Cuba a 56 años de la victoria. La revolución infatigable
Oliverio Comte. Punto Final
Tras reconocer el
fracaso de más de medio siglo de bloqueo económico y comercial contra
Cuba, el presidente de Estados Unidos Barack Obama anunció el pasado 17
de diciembre que Cuba y Estados Unidos reanudarán relaciones
diplomáticas. La noticia sorprendió al mundo, porque como señaló el
presidente de Cuba, Raúl Castro - quien agradeció el apoyo del Vaticano y
del gobierno de Canadá -, las negociaciones se llevaron a cabo al más
alto nivel y en total hermetismo. Las primeras medidas fueron
inmediatas: Cuba liberó a Alan Gross, espía norteamericano detenido en
2009, acusado de participar en acciones desestabilizadoras, y el
gobierno norteamericano excarceló a Gerardo Hernández, Ramón Labañino y
Antonio Guerrero, tres de los cinco cubanos, que se infiltraron en Miami
para evitar ataques terroristas contra Cuba.
Pero lo cierto,
es que Cuba lucha en muchos frentes, y la madre de las batallas, se
libra hoy en tierras cubanas, donde el Presidente Raúl Castro lidera un
proceso de cambio paulatino del modelo económico, que dará mayor
autonomía a la empresa estatal y permitirá desarrollar nuevas formas de
emprendimientos privados o trabajo por cuenta propia. Las
transformaciones tienen su origen en el Proceso de Rectificación de
Errores y Tendencias Negativas, impulsado por el Comandante Fidel Castro
en 1986, que fue interrumpido por la caída del campo socialista. En
abril de 2011, en el Sexto Congreso del Partido Comunista de Cuba, se
aprobaron los Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido
y la Revolución, documento que incluye los principales cambios
económicos y las transformaciones sociopolíticas a implementar.
Como era de esperar, algunos agoreros han vaticinado el retorno al
capitalismo y aplauden con indisimulado frenesí lo que para ellos es una
suerte de “perestroika caribeña”. Sin embargo, según señaló a Punto
Final, Olga Fernández Ríos, académica e investigadora del Instituto de
Filosofía de Cuba y de la Universidad de La Habana, doctora en ciencias
filosóficas y miembro de la Academia de Ciencias de Cuba, la realidad es
muy distinta. “Uno de los elementos centrales aprobados en los
Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la
Revolución, es la continuidad de la estrategia socialista”, sostuvo.
Para Olga Fernández, consejera académica de la Embajada de Cuba en
Chile, entre 2005 y 2010, y actual subdirectora de la Revista “Marx
Ahora”, la modificación del modelo en Cuba es una necesidad, acorde con
el propio desarrollo de la Revolución Cubana, que ha creado las
condiciones para avanzar hacia un modelo menos centralizado. “Que quede
claro: hoy estamos siendo más marxistas que nunca”, puntualizó.
Garantizar el socialismo
Usted regresó a Cuba en 2010 luego de su permanencia en Chile y ha
vivido de manera directa un proceso complejo de cambios políticos,
impulsados por el gobierno cubano. ¿Cuál es su visión de estas
transformaciones?
Efectivamente, mi regreso se produce
en un momento muy importante, porque se ratifica de manera clara la
continuidad del proceso de construcción socialista, fruto de un debate
popular en el país, que se venía dando desde 2007. En el centro de este
debate nacional está la necesidad de implementar un cambio de modelo en
el desarrollo socialista, lo que no quiere decir que estemos dando un
paso atrás en la transición socialista. El objetivo es desarrollar las
relaciones socialistas en el marco de un nuevo modelo, que de cuenta de
las nuevas condiciones en el país y en el mundo.
¿Cuáles son esas nuevas condiciones que determinan el cambio?
El modelo anterior, correspondió a determinadas condiciones, donde
existían países socialistas, aliados políticos y comerciales de Cuba.
