La estrategia de poder exige revisar las posiciones del FIT sobre Grecia, Venezuela y Bolivia
Mario Hernández: Escribiste un artículo hace unos días titulado “La amnesia electoral 2015” donde hacés 
referencia a la enorme similitud que existe entre los tres candidatos con 
posibilidades, que diría ha quedado reducida a dos. Por un lado hablás de una 
acelerada recomposición del justicialismo tradicional y por otro, dentro del 
análisis que haces del Justicialismo, señalás que el progresismo K ya bajó las 
banderas. ¿Qué querés significar con estos dos conceptos?
Claudio 
Katz: La recomposición del justicialismo tradicional y la resignación del 
progresismo K giran en torno al fortalecimiento de la candidatura de Scioli. 
Como bien señalás todo indica que van a quedar dos candidatos con posibilidades 
y uno de ellos es Scioli. Yo hablo de las semejanzas del trío pero en este caso 
vamos a poder hablar de la semejanza del dúo. Una fuerte polarización entre dos 
personajes que representan lo mismo, que no se diferencian en lo sustancial, que 
despliegan agendas sumamente parecidas y tienen una trayectoria y una conducta 
bastante semejantes. En ambos campos, tanto en el de Macri como en el de Scioli, 
ha predominado la rapiña de figuras, ha habido movimientos de pases de un lado 
hacia el otro en forma acelerada dentro del radio de ambos, demostrando que no 
hay grandes divergencias ideológicas dentro de esos espacios ni tampoco entre 
ellos. Esta es una campaña electoral donde se vota mucho y se dice poco, un 
experto en decir poco es justamente Scioli, ha atravesado las ultimas décadas de 
la historia argentina pasando de un lado al otro, es el motonauta menemista que 
se hizo kirchnerista y ahora va a terminar probablemente en la presidencia de la 
mano del kirchnerismo.
M.H.: Pasando previamente por el duhaldismo.
C.K.: Si vemos la trayectoria de Scioli podemos saber qué nos espera de él. 
Además es un experto en frases vacías y en acomodarse a la próxima situación. 
Creo que si se observa cómo se están desarrollando las elecciones hasta ahora 
aparece esta recomposición del justicialismo tradicional. Urtubey gana en Salta, 
Perotti en Santa Fe, Bermejo en Mendoza, todos tuvieron algún coqueteo con el 
kirchnerismo, pero no son del espectro puro K, vienen del justicialismo, que es 
el que rodea esencialmente a Scioli.
La razón fundamental por la que digo que el progresismo bajó las banderas es 
porque se dispone a votar a Scioli. Probablemente tenga un pasaje intermedio a 
través de Randazzo, ha armado una ingeniería electoral para crear dentro del FPV 
estas dos candidaturas, pero todo indica que luego marchan al voto a Scioli. La 
justificación más común que van a salir a decir es que se enfrentan dos 
proyectos y que hay que votar al mal menor, porque no nos olvidemos que tanto 
Carta Abierta, como el kirchnerismo en general durante todos estos años fue muy 
crítico de Scioli y no ocultaba quién era por la similitud de proyectos 
inmediatos que tiene con Macri.
Esta idea que está trabajando el kirchnerismo de rodear a Scioli de leales a 
Cristina y que Cristina va a manejar el poder mientras él esté en el gobierno, 
puede ocurrir, no lo sé, pero la historia reciente del justicialismo indica que 
cuando uno de sus dirigentes llega a la presidencia desplaza a sus rivales, fue 
lo que hizo Menem con Cafiero, lo que hizo Kirchner con Duhalde y lo que 
intentará hacer Scioli con Cristina. Son especulaciones, lo central es el 
programa derechista que tienen tanto Scioli como Macri en la cabeza. Es evidente 
que ambos están pensando en avanzar hacia el ajuste, el programa de ellos es 
reducir el déficit fiscal, achatar los salarios, aplicar fuertes aumentos a las 
tarifas de la energía y el transporte y, fundamentalmente, hacer una 
devaluación. Sabemos el efecto que tiene esto sobre el salario y los sectores 
populares.
