El mercado laboral español
sigue sin recuperar un tercio del empleo que se destruyó con la crisis.
La EPA (Encuesta de Población Activa) del INE (Instituto Nacional de
Estadística) refleja cómo al cierre del tercer trimestre de 2018 había en España 19,52 millones de personas ocupadas,
que son 2,57 más que los 16,95 de principios de 2014, cuando cesó la
pérdida de empleo pero 1,03 menos de los que había al comenzar el otoño
de 2008 (20,55).
La pérdida de ocupación en esos primeros cinco años y medio de crisis fue de 3,6 millones de personas,
lo que reduce al 71,4% la mejora en los cuatro y medio siguientes de
recuperación: para volver a los niveles de 2008 queda por generar un
28,6% del empleo perdido en términos cuantitativos, sin entrar en la
calidad (jornada y temporalidad) del creado.
El retroceso es algo mayor en cuanto a las horas trabajadas:
los 631,7 millones semanales de finales de septiembre de 2008 habían
caído a un mínimo de 519,7 en la misma fecha de 2013 para subir a 587,8
el año pasado, según los datos dela EPA, lo que indica que de solo se
han recuperado 68,1 de 112, es decir, el 60%.
El tercer trimestre suele ser el de menor actividad
laboral en el país, tras el segundo, que es el de mayor intensidad. La
tendencia es más acusada si se toma como referencia esa segunda fecha,
con una pérdida de 144,8 millones de horas de mediados de 2008 a 2014
(de 722,5 a 577,7) para recuperar 68,6 (646,3), el 47,3%, en los cuatro
ejercicios siguientes.
Esos datos ponen sobre la mesa uno de los síntomas, o causas, de deterioro del mercado laboral español más plausibles, como es el troceo del empleo mediante jornadas incompletas y contratos de corta duración.
El volumen de trabajadores crece en 2,25 millones de personas mientras
el aumento de la tarea se sitúa en 1,7 millones de jornadas semanales de
40 horas; es decir, que se ocupan tres trabajadores donde hay trabajo
para dos.
Menos empleo con más actividad económica
Estas tendencias se dan de manera simultánea a un
intenso crecimiento del PIB (Producto Interior Bruto), el indicador que
refleja el aumento del volumen de negocio del país, cuyos registros se
sitúan muy por encima de los previos a la crisis: la actividad económica
es claramente mayor mientras el volumen de empleo resulta notablemente
menor que antes de la crisis.
El PIB cayó 91.000 millones de euros (un 8,15%) entre 2008 y 2013, cuando pasó de 1,116 a 1,025 billones, según la Contabilidad Nacional del INE, para subir un 13,76% (hasta 1,166 millones) en 2017 y sumar 890,8 millones en los nueve primeros meses de 2018
, con un aumento del 3,5% sobre el mismo periodo del año anterior
(860,7) que, de mantenerse, situaría la cifra final por encima de 1,2
billones.
“Fue mucho el empleo que se destruyó, y va a costar mucho trabajo recuperarlo,
aunque la tasa de desempleo haya bajado diez puntos”, explica Antonio
González, coordinador de la Secretaría de Empleo federal de UGT, que
destaca cómo, además, en los años de la crisis se produjeron más de
cinco millones de despidos de trabajadores con contrato indefinido.
“Se perdió mucho empleo temporal, pero también mucho fijo: siete de cada diez fueron despidos improcedentes individuales,
sin pasar por los controles de un ERE ni de un cese objetivo. No
necesita ninguna justificación”, señala. El proceso comenzó en 2008, se aceleró después y repuntó más a partir de la reforma laboral, que redujo las indemnizaciones tanto en su cuantía, de 45 días por año trabajado a 33, como en la amplitud, que cayó de un máximo de 42 mensualidades a 24.
La crisis y las recetas para salir de ella que se
implementaron desde las instituciones derivaron en un intenso proceso de
destrucción de empleo cuando las tendencias de la afiliación a la
Seguridad Social estaban creando unas expectativas de crecimiento que,
de haberse mantenido, habrían situado las cifras de trabajadores entre
los 23 y los 24 millones a principios del año pasado.
Sin embargo, la brecha entre las perspectivas y la
realidad, que hoy rondan los 4,8 millones de puestos de trabajo,
llegaron a pasar de los cinco millones en 2013, cuando la destrucción de
empleo alcanzó sus puntos álgidos.
Solo la mitad de los indefinidos son de jornada completa
González considera que “el mercado laboral español
sobreactúa de una manera tremenda, cuando hay una recesión
sobredimensiona la destrucción de puestos de trabajo”. En este sentido,
señala González, “ningún país occidental destruye tanto empleo con una caída del PIB
como la que hubo aquí. En el resto de la UE, dejando aparte la
construcción, las caídas fueron del 2% al 3% mientras en España
alcanzaron el 10%”
A eso se le añade la evolución de su calidad, que ha generado más de tres millones de precarios que entran y salen del desempleo constantemente. De hecho 20 de los 22,3 millones de contratos visados el año pasado por los servicios de Empleo fueron temporales. “Recuperar el empleo de calidad es muy difícil. Hoy solo la mitad de los contratos indefinidos son de jornada completa.
El resto son parciales o de emprendedores, en los que el 60% no supera
el periodo de prueba de un año con despido a coste cero”, apunta
González.
Esa mayor movilidad y rotación de los puestos se está traduciendo en “un proceso de sustitución de empleo fijo por otro más precario” al que se le añaden tendencias como la precarización de sectores públicos como la enseñanza y la ausencia de creación de ocupación en otros como la sanidad.
El empleo se recupera mejor en las islas
Las tendencias por territorios han sido muy desiguales en cuanto a la recuperación del empleo destruido durante la crisis, con una brecha que, según los datos de la EPA,
llega a superar los 250 puntos entre el avance del 236% de Canarias,
gracias principalmente a la mejora del negocio turístico, y el escuálido
25,5% de Asturias, donde al menor peso de este sector se le une el
declive de la industria y de otras actividades como la minería.
“La recuperación, en términos cuantitativos, se está centrando en el sector servicios
y, dentro de este, en el turismo y la hostelería, donde la temporalidad
y la rotación son enormes”, indica González. Esos procesos están
beneficiando a las dos comunidades insulares, con avances del 164% en el
caso de Baleares, y perjudicando a otras como las del Cantábrico, donde
a los malos resultados de Asturias se les suman los de Euskadi (40,8%),
Galicia (48,4%) y Cantabria (60,7%), que integran el quinteto de cola
junto con Castilla-La Mancha (46,1%) y Castilla y León (59,2%).
En ninguna de las cinco se ha llegado a recuperar
dos de cada tres puestos de trabajo destruidos en los primeros años de
la crisis.
El modelo económico y laboral que se está imponiendo tras la crisis también está dejando en evidencia a las llamadas ‘locomotoras’ del país,
entre las que únicamente Andalucía, con una recuperación del 94,7% del
empleo perdido se acerca a las cifras de 2008 mientras ni Catalunya ni
Madrid ni la Comunitat Valenciana superan el 80%.
Entre los territorios que mejor evolucionan se
encuentran Murcia y Extremadura, con avances superiores al 80%, y
también Navarra, que se acerca con un 78%. Mientras tanto, Aragón y La
Rioja mantienen unos discretos registros, ligeramente por encima de los
dos tercios de empleo recuperados.
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