COLOMBIA. A ver cuántos “pacifistas” han condenado éste hecho: noveno líder social asesinado en quince días
Ayer se produjo un atentado en una escuela de policías de Bogotá, causando 21 personas muertas y cerca de 70 heridas; sin duda una tragedia. A pronunciar la palabra mágica “condena” salieron de inmediato muchas personas, además de cancillerías y Gobiernos. Muchas de éstas, sin embargo, no actúan de la misma manera cuando los muertos son humildes líderes o lideresas sociales. Estos caen casi un día sí y otro también ante la total indiferencia del “sensible” Gobierno del ultraderechista Iván Duque y también de muchas de las personas que ayer y hoy no han parado de condenar el mencionado atentado. ¿Será que ellas no le dan el mismo valor a la vida de todas las personas?
Pero vayamos con la muerte del líder social que nos ocupa.
Este asesinato que hoy damos cuenta sucedió el pasado 15 del presente mes en el municipio Montecristo, departamento de Bolívar (región Caribe). El asesinado se llamaba Víctor Manuel Trujillo y era miembro de la junta directiva de la Asociación de Hermandades Agroecológicas y Mineras de Guacamocó.
Además, era un cantante de música urbana y desempeñaba labores sociales en su comunidad. Había participado activamente en el paro agrario de 2013.
Los responsables del homicidio todavía no han sido identificados, aunque miembros de la comunidad ya habían denunciado que Trujillo recibía amenazas por parte de grupos irregulares de la zona. Es por eso que el joven había estado exiliado en Ecuador.
Según parece, al regresar del país vecino, sus compañeros de militancia solicitaron protección estatal para el joven, sin embargo no obtuvieron respuesta; el Estado tan sensible c
Con el asesinato de Víctor Manuel Trujillo se contabilizan nueve líderes sociales asesinados en Colombia en lo que va de 2019 y 97 desde que Iván Duque asumió la presidencia.
La Defensoría del Pueblo reveló que durante el 2018 en Colombia fue asesinado un líder social cada 48 horas, lo cual se totalizó en 172 muertes en todo el año.
Una verdadera tragedia que a los “pacifistas de salón” parece no conmoverles, ni un poquito siquiera.
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