El artículo se llama “La amnesia electorall 2015” porque lo que vamos a tener 
durante los próximos meses es ese típico clima de anestesia electoral, donde no 
se dice nada, hay muchos globos, propagandas y spots, mucho fuego de artificio 
mientras el establishment prepara sus armas como ha ocurrido en Argentina 
durante las últimas décadas, por un lado quiere a su hombre que es Macri y al 
mismo tiempo sabe que los que terminan aplicando las medidas que exigen son los 
que pueden manejar el aparato del Estado, y durante las últimas décadas quien lo 
ha logrado es el Partido Justicialista.
Habrá que ver si la lucha popular permite a Macri o Scioli hacer el 
ajuste que planean
M.H.: ¿Estamos viviendo una suerte de primavera económica?
C.K.: Sí, parte de la anestesia es justamente esta primavera, porque sin ella 
el clima electoral sería otro.
M.H.: La figura que estás usando es preocupante, porque todos sabemos que 
después de la anestesia viene el dolor.
C.K.: Hay que tener en cuenta dos cosas, lo que quieren hacer Macri y Scioli 
y si lo van a poder hacer, son dos problemas distintos. Lo que quieren hacer es 
evidente, basta consultar a cualquiera de los economistas que los rodean y todos 
hablan de lo mismo, devaluación, suba de tarifas, ajuste, achatamiento del 
salario, fuerte endeudamiento externo para financiar la devaluación. Entre ellos 
lo tienen sumamente claro, el tema es si van a poder hacerlo. Hay que observar 
lo que pasó en Brasil, Dilma y Aecio Neves, su rival derechista, estaban cabeza 
a cabeza hasta que hubo un voto contra el derechismo que le dio el triunfo a 
Dilma, que duró dos semanas sin hacer el ajuste, después llamó a los economistas 
más neoliberales que hay en Brasil a gobernar.
Yo creo que hay que tener en cuenta que el tipo de ajuste que se va a hacer 
va a depender de las condiciones económicas y sobre todo políticas del momento, 
una cosa es si a fines de este año tenemos un clima económico internacional muy 
desfavorable para la Argentina o un clima llevadero. Por otro lado, acá la 
resistencia popular es muy grande, justamente tanto Macri como Scioli piensan en 
pactos sociales, incluso en un gabinete de coalición en el caso de Macri, porque 
saben que van a necesitar pactar con la burocracia sindical para imponer un 
achatamiento del salario. Además han visto que en los últimos años hubo cuatro 
paros generales en torno a la demanda de eliminar el impuesto a las ganancias. 
Hay un movimiento sindical muy combativo, una clase obrera que ha demostrado 
capacidad de reacción, la última huelga fue de un cumplimiento muy elevado, 
nadie se tragó el argumento que sostenía que el paro era político, que sostenía 
a la burocracia, que afectaba a los más pobres. Hay una conciencia social muy 
grande, se sabe que todo se consigue a través de lucha y que si se bajan esas 
banderas se nos viene el menemismo. Lo que vamos a observar en los primeros 
meses del gobierno que viene es esta tensión entre la pretensión de hacer un 
ajuste y la dificultad para hacerlo. No sé cuál será el resultado pero ese es el 
escenario que se presenta.
M.H.: ¿Cómo analizás el proceso de las paritarias en curso y en 
particular lo que ha sido la paritaria del gremio aceitero?
C.K.: Se ha puesto interesante la cosa, porque básicamente el gobierno quiere 
un techo. Para que esta “primavera” funcione tiene que estar operando ese techo 
y mantenerlo firme. Tiene varios instrumentos, el principal es mantener 
planchado el dólar, de esa forma se crea una situación parecida a la que tuvimos 
en 2012/13 que terminó con la mega devaluación que intentó Kicillof que después 
se le fue a los precios y terminamos en el punto de partida. La clave para un 
ajuste, que este año no creo que sea muy grande porque sino no hay triunfo de 
Scioli posible, para el año que viene, va a ser que la devaluación logre una 
caída significativa del salario que no se traduzca en un incremento 
significativo de los precios, es un operativo complicado en el terreno político 
y sindical. El pueblo argentino se ha acostumbrado a las paritarias, los 
trabajadores han tomado conciencia de lo que significa la reconquista de las 
paritarias y no va a ser fácil ponerles un techo. Todo esto que te estoy 
diciendo no es una novedad para la clase dominante argentina, lo saben y por eso 
van a una pulseada, hay una idea un poco mágica que manejan Scioli, Macri y 
Massa, que es que van a llegar ellos y van a llover los dólares.
