Arriba y abajopor Alberto Cruz |
Arriba, la aristocracia; bajo, la servidumbre. Esta era, en síntesis, la
trama de una exitosa serie de televisión británica de los años 70 que
llegó al estado canalla (más conocido como España) más de diez años
después. El relato de una sociedad obsesionada
con la clase social, esa que hoy dicen ha desaparecido y que la
pretendida izquierda ha arrojado al baúl de la Historia. Pero no. Hay
muchos ejemplos de ello, pero en la Francia de hoy es donde hay que
fijarse.
Algún imbécil ha tenido el atrevimiento, y la ignorancia, de decir que
los "chalecos amarillos" de Francia son como los "indignados" del 15-M
en el Estado canalla. Nada que ver. Ni parecidos. Porque los famosos
"indignados" eran clase media acomodada (o sea,
arriba) que reclamaban su cachito de poder -y lo tuvieron, por lo que
desmovilizaron- mientras que los "chalecos amarillos" son claramente los
de abajo. Véase si no dónde están unos, y lo que duraron, y dónde están
otros y lo que duran.
Yo vivo en una pequeña ciudad (40.000 habitantes) que hasta hace dos
años no tenía hospital (ahora es privado aunque pagado con fondos
públicos) y muchas de las gestiones habituales había que hacerlas en
otras ciudades más pobladas. Es decir, que hay, todavía,
que desplazarse. Por lo tanto, entiendo perfectamente la rebelión de los
"chalecos amarillos" contra los impuestos de los carburantes, que fue lo
que dio origen a toda esta historia. Fue un movimiento descalificado
por los mal llamados "progres" franceses -y no digamos los españoles,
que se han mantenido en un silencio nada sorprendente no vaya a ser que
cunda el ejemplo y queden mal parados con
sus manitas y demás- y estigmatizado, como hizo también el gobierno,
como de extrema derecha.
El movimiento ha cumplido sus sexta semana de movilizaciones, sin que
haya decaído en exceso. Es más, esta navidad las rotondas se han vuelto a
llenar y lo más significativo, en varias ciudades (Montpellier o
Toulouse, por ejemplo) los "chalecos amarillos"
se manifestaron con los nombres de los 8 muertos que van ya y recordaron
a los más de mil heridos. Tal vez las fotos más significativas sean
estas, y hay vídeos circulando sobre cómo la policía se regocija con la
represión.
O sea, democracia en estado puro. Valores occidentales en acción. Como
cuando se ha vuelto a detener a algunos de los más destacados activistas
"de forma preventiva". Vamos a ver si recordáis cómo los medios de
propaganda retrataron el caso Navalny, el niñato
ruso -estilo Rivera en el Estado canalla,- protegido por Occidente en
pleno como "demócrata" cuando el año pasado fue detenido antes de una
manifestación en Rusia. Su caso llegó hasta el Parlamento Europeo, que
condenó la "represión" de Putin contra un "demócrata".
Este hombre en Francia se llama Eric Drouet y tuvo la decencia de
negarse a ir al Palacio del Elíseo para una reunión y, por el contrario,
hizo un llamamiento a acudir al Acto VI del sábado pasado. Pero él no
pudo porque fue detenido "preventivamente". Las
ONGs que estuvieron tan activas con Navalny han estado calladas ahora,
la Comisión Europea de Derechos Humanos que estuvo muy activa con
Navalny ha estado en silencio y al Parlamento Europeo no le interesa un
"palurdo" francés, conductor de camiones, que pone
en jaque todo un andamiaje que hace aguas por todos los lados, tanto en
Francia como en la moribunda Europa.
Arriba y abajo. Incluso los "progres" se indignaron porque en Rusia no
se respeta el derecho de manifestación (sic) pero aquí han estado
callados como muertos. Y es que los "progres, la pretendida izquierda,
desde hace mucho tiempo ha abandonado cualquier pretensión
no ya emancipatoria sino simplemente lógica. Pese a todo el discurso de
"defensa de las cuestiones sociales" está ubicada, de hecho y de
derecho, en el liberalismo económico, político y cultural. Ya no se
lucha contra un sistema económico y social injusto basado
en la acumulación infinita de capital, sino que espera que este capital
muestre un poco de humanidad y acepte conceder algunas migajas.
La pretendida izquierda es hoy una fuerza contrarrevolucionaria, por eso
ve con estupor movimientos como los "chalecos amarillos" y eso hace que
se ensanche la brecha con las clases trabajadoras, esas que viven en la
periferia o en los barrios populares de
las ciudades a donde no llegan los "progres", clases medias urbanas cuyo
único objetivo es beneficiarse de la globalización capitalista. Hay un
hecho cierto: los "chalecos amarillos" han logrado más en un mes que
todas las burocracias sindicales y partidarias
en un par de décadas. Por eso centrales como la CGT han ido a remolque,
sumándose en un sí pero no y bajo la presión de las bases. Por eso La
Francia Insumisa se ha sumado después de un duro debate.
El próximo sábado habrá un Acto VII. El ánimo no decae y empieza a ser
un movimiento generalizado contra el sistema, contra la confiscación del
poder de la ciudadanía por parte de políticos profesionales, jueces y
demás. Jueces que ya están condenando a los más
de cinco mil detenidos a penas de un año de cárcel por tirar
piedras, dicen, a la policía. El régimen fascista de Israel considera
"terroristasª a quienes tiran piedras a los soldados ocupantes. En
Francia ya se ha dado un pasito para lo mismo.
Por cierto, ¿os acordáis
de Fiorina, la chavala de 20 años herida? Pues ha perdido el ojo
derecho por un disparo de pelota de goma hecho por la policía. En
Catalunya también ocurrió algo parecido y los "progres" miraron para
otro lado. Como en Francia con Fiorina y muchos otros.
Pero con una diferencia: los "chalecos amarillos" han organizado una
caja de resistencia para Fiorina y otros casos similares y sólo desde el
lunes, cuando se conoció la noticia, ya se han recaudado 50.000 euros.
Esta fue una iniciativa que comenzó esta navidad
en las rotondas, que todavía siguen ocupadas y ya se ha superado el mes
desde que se hizo con la primera.
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