Una consecuencia de la derrota neonazi en Ucrania: la batalla entre oligarcas. Alberto Cruz
CEPRID
El capitalismo
oligárquico tiene el control absoluto de Ucrania. Tras la desaparición
de la URSS en Ucrania, como en otros países ex socialistas, se produjo
una especie de "selección natural" en la que los oligarcas fueron
devorando uno tras otro los bienes del Estado y las pequeñas y medianas
empresas que se habían puesto en marcha con la perestroika y la
glasnost. Los oligarcas llegaron a un acuerdo tácito de reparto de poder
territorial y económico hasta el punto que el 80% de la economía del
país, en términos del Producto Interior Bruto, está en sus manos.
Pero
eso ha durado hasta la debacle estratégica que para la junta neonazi de
Kiev ha supuesto la derrota de Debáltsevo. Esta derrota política y
militar ha encendido las alarmas de los oligarcas, que ya no confían en
la junta neonazi que encabeza Poroshenko para derrotar al Donbás y ahora
comienzan a devorarse entre ellos. Esta es una de las principales
consecuencia de la ejemplar lucha antifascista y antioligárquica de las
milicias de Donetsk y Luganks aunque, por el momento, como diría Chávez,
no hayan tocado los principales intereses de los oligarcas locales.
En
estos días se están viendo inusitados movimientos de los oligarcas que
están utilizando su poder e influencias en la Rada (Parlamento) de Kiev
–el penúltimo caso conocido es el de las tierras fértiles, que están
siendo transferidas a los oligarcas y a las compañías transnacionales de
semillas (como Monstanto)-y en las administraciones territoriales que
controlan, como es el caso de Dnepropetrovsk (controlado totalmente por
el oligarca Kolomoiski, el principal financiador de los batallones
nazis), en los tribunales (donde se están dictando sentencias muy
sospechosas sobre los intereses de tal o cual oligarca) e, incluso, con
asesinatos de por medio de hombres de confianza de unos u otros. Es el
caso de Valentina Semeniuk, que fue jefa del Fondo de Bienes del Estado y
de su colega en este organismo MIjail Chechetov, que habían iniciado
una tímida investigación sobre el proceso de privatizaciones de Ucrania y
a quiénes estaba beneficiando. La primera fue asesinada el 27 de agosto
de 2014, el segundo el 28 de febrero de este año.
La lucha se
está dando, principalmente, entre cuatro grandes oligarcas: Poroshenko,
Firtash, Ajmetov y Kolomoiski, que ya han despedazado a otros oligarcas
menores como Novinski, Ivayushchenko, Khmelnitski o Kliuyev a quienes
acusaban de haber apoyado al depuesto Yanukovich.
Ajmetov es el
mayor oligarca local de Ucrania, con muchos de sus intereses y empresas
en el Donbás, sobre todo en Donetsk, aunque no solo. Su fortuna está
estimada en 13.000 millones de dólares. Desde que comenzó la guerra,
hace casi un año, Ajmetov ha jugado a dos bandas, traicionando a las
milicias cuando lo ha considerado oportuno (por ejemplo, poniendo sus
empresas en Mariupol al servicio de la junta neonazi) y enviando
convoyes humanitarios a Donetsk cuando pretendía congraciarse con las
milicias que, en los inicios de la crisis, allá por el mes de mayo de
2014, protegieron sus intereses en la zona incluso militarmente. Pero
este doble juego no le ha servido a Ajmetov para mantener su poder a
nivel de Ucrania: según el índice de multimillonarios del mundo que
maneja Bloomberg, Ajmetov ha pasado del puesto 88 al 121, habiendo
perdido desde mayo de 2014 a febrero de 2015 el equivalente a 4.300
millones de dólares.
Por lo tanto, sólo quedan tres grandes
oligarcas en liza. Pero la debacle de Debáltsevo está pasando fracura a
Poroshenko, como presidente del país, y a Kolomoiski, instigador de la
matanza de Odesa y financiador de los batallones nazis como el "Azov" y
el "Donbás". Las acciones de las empresas de Kolomoiski en hidrocarburos
han bajado entre el 25% y el 27% desde la debacle de Debáltsevo; las
compañías que estaban dispuestas a comprar acciones de las empresas de
gas y petróleo de Kolomoiski ahora se están echando para atrás esperando
una mayor bajada puesto que se espera que puedan ser hasta un 40% más
baratas. Kolomoiski, financiador también de los partidos que
concurrieron a las elecciones dentro de la coalición Frente Popular
(Turchinov, Yatseniuk), logró que la Rada aprobase una ley por la que se
reducía entre el 28% y el 55% el pago de impuestos a las empresas
petroleras y gasísticas dependiendo de la profundidad a la que
explorasen o explotasen el crudo. En total, el mismo portal Bloomberg
estima que Kolomoiski ha perdido unos 250 millones de dólares desde la
liberación de Debátsevo por las milicias.