M.H.: Porque el mercado internacional va a recuperar la confianza en la 
Argentina.
C.K.: Se crean esos mitos ridículos, para darte un ejemplo, en 
Argentina hay una moratoria fiscal que está en curso desde hace un año, una 
persona que fugó dinero al exterior lo puede reingresar sin pagar impuestos y 
nadie ingresa plata. Lo que va a exigir el capitalista argentino que tiene 
dinero dentro del país no declarado y otro tanto por fuera, es un programa de 
ajustes que garantice rentabilidad a los negocios que se vienen, y hay negocios 
florecientes que van a beneficiar a grupos económicos y no al país porque están 
centrados en materias primas, minería y petróleo, pero ahí están los buitres de 
todo tipo esperando que convenios tipo Chevrón se multipliquen. Hay un clima de 
capitalistas con muchas ganas de hacer negocios esperando un gobierno que 
discipline a los trabajadores y que les garantice un nuevo ciclo de grandes 
ganancias. El problema es que estamos en uno de los países con mayor 
combatividad social, con uno de los movimientos de asalariados más grandes de 
América Latina y con una fuerte capacidad de reacción. Mi articulo no es sombrío 
en el sentido de preanunciar un desastre para la población, es una alerta, 
tenemos que ver quién se viene y para qué se viene, plantearnos si estamos en 
condiciones de resistir e ir pensando cuál es el mejor camino político y social 
para resistir.
Frente a una pobreza estructural que ronda el 20% la respuesta es 
mano dura y planes sociales
M.H.: “La pobreza ha quedado establecida en los mismos porcentuales de 
los años ´90, cerca de un 25%, con dos diferencias importantes el desempleo no 
es elevado y existe una gran cobertura asistencial”, afirmás en el marco de que 
no se vienen conociendo estadísticas oficiales al respecto.
C.K.: Hay consenso sobre este dato, inclusive las estadísticas que hizo la 
CTA oficialista andaba cerca del 20%, además Kicillof decidió no dar 
estadísticas de pobreza. Hay una gran conciencia de que el número final se 
aproximaría a esto y es la realidad palpable, pero no quiere decir que estemos 
como en los años ´90, de ninguna manera, porque esos dos señalamientos no son 
menores, no es lo mismo tener 25% de pobres con un desempleo del 30% y sin 
cobertura asistencial, que tener la cobertura social y un desempleo acotado. 
Pero ese número nos habla de los que quedaron definitivamente afuera, es la masa 
de la población que está en un estado de marginalidad estructural y que se 
conecta con la violencia que asedia a la sociedad argentina, la criminalidad, 
las barras bravas, el delito, la droga, el narcotráfico, todo se asienta en esa 
enorme población que ha quedado fuera de la estructura laboral y creo que tanto 
el gobierno como Scioli y Macri, son conscientes que la única forma de 
administrar esa situación es manteniendo los programas sociales, por esa razón a 
nadie se le cruza por la cabeza anularlos.
La diferencia entre Scioli y Macri no está en que Scioli va a mantener la 
asignación universal y Macri la va a sacar, porque se sabe que ese gasto social 
hay que mantenerlo porque es gente que no va a volver a trabajar mientras el 
modelo económico argentino esté estructurado en torno a las materias primas, el 
petróleo y la soja, no hay ninguna posibilidad de que ese segmento encuentre 
trabajo en el sector formal en blanco de la economía, entonces se ha decidido 
convivir con esos niveles de informalidad y marginalidad estructural que además 
se ve en cualquier plano, en el de la salud pública, en el de la educación 
pública.
Estos datos son los mas familiares para cualquiera que vive en Argentina y no 
hay ningún programa estructural para erradicarlo, lo que hay es la tentación de 
la mano dura, la idea que va a haber que desarrollar una gestión de tolerancia 
cero y mano dura ante los pobres. Recordemos que todos los programas de Scioli 
en la Provincia de Buenos Aires estuvieron teñidos por una onda Blumberg, 
incluso un candidato que aportó el kirchnerismo es Berni, otro hombre medio 
carapintada.
