El modelo de deporte profesional de élite es intocable en los grandes medios, que comparten con los clubs de fútbol, baloncesto o béisbol negocios millonarios (1). Un debate público crítico sobre este asunto está, a día de hoy, sometido a una implacable censura.
Por el contrario, a cada rato leemos en la prensa noticias y reportajes que demonizan –o ridiculizan- el modelo deportivo de Cuba (2), un país que, con mínimos recursos y frente a la enorme presión del deporte profesional, ha tratado de preservar –con inevitables adaptaciones- el espíritu deportivo original (3).
Un ejemplo lo tenemos en una entrevista reciente del diario español “El Mundo” a José Ramón “Gallego” Fernández, el Presidente del Comité Olímpico Cubano (4), en la que lo más importante para el lector –al parecer- es saber cuánto tardó el dirigente cubano en recibir al periodista: “los apparatchik son igual en todas partes –leemos en un texto que parece sacado de una novela de la Guerra Fría-. La desconfianza es su lenguaje. Llamadas, acreditaciones y hasta recomendaciones son necesarias hasta recibir, días después, la instrucción definitiva: “Llame usted el lunes, a las nueve en punto, a este teléfono”.
Curiosamente, el mismo periodista -Orfeo Suárez- aceptaba deportivamente, hace un tiempo, que los presidentes del Real Madrid y del Barcelona, principales clubs de la Liga de Fútbol Española, rechazaran sus peticiones de entrevista (5). ¿Creen Vds. que leímos una línea sobre ello en las páginas de “El Mundo”? ¿Calificó el periodista a estos capos multimillonarios como los “aparatchick” del sistema… capitalista?
Recordemos que Orfeo Suárez, hoy redactor jefe de Deportes del diario “El Mundo”, es autor del libro “Los Cuerpos del Poder”, que aborda –nos dice- la “utilización política del deporte” (6). En el prólogo, leemos que “todos los regímenes políticos, cualquiera que sea su fundamento y su ideología, están de acuerdo (…) en la utilidad política del deporte” (7). Pero, curiosamente, si nos adentramos en el libro, este no habla de “todos los regímenes políticos”, sino solo de algunos: la Unión Soviética, Yugoslavia, China, Rumanía, Irán y, por supuesto, Cuba (8). Pero ¿y los gobiernos de Europa, o el de EEUU? ¿No han utilizado el deporte para sus fines políticos?
La portada de la última edición de este libro no tiene desperdicio: en ella aparece Maradona con un tatuaje del Che Guevara en su brazo (9). Es decir, el Che, tradicional símbolo de la lucha contra el Poder por excelencia -el Capital- es reconvertido –por obra y gracia de la industria editorial- ¡en símbolo del propio Poder!
La figura de Maradona sirve también al autor para denostar a Cuba, y para equiparar la dictadura fascista argentina de los 70 con la Revolución cubana: “Desde Jorge Videla aFidel Castro el jugador (Maradona) ha conocido todas las versiones posibles de instrumentalización política”, leemos. Y remata: “Castro no perdió oportunidad de ofrecer el Edén socialista a un mártir del capitalismo” (10), en referencia a la ayuda que ofreció Cuba al jugador para tratarse de su toxicomanía (11).
No por casualidad el epílogo de la última edición de este libro es firmado ¡por Raúl Rivero!, un anticastrista hoy en nómina del diario “El Mundo” y, durante años, periodista a sueldo de las agencias USAID y NED, pertenecientes al Gobierno de EEUU (12).
Mientras, desde su puesto de redactor jefe de Deportes del periódico “El Mundo”, este crítico de la “utilización política” del deporte no mercantilizado por el que sigue apostando Cuba (13), realiza cada día una encendida defensa y promoción del negocio capitalista del fútbol (14). Y también de otras manifestaciones ideológicas, como el más rancio nacionalismo español, exhibido en otro de sus libros: “Yo soy español” (15)-. Pero, por supuesto, esto… no tiene nada que ver con la política.
*Cordinador de Cubainformación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario