Denunciamos el golpe de
Estado terrorista del imperialista de EEUU contra Venezuela. Todos los
trabajadores con el pueblo hermano de Venezuela.
Denunciamos sin ambages
la guerra tiránica del imperialismo económico, político, militar y mediático de
EEUU y sus aliados peleles de la U.E. contra el pueblo de Venezuela y sus
dirigentes democráticamente electos, vulnerando los principios estructurales
fundamentales de las normas imperativas del Derecho Internacional Público
recogidas en la Carta de las Naciones Unidas de 1945.
1) “La igualdad soberana
de los Estados”.
2) “Arreglaran sus
controversias internacionales por medios pacíficos que no pongan en peligro ni
la paz ni la seguridad internacional ni la justicia”.
3) “Los Estados se
abstendrán de recurrir a la amenaza o al uso de la fuerza contra la
independencia territorial o la independencia política de cualquier Estado o en
cualquier otra forma”.
Señalar para timoratos y crédulos, que contra el Estado y pueblo de
Venezuela, se han fabricado “FAKE NIWS” por las tiranías mediáticas, que darían
para escribir un libro que se podría titular la “Antología de la Infamia
desinformativa”, por las miles de bellacas falsedades.
Fijaos lo que afirma el Sr. Ex-Presidente de los EEUU, Jimmy Carter (y que confirman otros muchos
altos dirigentes e intelectuales mundiales), sobre la regulación del proceso electoral venezolano: “Creemos que el resultado electoral es
fiable por contrastable y porque asegura el ejercicio libre, secreto y
universal del voto”. Así que este Sr., para que no se rasguen las
vestiduras, los voceros del imperio, no tiene sospecha de ser ningún
“bolchevique” monstruo, que se come los bebés vivos. No crea que haga falta sólo para Venezuela, y
no para los demás supuestas “democracias” occidentales, que tienen peores y
menos garantistas normas, empezando por EEUU.
Recordar, que en el caso del
Estado español, tenemos un régimen del 78 impuesto por Franco y sus militares,
sin ningún “proceso constituyente”, que significa, un poder creador democrático
desde cero de una nueva realidad, sin cerrojos del poder constituido ni losas
del anterior, de donde emana la legitimidad democrática para su construcción, y
subrayar que sólo existen tres países en el mundo donde se recoge esta en sus
constituciones nacionales la institución del referendo REVOCATORIO del mandato:
Venezuela, Bolivia y Ecuador. En el caso de Venezuela, en el artículo 72º de su
Constitución prescribe: “Todos los cargos y magistraturas de elección popular
son revocables”. Prueba inequívoca, de que este mecanismo profundiza en la
calidad de una verdadera democracia material participativa, no formalista, mediante
el cual, el cuerpo electoral, es decir, los ciudadanos, como titulares de los
derechos de la Soberanía Popular, pueden remover a un funcionario electo antes
de terminar su mandato como presidente o alcalde por incumplir sus obligaciones
con el pueblo.
¿Entonces que pasa con Venezuela? Pues pasa que desde el año 1999 hay una democracia participativa, protagónica del pueblo, ello
queda expresado en 24 procesos electorales. Donde un proyecto
revolucionario social democrático ha resultado vencedor en 21 ocasiones y la “oposición”
ha ganado sólo en 3 ocasiones: 1) las elecciones municipales del año 2000, 2)
el referendo de reforma constitucional del año 2007 y 3) las parlamentarias del
año 2015, dándose la paradoja de
graciosa contradicción, que todas son realizadas con la misma herramienta
electoral, las únicas elecciones “reconocidas” legales” “válidas” de los 24
procesos electorales para el imperio y sus voceros, son las tres que han ganado la “oposición”, lo que
no deja de ser una ironía macabra, pero lo que evidencia desde una lógica
racional elemental, que todas las elecciones tienen las garantías jurídicas
constitucionales, legales establecidas por el pueblo, que es quien ha tomado la
riendas de su destino y decide soberanamente. Ya en las últimas elecciones
regionales y municipales de diciembre de 2017 gana 19 gobernaciones de 23, y en
más de 300 alcaldías de 335, y así todas.
Cuál
es la causa del acoso terrorista del imperialismo de EEUU al pueblo y Gobierno
democrático de Venezuela. América Latina ha sufrido, de
forma constante, a lo largo siglo XX, y sigue en el XXI, la terrible injerencia
imperial de EEUU, utilizando su fuerza militar, política, económica, mediática
para convertir a sus países en patios traseros saqueando y esquilmando sus
ricos recursos naturales. Cuando un país ha intentado tomar la riendas de su
destino (Guatemala, Costa Rica, Chile, Argentina, Uruguay, Paraguay, Nicaragua,
Honduras…), el imperio norteamericano, “paladín de la democracia”, lo ha segado,
derrocando gobiernos elegidos democráticamente con golpes militares, imponiendo
dictaduras represoras y sangrientas. Hay que mencionar la vil actuación de la
OEA con Almagro, el servil peón actual, una organización desprestigiada que da
risa por ser una marioneta manejada por EEUU.
El interés del imperio es apropiarse de los recursos
naturales, cultura con colaboración de las oligarquías, por tanto no pueden
permitir los cambios sociales y políticos realizados por el PSUV (partido de
Hugo Chávez y Nicolás. Maduro) en los últimos 20 años, tanto el control
democrático de la economía con las nacionalizaciones de importantes sectores (petróleo,
gas, agua, cemento, banca, reforma agraria,…), como la organización social
comunitaria, el desarrollo de un cierto estado de bienestar (sanidad,
educación, dependencia, paro, vivienda…) y la salida de la órbita e influencia
de los poderes económicos y políticos internacionales (EEUU, FMI, BM…), creando
alternativas con organizaciones propias (ALBA, UNASUR, CELAC) para el
desarrollo económico, político y cultural de América Latina, ha llevado tanto a
la oligarquía venezolana como al gigante del norte (EEUU) a intentar por medios
ilícitos (golpe de estado, huelgas salvajes, terrorismo callejero) recuperar el
Gobierno que las urnas les ha negado en las últimas cuatro elecciones generales
y en las tres regionales y municipales.
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