José Manzaneda*
“El papa convierte a Raúl Castro”, titulan los 12 diarios del grupo español Vocento (1). “El (…) presidente de uno de los últimos países comunistas del mundo, se mostró ayer tan impresionado por el Papa Francisco que aseguró que no descarta volver a abrazar el catolicismo”, leemos en una nota de la agencia alemana DPA, publicada, a su vez, en numerosos diarios (2). Pero ¿qué hay de cierto en todo esto?
Escuchemos qué dijo Raúl Castro: “Yo me leo todos los discursos del Papa, los comentarios que hace. (…) Si el Papa sigue hablando así estoy seguro de que yo terminaré rezando nuevamente en la Iglesia” (3). Raúl Castro ensalzaba de esta manera el discurso –no religioso, sino social- del actual Papa Francisco y sus críticas al orden económico capitalista (4).
Además de anunciar el “milagro” de la conversión a la fe católica del líder cubano, los medios aprovechaban para resucitar el mito de la supuesta “persecución religiosa” enCuba en el pasado. Así nos lo contaba, en dos de sus espacios, el canal CNN en español: “Seguimos hablando de Cuba, un país que en los últimos 23 años ha reducido su persecución religiosa, aunque durante este tiempo apenas han existido indicios que apunten a que hay un cambio de credo” (5). “Es el líder de un país que durante años ha restringido la práctica religiosa: el Presidente de Cuba Raúl Castro sorprendió al mundo con sus reflexiones luego de su encuentro con el Papa Francisco” (6).
El diario argentino Clarín aseguraba que “el régimen (cubano) ha levantado las peores medidas discriminatorias contra los católicos”, ubicando “en los (años) 60” el “ápice” de “la persecución a la Iglesia” (7). De hecho, el diario El País, en un cuadro histórico de las relaciones de la Iglesia católica con la Revolución cubana, señala el año 1961 como primer hito, debido a la “expulsión de 131 sacerdotes” de la Isla (8). Pero ni Clarín ni El País dicen una palabra de la alianza de la Iglesia católica, en aquel tiempo, con los terratenientes y con los criminales de la dictadura de Batista –estos últimos sí verdaderamente perseguidos y juzgados en aquellos años- (9). En cualquier caso, en Cuba siempre existió libertad de culto, y la “persecución religiosa” es uno más de los mitos construidos (10).
Uniendo deseos con realidad, la gran prensa lanzaba un segundo mensaje: el Papa estaría facilitando una supuesta “transición” política en Cuba. Una transición que “Cuba tiene (ya) pactada con el Vaticano”, según el diario español El Mundo, que titulaba “El bautizo de la transición cubana” (11). Un editorial de El País, por su lado, sentenciaba que “Francisco ha colocado a la Iglesia entre los protagonistas del cambio que se avecina en Cuba” (12). El corresponsal de Clarín hacía gala de una notable creatividad periodística al explicar qué significó el encuentro entre Raúl Castro y el Papa Francisco: “rápidamente derivó en un hecho histórico porque demostró que ha concluido una etapa del régimen cubano y que toma impulso una nueva apertura, en un proceso que abrirá inevitablemente las puertas al pluralismo político” (13).
Leyendo todo esto, uno se pregunta qué será mayor milagro: que el Papa convierta al catolicismo a los dirigentes de la Revolución cubana, o que la gran prensa internacional informe sobre Cuba con un mínimo de rigor y objetividad.
*Coordinador de Cubainformación.
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