmente la de sus sistemas penales
y sus políticas en materia criminal. Toda esta concepción bélica se
traduce en políticas criminales autoritarias, represivas, que van en
desmedro de derechos fundamentales (extradiciones express, legitimación
de detenciones arbitrarias, militarización de la seguridad ciudadana y
de todos los controles, excesos policiales y militares, etc…).
Ya no se trata con ciudadanos que cometen o pueden cometer delitos,
ahora se combate al enemigo de la sociedad. Este enemigo, obviamente,
pertenece a sectores comúnmente marginados y estigmatizados.
Esta guerra no tiene fronteras ya que el enemigo se encuentra también
dentro del propio país que se intenta proteger, el enemigo puede estar
dentro de tu mismo grupo, partido, o hasta dentro de tu propia casa.
Esta dimensión interna nos afecta a todos.
5. Francia y el Islam:
el imperio colonial francés en las primeras décadas del siglo XX llegó a
ocupar un 8,7% del área terrestre del mundo (13.0000.0000 de km.
cuadrados), se distribuía por todos los continentes. En éste las
colonias Africanas y de Medio Oriente tienen un peso muy importante. El
coloniaje francés nunca dejó de lado la imposición cultural, ideológica y
religiosa, honrando las campañas medievales “civilizatorias” del
fundamentalista cristiano Carlomagno. Claro está, a partir de la
Revolución Francesa, el laicismo y la ley de la República sería la
religión oficial, que habría de imponerse a sangre, fuego y guillotinas.
El caso más emblemático es el de Argelia, país que sufrió
ataques sistemáticos en contra de su población civil: violaciones a los
DDHH, torturas y desapariciones (se calculan que hubo unos 3.000
desaparecidos). En este proceso se gestó buena parte de la doctrina de la Seguridad Nacional que tanto daño hizo en Latinoamérica.
Con estos antecedentes se llega al 2013, año en el que Francia inicia el bombardeo a dos de sus antiguas colonias: Mali y la República Centroafricana. En 2014 toma la “delantera europea” en los bombardeos contra Irak. El financiamiento de grupos armados, la invasión y expoliación de estos países por parte de Francia también es terrorismo.
Pero las empresas de comunicación en colaboración con las potencias
norteamericanas y europeas, distinguen el terrorismo “blanco”, “bueno”,
“cristiano” y “civilizador”, del terrorismo “oscuro”, “malo”,
“musulmán”, “salvaje, bárbaro e incivilizado”.
6. El slogan de la libertad de expresión:
el derecho a la libertad de expresión debe interpretarse armónicamente
con el derecho a la libertad de pensamiento, conciencia y religión, así
como con el derecho a la igualdad (arts. 18, 19, 1 y 2 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos).
A todo lo anterior debe sumarse que también se tienen deberes: “en el
ejercicio de sus derechos y en el disfrute de sus libertades, toda
persona estará solamente sujeta a las limitaciones establecidas por la
ley con el único fin de asegurar el reconocimiento y el respeto de los
derechos y libertades de los demás, y de satisfacer las justas
exigencias de la moral, del orden público y del bienestar general en una
sociedad democrática” (art. 29). Ninguno de estos derechos podrán
“interpretarse en el sentido de que confiere derecho alguno al Estado, a
un grupo o a una persona, para emprender y desarrollar actividades o
realizar actos tendientes a la supresión de cualquiera de los derechos y
libertades proclamados en esta Declaración” (art. 30). Es decir, la
libertad de expresión no es un derecho absoluto que puede emplearse en
detrimento de otros derechos. Así se ratifica en los artículos: 19.3 y
20 (prohibición de propaganda a favor de la guerra, el odio nacional,
racial o religioso que constituya incitación a la discriminación, la
hostilidad o la violencia) del Pacto de Derechos Civiles y Políticos;
10.2 y 17 (prohibición del abuso de derecho) de la Convención Europea de
Derechos Humanos, en los que se establecen formalidades, condiciones y
restricciones a la libertad de expresión en procura de la protección de
los derechos y a la reputación de los demás. Finalmente, hay que tomar
también en cuenta en su totalidad a la Convención internacional sobre la
eliminación de todas las formas de discriminación racial.
Así entonces, la libertad de expresión no puede ser esgrimida para estigmatizar, degradar, ofender,
ni discriminar a ningún grupo étnico, racial o religioso, mucho menos
cuando éstos se encuentran en condición de vulnerabilidad o en riesgo de
exclusión. Los mensajes de los nazis contra los judíos o la tristemente
famosa “Radio Televisión Libre de las Mil Colinas” de Ruanda no pueden
ampararse en la libertad de expresión.