Luego de la caída del campo socialista, comenzó un debate sobre la
necesidad de hacer transformaciones. Este proceso ha sido lento, porque
cambiar un modelo de desarrollo en Cuba, que quedó totalmente aislada y
con el bloqueo económico de Estados Unidos, es muy complejo. Una
transformación de esta naturaleza hay que hacerla con mucho cuidado con
un gran tacto político y económico. En 2011, en el Sexto Congreso del
Partido Comunista de Cuba, hito muy importante en los cambios del modelo
de desarrollo económico y social de nuestro país, se ratificaron las
posiciones adoptadas a comienzos de la década de los 90 de ampliar las
formas de propiedad social.
¿Qué fue lo que se ratificó concretamente?
Se aprobaron los Lineamientos de la Política Económica y Social del
Partido y la Revolución, documento que incluye los principales cambios
que se harán en términos económicos y las transformaciones
sociopolíticas correspondientes. Se ratificó desarrollar formas de
propiedad personal, lo que en Cuba llamamos trabajo por cuenta propia,
que no contradice ni atenta contra la formación de relaciones
socialistas. Se validó la necesidad de desarrollar fórmulas cooperativas
de producción, afines con los intereses socialistas, que históricamente
se habían circunscrito al área agrícola.
Dada la
profundidad e importancia de los cambios aprobados, ¿cuál fue la
participación del pueblo cubano en este proceso de discusión?
El documento de los lineamientos fue analizado y discutido en todo el
país en los centros de trabajo, sindicatos, organizaciones barriales,
campesinas, de profesionales, intelectuales y artistas. Yo participé
como miembro del Instituto de Filosofía, con un doble propósito: como
cubana comprometida en preservar nuestro proyecto revolucionario,
ajustado a las nuevas condiciones históricas, y como profesional
interesada en comprender a cabalidad un proceso complejo de cambio
social, que busca garantizar el socialismo, implementando cambios
inéditos. La revolución cubana es muy marxista, porque tiene una gran
capacidad de autocrítica. El marxismo es crítica y autocrítica y se
alimenta de los datos que la historia brinda. Hoy la realidad nos señala
que no podíamos seguir con el mismo modelo, y como marxistas asumimos
el reto de cambiar, sin renunciar a los principios del socialismo.
De
acuerdo a lo expresado por usted, la discusión de los cambios fue
transversal, lo que debiera fortalecer las transformaciones. ¿Cuál es el
nivel de identificación de los cubanos con el proceso de cambio a
medida que se ha ido implementando?
Hay una
identificación mayoritaria con el proceso, porque los cambios se ajustan
a las condiciones concretas de Cuba. Existe plena conciencia en el
pueblo que somos un país bloqueado, con Estados Unidos a 200 millas,
desarrollando una política agresiva hacia la revolución durante más de
50 años. Hemos reconocido nuestros propios errores, dejando muy en claro
que con el modelo anterior, la revolución acumuló importantísimos
logros: altos niveles de justicia social, seguridad alimentaria,
desarrollo de la salud, educación, seguridad social, desarrollo de la
ciencia y la cultura. Fue un modelo que obedeció a condiciones
históricas concretas. Cuba era un país subdesarrollado, que iniciaba la
construcción del socialismo, que sufrió la agresión constante del
imperialismo norteamericano: invasión directa en Playa Girón,
terrorismo, ataques biotecnológicos, intentos de asesinato a Fidel
Castro, entre otras muchas operaciones violentas. Todos los países
Latinoamericanos, salvo México, rompieron relaciones con nosotros. En
esas condiciones, se aplicó un modelo con fuerte influencia de la Unión
Soviética y del campo socialista, que fueron nuestros aliados políticos y
económicos, y era nuestro derecho hacerlo. Todo lo que describo, lo
hemos vivido los cubanos, y por ello, hoy entendemos que ese modelo, que
respondía a esas condiciones concretas, para el momento actual es
excesivamente centralizado y hay que modificarlo.
¿Perestroika caribeña?
No
obstante lo que usted plantea, hay quienes sacan cuentas alegres y ven
el proceso de reformas en Cuba como una especie de “Perestroika
Caribeña”, que como la soviética significará el retorno al capitalismo.
¿Cuál es su opinión?
Para aquellos que sueñan con una
perestroika en Cuba, les tengo una muy mala noticia: uno de los
elementos centrales en los lineamientos aprobados en abril de 2011, es
la continuidad de la estrategia socialista. Queda muy claro que la
principal forma económica que rige en el país, es la empresa estatal
socialista y que se continuará asegurando salud, educación gratuita y
seguridad social. Estamos hablando de una ampliación del concepto de
propiedad social, pero dentro de esa ampliación está definido que la
empresa estatal socialista, relacionada con los medios fundamentales de
producción, seguirá siendo estatal. El gran transporte, las grandes
fábricas, importantes recursos económicos de la producción azucarera,
niquel y de la prospección de petróleo, seguirán siendo estatales. En
nuestro proceso de cambios está muy claro que la propiedad estatal sobre
los medios fundamentales de producción, que son los que garantizan la
continuidad del socialismo, seguirán en manos del estado.
La
propiedad de los medios fundamentales de producción seguirá siendo
estatal, pero existe en la práctica una descentralización que abre
espacio al emprendimiento privado en ciertas áreas. ¿Cómo se traduce ese
proceso en la realidad concreta de Cuba?
Se traduce en
la combinación de una descentralización económica con una definición
muy clara que Cuba no va a renunciar a la propiedad estatal sobre los
principales medios de producción, a la planificación social, a la
estrategia de desarrollo socialista. En ese marco esencial, es
perfectamente compatible con el socialismo, el trabajo por cuenta
propia, pequeños emprendimientos familiares en ámbitos de servicio y de
producción a pequeña escala de alimentos para el consumo diario,
confección de ropa y artesanía. El sector cooperativo, que sólo existía
en Cuba en el área de la agricultura, se ha ampliado al sector urbano.
Se han creado importantes cooperativas en el sector de transporte y de
producción a escala local en diferentes ramas de la producción. Estamos
haciendo estos cambios, porque entendemos que el socialismo no tiene por
qué desarrollarse, a partir de un modelo único. En ninguna parte está
escrito que el socialismo haya que construirlo sólo identificado con la
propiedad estatal. El concepto de propiedad social es mucho más abierto y
amplio que el de propiedad estatal.}
Influjo del Che
El Che expresó que el socialismo no puede ser un vulgar método de repartición económica.
“El socialismo económico sin la moral comunista no me interesa.
Luchamos contra la miseria pero al mismo tiempo luchamos contra la
alienación", señaló. ¿Qué relación e influencia tiene este planteamiento
con el actual proceso de cambio en Cuba?
En el modelo
anterior, el estado era responsable del empleo de la inmensa mayoría de
los cubanos, lo que era insostenible. Este estado protector generó una
serie de contradicciones en términos de la subjetividad de las personas,
fundamentalmente en la responsabilidad individual ante el trabajo. Raúl
Castro ha dicho con razón, que Cuba es el único país del mundo donde la
gente puede vivir sin trabajar. Este paternalismo estatal resquebrajó
el trabajo como valor y generó mucho daño al bajar la productividad.
Pasamos de la igualdad al igualitarismo, que no son lo mismo. La
igualdad tiene parámetros, pero no te exime como ser humano de tus
responsabilidades. Esa dinámica de un estado paternalista que subsidiaba
todo afectó la economía del país, y a nivel subjetivo provocó una forma
de enajenación, que fue caldo de cultivo para la corrupción y el
burocratismo. En este aspecto, como en muchos otros, el Che fue
visionario.
¿Qué medidas se están impulsando para terminar con el burocratismo?