Ni qué decir tiene que
Kolomoiski, gobernador de la región de Dnepropetrovsk desde marzo de
2014 -nombramiento dirigido por el primer ministro Yatseniuk, a quien el
oligarca ha financiado en estas elecciones- no ha impuesto ni una norma
en ese sentido en el territorio que controla. Kolomoiski es uno de los
más brillantes ejemplos de cómo los oligarcas chupan sin el menor
escrúpulo del presupuesto estatal y se lucran con él. Cuenta con
acciones en la compañía de petróleo y gas de Ucrania, Naftogaz y, en la
realidad, y a través de sus empresas subsidiarias, como por ejemplo
Ukranafta, la controla. Si Kolomoiski dice que hay que quitar a cual
cargo, se quita. Si dice que hay que poner a tal otro, se pone. Esto
ocurrió el 16 de diciembre de 2014 en la reestructuración de Naftogaz.
Aún
así, Kolomoiski ha perdido unos 2.000 millones de dólares desde que
comenzó la guerra contra el Donbás, según estima la revista Forbes,
pasando ahora a tener una fortuna de “sólo” 1.300 millones de dólares.
Sólo tras la liberación de Debátsevo por las milicias la pérdida de su
fortuna fue de 250 millones de dólares, como he dicho antes. Kolomoiski
es despiadado y tiene un instrumento muy poderoso: los batallones nazis a
los que financia. Habrá que ver cómo los utiliza para recuperar poder.
Quedan
Poroshenko y Firthas. Poroshenko controla las principales empresas de
confitería (de ahí lo de “rey del chocolate”), pero también de
automóviles, autobuses, al menos un astillero y es propietario del Canal
5 de televisión. Su posición política tras las cesiones que ha tenido
que hacer en el nuevo acuerdo de Minsk se está debilitando cada día y
eso repercute en su cuenta corriente. Según Forbes, su fortuna ya está
por debajo de los 1.000 millones de dólares y ha bajado ni más ni menos
que 284 puestos en la lista de millonarios del mundo. Es por eso que,
como muestra curiosa y que deja bien a las claras qué es el capitalismo,
sus empresas de chocolate están vendiendo sus productos en Rusia con la
cinta de San Jorge, que él mismo ha prohibido en Ucrania. Es ilegal y
se apalea y/o detiene a quien la porta. Es un tipo sin escrúpulos, pero
ahora muy débil. Salvo en su televisión, los ataques contra él en el
resto de medios de propaganda van a ir horadando su imagen y sus
negocios poco a poco, como una gota malaya.
Firthas es caso
aparte, con una fortuna estimada en 1.000 millones de dólares. Controla
la industria química (sobre todo de los fertilizantes), el sector de los
bienes raíces y también controla una televisión (Mega) en Ucrania junto
a otra (Zoom) en la India. Aparentemente no se ha significado tanto en
la situación política como los oligarcas anteriores –tal vez porque
tiene importantes intereses en Crimen, donde están comenzando a
nacionalizarse las industrias y bienes ucranianos como salas de cine,
empresas de telefonía e industria militar- y en varias ocasiones ha
hecho llamamientos para una solución pacífica del conflicto en el
Donbás.
La lucha ahora es entre ellos. Ucrania está en una
situación en la que es ya, y a pesar de los esfuerzos occidentales y del
FMI, un estado en bancarrota. Quien hace de primer ministro, el neonazi
Yatseniuk, ha reconocido que la economía ha sufrido una reducción del
20% en 2014. El grivna, la moneda ucraniana, se está depreciando como
nunca tras la derrota de Debáltsevo. Hoy vale el 70% menos que en
noviembre de 2014. Aunque lo oculte la junta neonazi, hay hiperinflación
(el 24’9%) y comienza la escasez de productos básicos tanto por falta
de suministros como por acaparamiento de los especuladores puesto que
los aumentos van desde el 25% en las bebidas no alcohólicas al 56% de
las frutas o el 77% de los cereales. Las tiendas están vacías y las
protestas son reprimidas. El 89% de la población siente la crisis
económica y la crisis social. Hay un aumento de la criminalidad común
(según la Fiscalía General, más de un millón de delitos en 2014), la
mitad de los ucranianos tienen una suspensión de pagos en algo (luz,
agua, etc). Como se han acelerado las privatizaciones (consecuencia de
la entrada en escena del FMI y su paquete de “ayuda” de 17.500 millones
de dólares concedido tras los nuevos acuerdos de Minsk) los servicios
médicos han aumentado su coste entre el 17% y el 30%; las tarifas de
servicios básicos como luz, agua y gas han subido el 34’3%; los sueldos y
las pensiones se han congelado…(1)
Con este panorama, la batalla
entre los oligarcas va a ser mucho más sangrienta que la que se ha
producido en el Donbás. Se van a devorar entre ellos en un proceso de
selección natural que va a decantar el futuro del país, forme parte de
él o no el Donbás.
Nota:
(1) http://korrespondent.net/ukraine/events/3483908-yz-za-rosta-tsen-ukrayntsy-opustoshauit-mahazyny
Alberto
Cruz es periodista, politólogo y escritor. Su nuevo libro es “Las
brujas de la noche. El 46 Regimiento “Taman” de aviadoras soviéticas en
la II Guerra Mundial”, editado por La Caída con la colaboración del
CEPRID.
Fuente original: http://www.nodo50.org/ceprid/spip.php?article1970
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