Zig-zag sindicalpor Alberto Cruz |
Sábado 19, Acto X de los "chalecos amarillos" de Francia. Nada
reseñable. Más o menos la misma gente, más o menos los mismos policías,
más o menos los mismos heridos, más o menos los medios de propaganda más
comedidos y más ecuánimes...
Pero...
1.- A un día de la firma del tratado franco-alemán,
la sucesora de Merkel dice que está "muy preocupada por lo que ocurre
en Francia", por un movimiento que no cede y que se está extendiendo por
toda Europa (en Bélgica, por ejemplo, donde ya están en su quinta
semana) aunque "en Alemania hay otra tradición
política para plantear la desigualdad entre ricos y pobres". Mira tú
por dónde, ahora todo el mundo reconoce lo obvio y lo que está en el
origen de la revuelta de los "chalecos amarillos".
2.- Los "chalecos amarillos" han decidido dejar en paz a los paniaguados
de los medios de propaganda, por ahora, y centrar su ataques en los
mismos medios y en sus propietarios. Esto se debe a que 25 representantes de otros tantos comités de empresa de
esos medios de propaganda han hecho pública una autocrítica por
cómo han venido tratando al movimiento y reconociendo el
"distanciamiento de la realidad social". Ahora dicen, en un golpe de
pecho, que "los medios de comunicación no han estado a la
altura y han fallado en su cobertura". Pero claro, piden no convertirse
en el "chivo expiatorio" del cabreo contra el gobierno y en que "no se
ataque a la libertad de prensa". Por primera vez se retransmitió en directo -en la localidad de Rennes- una movilización
de los "chalecos amarillos" por parte de una televisión, la BMF, y se vieron imágenes de la violencia policial.
3.- El gobierno, después de negar y amparar la violencia policial, dice
ahora que "nadie puede estar satisfecho por esta situación" y da luz
verde para "investigar 80 actuaciones policiales por si no se ha
respetado la norma de uso de las armas" que han producido
las heridas graves a casi 100 manifestantes.
Y a todo esto, lo que se ve es el zig-zag de los sindicatos, de forma
especial la principal central que es la CGT. Sí pero no, no pero sí. El
caso es que todavía, y salvo una muy modosita movilización el 14 de
diciembre, no han dicho esta boca es mía. Bueno,
decir sí dicen, lo que no hacen es hacer. Acuciada por varias secciones
sindicales, por varios sindicatos de rama, la dirección de la CGT ha
tenido que responder y dice que no puede haber una conjunción de luchas
con los "chalecos amarillos" porque "es un
movimiento que no tiene coordinación nacional" y que en su seno hay
gente que "exige la eliminación de las contribuciones sociales" (en
referencia a los simpatizantes del neofascista Frente Nacional que sí
estuvieron pero que ahora no lo están). Eso choca
frontalmente con la reivindicación que esgrime ahora el movimiento y
que habla del mantenimiento y fortaleza de los servicios públicos
pidiendo la desprivatización de los privatizados incluyendo la compañía
telefónica France Telecom.
La dirección del sindicato quiere justificar su zig-zag diciendo que el
gobierno es "un incendiario social" pero que está dispuesto a negociar
con él como lo demostró el 10 de diciembre yendo a una reunión en la que
el gobierno reconoció haber cometido errores,
"pero que no ha rectificado en nada". Es una actitud miserable, puesto
que muchos de los heridos, incluidos los heridos graves, pertenecen al
sindicato y los está dejando abandonados.
Dos meses después es ya claro qué es el movimiento de los "chalecos
amarillos" y es, también, un rechazo del inmovilismo que caractetiza a
las direcciones políticas y sindicales "de izquierda", domesticadas por
el capitalismo al que no combaten más que de palabra
y eso en el mejor de los casos. No son anticapitalistas y su discurso
en ese sentido es absolutamente vacío, superficial e inofensivo para el
poder.
La CGT continúa con su zig-zag, sin atreverse a dar el paso definitivo. Y
el movimiento de los "chalecos amarillos" no está esperando a esta
central sindical, ni a ninguna. Continúa su camino en solitario. Eso
hace que la preocupación del sistema siga porque
la estrategia del miedo ya no funciona, porque la gente ya no teme a la
violencia policial y porque los miles de heridos y/o mutilados ya han
comenzado a golpear las conciencias a escala masiva. Ya no se puede
ocultar la barbarie, la estrategia represiva comienza
a ser contraproducente y la radicalización de la gente es evidente. Se
dice que el Estado tiene el monopolio de la violencia y que esta es
legítima, pero cuando el Estado recurre a la violencia es que es débil,
que no puede ser obedecido de otra manera. Y
eso es, ahora mismo en Francia, muy buena señal. Con o sin los
sindicatos, los "chalecos amarillos" lo tienen claro: "la lucha
continúa".
Este Acto X ha tenido un lema central: "En memoria de los muertos y
heridos desde que comenzó el movimiento". La mayoría de las
convocatorias también denunciaban la violencia policial, que sigue.
Y uno de los emblemas de la revuelta: el ataque a los negocios de lujo.
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