La mano dura es un factor de manipulación, es guerra de pobres contra pobres, 
es lo que incentivan los medios de comunicación, la forma en la cual una persona 
que no tiene ningún acceso a ninguno de sus derechos sea empujado a la violencia 
contra un trabajador, esa es la estrategia de dominación de las clases 
hegemónicas, oponer pobres contra pobres y crear este clima del delito como 
fenómeno omnipresente ocultando la enorme connivencia de la policía, las 
jefaturas políticas, las barras bravas, con las que todos estos candidatos están 
metidos. Todo eso hay que anestesiarlo hasta que se terminen las elecciones.
La verdadera disyuntiva de la izquierda es si quiere o no 
gobernar
M.H.: ¿Cómo ves en este contexto a la izquierda política?
C.K.: La conclusión de mi artículo dice que ante esto es importante un voto a 
la izquierda como un mandato de lucha y resistencia. Si nos preparamos para años 
venideros donde habrá que luchar para defender las conquistas, quienes han 
demostrado una gran capacidad y una gran decisión para estar en la primera línea 
de lucha son las organizaciones de izquierda. Creo que el principal fundamento 
para convocar un voto al FIT [Frente de Izquierda y de los Trabajadores es 
ése.
M.H.: No sé si reparaste en que te pregunté por la izquierda política. El 
tema de la lucha, la resistencia, la participación en los conflictos, es un tema 
que venís señalando hace muchos años, pero me interesa la otra parte, la 
construcción política y el poder.
C.K.: Dicho lo primero, el tema novedoso es que hay una recuperación 
importante de la izquierda en el plano político, un protagonismo que se canaliza 
a través del FIT y que se ha verificado en que por primera vez en muchos años 
hay tres diputados de izquierda, muchísimos legisladores en las provincias y en 
varias se han conseguido elecciones inéditas para la historia argentina. El año 
pasado se creó un clima de mucho entusiasmo y este año se está demostrando que 
las cosas no van a ser tan fáciles. Un desemboque de la experiencia kirchnerista 
hacia la izquierda no va a ser tan sencillo como uno podría haber esperado 
durante el año pasado.
M.H.: Hubo algunas voces cautas al respecto, entre ellas la 
tuya.
C.K.: Sí, reconociendo la importancia del hecho y resaltando la 
valoración de los avances, hay que tener mucho cuidado con una caracterización 
superficial sobre lo que pasa en el peronismo, no se cae mañana el peronismo, 
mucha gente de la izquierda cree que eso sucede de la noche a la mañana y que 
vamos a salir a cubrir ese espacio. El kirchnerismo ha logrado una novedosa 
recuperación de sectores del peronismo y ha captado una nueva militancia juvenil 
que se ha volcado a organizaciones kirchneristas, esto tiene que ver con el 
carácter de centro izquierda que tuvo el gobierno de Cristina. Creo que si no 
reconocemos que ha sido un gobierno de centro izquierda en el que se 
consiguieron importantes logros democráticos, conquistas sociales y mejoras, se 
corre el riesgo de pensar que esto termina como Menem y el kirchnerismo no es 
eso.
Vamos a tener un período de batalla política y en ella hay que ser 
extremadamente realista sobre los problemas que se van enfrentando. Igualmente 
creo que hay un giro importante hacia la izquierda, en los próximos meses se 
viene la polarización electoral y vamos a ver qué pasa con los votos, pero no 
parece indicar que la avalancha de votos del año pasado se mantengan en la 
izquierda, pero si se preserva una construcción política referencial importante, 
esta es la base para toda la experiencia que se viene porque los que voten a 
Scioli se van a decepcionar rápidamente y todo el progresismo K va a chocar con 
él.
Esto requiere sensatez, claridad e ir avanzando en la resolución de la 
superación de los vicios de la izquierda. Se han dado pasos importantes, primero 
se formó un frente, parece mentira pero viene durando varios años, hay una 
tensión electoral interna pero todo indica que se va a resolver puertas para 
adentro. Hay un cambio muy interesante en los discursos de los candidatos del 
FIT, hay un mensaje que busca conectarse con las preocupaciones reales de la 
población y un lenguaje poco exótico, se habla como habla todo el mundo. Pero 
recién estamos en los comienzos, creo que va a avanzar si rompe con el 
sectarismo y todavía queda mucho camino por recorrer.