La lucha contra la burocracia no es nueva en Cuba. El Che calificó el
burocratismo como uno de los fenómenos que más debe combatirse en una
revolución socialista e identificó entre sus causas la falta de
conciencia revolucionaria y el conformismo. En 1965, Fidel Castro,
señaló que el socialismo tiene que cuidarse del burocratismo tanto como
del imperialismo, porque es más peligroso. Dijo que era un enemigo
clandestino que estorba la producción al consumir en tareas innecesarias
las mejores inteligencias y la energía del pueblo. El actual proceso de
cambio, demuestra que el Presidente Raúl Castro y la dirección del país
tienen muy clara la magnitud de este problema. Por ello, se están
transformando los métodos y estilos de dirección, que eran muy
centralizados, potenciando la participación entre las bases y los
niveles centrales. Se está trabajando para que el aparato estatal sea
más operativo, lo que obliga a despojarlo de mecanismos burocráticos. Se
estima que hay un excedente de 800 mil personas que trabajan en
dependencias del estado, y en el proceso de discusión, hubo propuestas
de eliminar esos puestos de trabajo y que esas personas pasaran a
desempeñarse en el trabajo por cuenta propia. También se propuso
terminar con la libreta que asegura a todos los cubanos una canasta
familiar mensual de alimentos básicos. Sin embargo, ambas medidas fueron
rechazadas al calor del debate popular. Esto demuestra dos cosas: la
importancia que da el gobierno a la participación y opinión del pueblo, y
que en Cuba se realizarán transformaciones importantes, pero jamás
aplicando políticas de shock propias del capitalismo. No se puede dejar
en la calle de un día para otro a 800 mil personas. Hay que generar
condiciones para un cambio gradual, situando en el centro la dignidad
humana, como siempre lo ha hecho nuestra revolución.
La
ampliación del concepto de propiedad social implica en la práctica
desarrollar formas de propiedad personal o trabajo por cuenta propia, lo
que permitirá a algunos cubanos aumentar sus ingresos, lo que ya ocurre
con las personas que reciben remesas en dólares de familiares que
residen en el extranjero. ¿La revolución mantendrá políticas de
seguridad social igualitarias para todos los cubanos, independientemente
de su nivel económico?
Todos los cubanos,
independientemente de sus ingresos, seguirán teniendo derecho a salud,
educación y seguridad social. En otros ámbitos, como la construcción de
viviendas, se han adoptado subsidios diferenciados. Por ejemplo, las
familias que han perdido sus casas producto de un huracán o que han
sufrido derrumbes por antigüedad de los inmuebles, reciben actualmente
un subsidio importantísimo para construcción, reparación o ampliación de
sus viviendas. En la búsqueda de fórmulas de subsidios diferenciados en
la vivienda y en otros ámbitos, donde el estado mantiene una
responsabilidad importante en relación con las necesidades de la
población, juegan un papel esencial los municipios. La descentralización
se está aplicando de manera concreta y efectiva, lo que permite dar un
paso importante para eliminar la burocracia y la corrupción.
¿Qué
contradicciones e impactos a nivel subjetivo puede generar este nuevo
escenario donde efectivamente habrá niveles de diferencia social?
Naturalmente, no todo es miel sobre hojuelas. Todo cambio implica un
riesgo, y en nuestro caso, las diferencias sociales pueden generar
individualismo, entre otras contradicciones. En una economía con
sectores emergentes, puede haber personas que ganen más que otras que
reciben un salario del estado. Aquí tenemos un reto muy importante, que
no es sólo del gobierno, sino de la sociedad en su conjunto. En Cuba, el
pueblo siempre ha participado en las discusiones y en la toma de
decisiones, pero con los cambios se está potenciando con más fuerza la
participación popular, la educación y la cultura. Estos tres aspectos
son centrales para enfrentar con éxito las contradicciones propias del
proceso de transformaciones. También es fundamental definir claramente
el límite que va a tener la propiedad individual. Las cuotas de
propiedad privada que haya, tienen que existir en un equilibrio, que no
ponga en riesgo el socialismo.
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