El humor político y
contra el poder debe ser un humor elaborado e inteligente. En ninguno de
estos supuestos se encuentra la revista Charlie Hebdo respecto al mundo
islámico. Llama mucho la atención como el slogan de la libertad de
expresión es usado a conveniencia: cuando se meten con tus adversarios o enemigos no tiene límites, pero cuando se meten contigo o con tus amigos sí los debe tener.
Es importante recordar que no hubo defensa alguna a la libertad de expresión cuando el caricaturista Siné bromeó en las páginas del Charlie Hebdo sobre el hijo de Sarkozy utilizando supuestos argumentos antisemitas.
En ese caso el director de la revista declaró que se "prohíbe cualquier
declaración racista y antisemita en el diario" y procedió a despedir a
Siné. No se conocen decisiones similares de la revista ante las
reiteradas protestas de la comunidad musulmana por los mensajes
colonialistas, racistas y xenófobos contra el Islam divulgados en sus
páginas. Por el contrario, se prestaron para reproducir la
estigmatización de los musulmanes como terroristas, promoviendo la
islamofobia, siguiendo burdamente el libreto del 11-S. Como bien lo
señala Santiago Alba “la
islamofobia fascista, en Europa y en las “colonias”, es la gran fábrica
de islamistas fascistas y una y otro son incompatibles con el derecho y
la democracia”. La condena rotunda y contundente al atentado contra
el Charlie Hedbo no puede acallar las críticas hacia los contenidos de
su trabajo. La crítica a los contenidos y estilo de Charlie Hebdo no
justifica jamás lo sucedido. Las ideas, la tinta y los dibujos deben
responderse con ideas, tinta y dibujos, nunca con balas.
7. Charlie y la versión parisina del 11-S:
El 11-S en parte se caracterizó por su espectacularidad, por atacar un
símbolo, en su caso financiero. Este 07-E es también mediáticamente
espectacular, más sobrio pero no por ello de menor impacto. Las víctimas son cualificadas:
intelectuales, periodistas, caricaturistas; apuntaron al corazón de la
emotividad mediática occidental, generando la solidaridad automática de
todas las empresas de comunicación y de las redes sociales. Este es el
primer paso para la reedición de la política iniciada hace 14 años con
el 11-S. Es el 11-S versión 2.0, más minimalista, más francés.
Pocos hablan de Ahmed,
quien era de origen musulmán y uno de los policías fallecidos en el
atentado, que protegía a la revista que se burlaba y ofendía de su
religión y cultura; nadie habla tampoco de Frédéric Boisseau, el trabajador de mantenimiento que se encontraba también en el lugar del hecho.
Por otra parte, se presenta a Charlie Hebdo como una revista de izquierda, sin embargo, para algunos es una izquierda desteñida, eurocéntrica, islamofóbica y racista que desde hace tiempo dejó de ser referencia para muchos sectores. A pesar que desde el año 2006 viene utilizando a la islamofobia como estrategia de mercadeo, la revista se encontraba al borde de la quiebra y vendía menos de la mitad de su tiraje. A todo evento era un blanco perfecto: atacar a la “antisistémica” y “ crítica ” revista resultaba mucho mejor que atacar a los sectores de la extrema derecha, esto último generaría pocas solidaridades e impacto.
En el plano operativo el cruel ataque y la posterior huida dejan muchos cabos sueltos. Según algunos analistas, el método empleado no coincide del todo con el de grupos fundamentalistas islámicos,
que priorizan en la destrucción de los objetos físicos que ofenden a
dios antes de acabar con sus autores, su indumentaria tampoco era la más
característica, hablaban perfectamente el francés; además,
hasta dejaron sus documentos de identidad, panfletos religiosos, armas
de guerra y cocteles molotov en el vehículo utilizado en el atentado,
todo esto luego de robar una gasolinera. Esto parece muy poco profesional, fueron esparciendo evidencias a la ligera. Algunos testigos incluso afirman que los atacantes hasta se equivocaron inicialmente de dirección antes de llegar a la sede de la revista. Servicios de inteligencia argelinos habían advertido a las autoridades francesas de un posible atentado 24 horas antes de que este ocurriese. Quedan muchas preguntas en el aire, por ejemplo: si lo hermanos Kouachi ya estaban reseñados e identificados desde 2005 por los órganos de seguridad francés ¿qué pasó con sus servicios de inteligencia?. Dos días después del atentado los dos involucrados mueren “abatidos” por la policía, también resulta “abatido” un tercer sujeto que no había sido mencionado antes. Por otra parte, un policía responsable de la investigación del Charlie Hebdo aparece “suicidado”.