M.H.: Señalaste al pasar “si se preserva” y veo preocupación en torno a 
si este proceso de internas abiertas no va a terminar generando una nueva 
frustración respecto de la política frentista que han tenido hasta ahora las 
tres organizaciones que han constituido el FIT.
C.K.: Dependerá de la madurez que tengan, eso se ve reflejado en la 
práctica, se puede ver que ellos van actuando no en función de lo que 
tradicionalmente pregonaban sus periódicos sino que se van adaptando a la nueva 
realidad que van encontrando, eso los hizo sostenerse, creo que tienen claro que 
una ruptura del FIT implicaría que los votos ganados se vuelvan muy difíciles de 
mantener. Hay una necesidad de preservar la unidad. Sería muy interesante 
dilucidar a través de elecciones internas las diferencias.
M.H.: Ves la interna abierta como algo positivo.
C.K.: Sí, porque si se hace una interna y el frente continúa, se va a 
instaurar el principio que las candidaturas se resuelven a través de una 
elección interna y que eso no es ningún drama, que es la forma natural y lógica 
de administrar diferentes listas en el marco de un frente.
M.H.: Más aun siendo un frente electoral, porque algunos se van 
acomodando en las discusiones y parece que ahora fuera un frente revolucionario 
o que tiende hacia la constitución de un partido revolucionario único.
C.K.: Acá el problema está en que una vez que termine este proceso, 
hay mucho para avanzar en el plano de la estrategia política, si se quiere o no 
gobernar, esa es la verdadera disyuntiva. Una de las características de Syriza 
en Grecia es que ellos quisieron gobernar y las organizaciones que se opusieron 
no querían asumir el desafío y el riesgo de llegar al gobierno a través de las 
elecciones y comenzar la batalla por el poder. Si no se tiene una estrategia por 
la cual llegar a ganar elecciones, lo que significa ganar un municipio, una 
intendencia, una provincia y ganar un país, para sobre esa base y en el curso de 
ese proceso luchar por la conquista del poder, en el fondo los frentes no 
prosperan, porque los votantes van a percibir que es un frente de gente que no 
quiere gobernar, con pánico a afrontar esa decisión.
M.H.: Me alegra esto último que te escucho decir porque me sentía 
pregonando en el desierto. Es una discusión que vengo llevando hace tiempo, el 
FIT tiene que tener una estrategia de poder.
C.K.: Esa estrategia de poder exige revisar las posiciones del FIT sobre 
Grecia, Venezuela y Bolivia.
M.H.: Desde ya. A muchos compañeros que invito a la radio les digo lo 
siguiente: “Hugo Chávez tenía una estrategia de poder cuando se reunía en el 
sótano de la librería de Vadell hermanos y eran 5, pero estaba pensando en cómo 
tomar el poder, y eso es lo que tenemos que hacer nosotros”.
C.K.: Exacto. Creo que el problema del FIT es que como piensa en el poder en 
términos extremadamente dogmáticos, imaginando la repetición de un modelo que se 
dio en la revolución rusa hace casi 100 años, tienen una enorme dificultad para 
observar cuáles son los cursos que hoy en día, en la realidad de América Latina 
y de gran parte del mundo, conducen a ese poder, que es otro el camino. En la 
medida que no se registre este cambio va a haber un gran obstáculo. La gran 
discusión que tenemos que hacer y creo que el libro que acabás de editar sobre 
Grecia, "La tragedia griega. Syriza: ¿una oportunidad?", es un aporte 
importantísimo para eso, es ver en otras experiencias, en las reflexiones de 
nuevos teóricos, por ejemplo Kouvelakis, miembro de la izquierda de Syriza que 
tiene un capitulo en el libro, que plantea y desarrolla una estrategia de poder 
a partir del triunfo, me parece que prestando atención a eso podemos clarificar 
muchos de los problemas políticos de la izquierda en Argentina.
 
 
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