Con las muertes de estas personas las posibilidades de investigar lo
que realmente sucedió se van reduciendo considerablemente. Muchos cabos sueltos que recuerdan el montón que también se dejaron en el 11-S.
8. ¿Quiénes ganan?
Los grandes beneficiarios de este atentado son los mismos que los del
11-S, el militarismo, los extremismos y los conservadurismos -de todo tipo-. Por un lado, los islamismos extremistas reivindicarán lo sucedido, lo utilizarán como propaganda a su favor, para buscar adeptos y ganar músculo. Por el otro, la ultraderecha y la islamofobia están en plena expansión en Francia, España, Alemania,
Suecia y Gran Bretaña y este atentado les viene como anillo al dedo.
Con esto Francia legitima sus intervenciones militares en países
musulmanes (mientras que a la vez apoya al Estado Islámico en Siria).
Ya los halcones norteamericanos se frotan las manos y se apresuran a emitir sus mensajes en francés. Ahora cundirán los discursos nacionalistas y de unidad en contra del mal absoluto, que se encarna en el Islam y todo lo que se asemeje a él, es decir, los hostis, los enemigos. Es la “lucha del bien contra el mal”, de “la civilización contra la barbarie”. Ahora algunos gobiernos “terroristas” con este ataque legitimarán sus cruzadas “antiterroristas”, con independencia de lo que opinen sus pueblos.
Hasta Marine LePen -cuyo padre afirma que el ébola es el remedio para acabar con los migrantes- ya está pidiendo que en Francia se retome la pena de muerte.
Ya lo he señalado: los efectos de estas políticas de miedo afectan
todos los ámbitos, el enemigo puede ser cualquiera, pero las
consecuencias de tales políticas la padecen los sectores más
vulnerables.
A menos de 24 horas del atentado ya se reportaban los primeros ataques a mezquitas y otros locales musulmanes.
9. ¿Quiénes pierden?
Las principales víctimas del extremismo islámico es la comunidad musulmana. La condena de este atentado por parte de estos sectores
no tiene ni tendrá lugar en la agenda mediática de la guerra. Los
migrantes en general y todo el que sufra de melanina en la piel también
se verán afectados.
Wallerstein comentaba en 1995 que la cada
vez más aguda polarización socioeconómica del mundo va aparejada con una
polarización demográfica del mismo; de allí el aumento de la migración
Sur-Norte, legal o ilegal. Ante ello afirmaba: “Retornaremos a la
situación de la Gran Bretaña y la Francia en la primera mitad del siglo
XIX, aquella de proletariados como clases peligrosas. Así se deshacen
doscientos años de recuperación liberal y esta vez sin posibilidad de
repetir el guión. Preveo que las zonas de conflicto social las más
intensas en el siglo XXI, no serán las Somalias y las Bosnias, sino las
Francias y los Estados Unidos. ¿Las estructuras estatales ya debilitadas
van a sobrevivir ese tipo de guerra civil?”. El autor no había visto
aún los efectos del 11-S, que han acelerado los ritmos, con ello creo
que podemos retornar más bien a la Edad Media.
10. Yo no soy Charlie, no comparto su estilo eurocéntrico e islamófobo, soy los 12 muertos del 07-E en París y mucho más:
soy las miles de víctimas de los bombardeos franceses y de los grupos
extremistas de Mali y la República Centroafricana; soy los más de 2.000 palestinos y centenares de niños asesinados en Gaza; soy los miles de cristianos que mueren diariamente en Siria e Irak; soy las más de 3.000 personas fallecidas debido a los ataques de Boko Haram en Nigeria; soy los casi 9.400 iraquíes que murieron a causa de la ofensiva del Estado Islámico; soy las 40.000 personas que han muerto en lo que va de siglo por las políticas anti migratorias de Europa y EEUU (de las cuales el 66% proviene del Medio Oriente y África); soy los 6.000.000 de musulmanes franceses que viven en su mayoría en barrios pobres, que nunca tienen dolientes en las grandes empresas de comunicación ni logran ser trending topic, a menos que parezcan como victimarios, ellos son los que seguirán cobrando más caro las consecuencias del Charlie Hebdo.
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