“Bolchevique TRAIDOR”. De la traición y el miedo
Si hay una palabra que he escuchado en los últimos meses por
encima de todas ha sido la de traidor. Es cierto que otras expresiones
también han sido muy utilizadas como “los trapos sucios se limpian en la
cocina”, “todo está bien porque en la sociedad también sucede”, “no
tienes pruebas de lo que denuncias”, “estás haciendo un daño irreparable
a la institución”, “resentido”, “eres de Podemos o de UPyD o de IU” o,
una de las más incontestables, “eres de complemento” como si eso fuese
ya suficiente para descalificarme por completo. A estas alturas ya ha
quedado claro que si no se es militar de carrera, no se es militar de
verdad y que, es por ello, que quiero destruir el Ejército y a España
entera. Hace tiempo he asumido que cualquier error supondrá ser
despedazado por los muchos que lo desean y que terminaré siendo
politizado aunque yo en ningún momento me haya significado. No me he
escorado a la derecha ni a la izquierda, sencillamente ejerzo mi
libertad de expresión e intento que en las Fuerzas Armadas ésta deje de
ser un ejercicio de alto riesgo y se convierta en una acción cotidiana.
Sé, positivamente, que el sistema me depurará, me eliminará, y que lo
hará por las buenas o por las malas, con la verdad o con la mentira. Sé
que contra el sistema no se puede luchar, pero también sé que hay que
hacerlo.
Los insultos se multiplican, por momentos, en las redes. El otro día
me espetaron “apestas a rojazo anti español desde una legua de
distancia. Te huele el aliento a SEMEN, bolchevique TRAIDOR” (las
palabras en mayúsculas estaban escritas tal cual), lo que fue, sin duda,
una de las más ingeniosas y argumentadas críticas que he recibido,
aunque también he leído alguna carta que está a la altura intelectual de
los anteriores insultos.
El viernes, en Sevilla, un teniente del Ejército de Tierra, uno de
los de verdad –no como yo, que soy de juguete-, de los que lo sienten,
de los que aman a España –no como yo, que la debo odiar-, me repitió esa
retahíla de expresiones que antes he comentado una tras otra –parece
que no cuentan con más-. La situación fue a todas luces incómoda, pero
también ridícula, porque el mismo teniente me preguntó que cuál era el
problema de tener un fondillo –una “caja b” que existe
prácticamente en todas las unidades militares de España- de 3.000 euros
para gastos en la unidad. Pues el problema, para el amante de
España y todos los demás, es –se lo intentaré explicar desde aquí- que
muchas veces ese dinero se utiliza correctamente y otras muchas no, pero
en todos los casos, la economía sumergida y las “cajas b” son los
síntomas más evidentes de la gran enfermedad que padece España: la
banalización de la corrupción. Y esto sucede a nivel local, mientras a
nivel nacional –como bien nos explicaba el gran analista Bernardo Navazo
en el programa Carne Cruda- los ciudadanos cargan con los
2.150 millones de euros del submarino S-80 que no flota, los miles de
millones de euros del carro de combate Leopard que no puede ser aerotransportado por los A400M -por lo que solo sirve para defendernos de Francia y Portugal-, los miles de millones del carro Pizarro y sus problemas en el cañón o los Eurofighter
que se caen por la mala suerte según unos y por la reducción de horas
de entrenamiento y mantenimiento según las versiones más “disparatadas”,
ya que todos sabemos que la suerte influye mucho más en los accidentes
aéreos que las horas de entrenamiento y el mantenimiento.
Total, casi 30.000 millones de deuda en compras, muchas completamente
disparatadas, alentadas por personajes oscuros –altos mandos en su
mayoría- que se han dedicado a darle a la ruleta de la fortuna de las
puertas giratorias y les ha tocado el premio una y otra vez. Supongo que
hablar de todos estos disparates de forma pública debe ser alta
traición y no hacer una auditoría pública y abrir una investigación para
ajustar las cuentas un servicio a la Patria. El servicio a la Patria
tapa un desvarío de 30.000 millones de euros a lo que si sumamos lo que
nos cuesta el excedente de mandos y aberraciones similares en los
últimos 20 años nos acercamos a los 50.000 millones. El rescate de la
banca o las tarjetas opacas (15 millones de euros) han sido portada y
plato principal de los medios de comunicación. Y uno se pregunta el
motivo por el que no se está informando a la ciudadanía de esta
situación con el tiempo y el espacio que merecen… Pero, compañeros y
ciudadanos, pueden estar todos tranquilos que con toda seguridad nada
quedará sin investigar , condenar, ni sancionar. Todos sabemos lo bien
que funciona la justicia militar en las Fuerzas Armadas, sobre todo en
el Ejército de Tierra. Nada se les escapa… Son unos linces…
Traidor, para situarnos, es aquel que comete traición y la traición
es la “falta que comete una persona que no cumple su palabra o que no
guarda la fidelidad debida”.
Pues alta traición, una vez situados, es que lo sucedido en los PEAs
(Planes Especiales de Armamento) sea conocido por el ministerio de
Defensa y la cúpula militar desde el año 2011 (se publicó un informe por
parte de la propia subsecretaría de Defensa que duró 30 días antes de
desaparecer) pero que se sigan consintiendo. Alta traición es que tanto
UPyD (gran labor la de Irene Lozano) como IU (con el infatigable Gaspar
Llamazares) hayan denunciado la situación pero tanto PP como PSOE hayan
mirado para otro lado (el PP y el PSOE no han cerrado las puertas
giratorias). Alta traición es no intervenir a fondo en el contubernio de
las Fuerzas Armadas y la Guardia Civil para terminar con él. Alta
traición es seguir manteniendo la estructura actual en la que tenemos
mandos para un Ejército de varios cientos de miles de soldados con solo
41.000. Alta traición es poner en peligro el futuro de las Fuerzas
Armadas, el salario de los militares y el porvenir de los españoles… Y
lo que yo he hecho ha sido expresar mi opinión personal, algo que jamás
debería ser tabú en una sociedad democrática como la nuestra, y lo he
hecho desde mi punto de vista más que desde la izquierda o la derecha,
sobre todo, porque hace tiempo que ya no existe ni una ni otra –en mi
opinión-, aunque muchos parecen, a estas alturas, náufragos en el océano
en busca de esos faros –izquierda y derecha- que al apagarse les han
dejado sumidos en la desesperación.
Creo, sinceramente, que en las Fuerzas Armadas tenemos otro gran
problema que resolver: el miedo –aunque el valor se nos presupone-. El
valor no es solo ser capaz de jugarte la vida por cambiar el mundo, el
valor es también ignorar las consecuencias para denunciar lo que no
funciona o defender a un compañero cuando le están acosando por cumplir
con la legalidad. Son muchos los oficiales que me critican porque, según
ellos, generalizo y alegan que ello es injusto, que ellos nunca se han
llevado un céntimo o que nunca han acosado laboral o sexualmente a
nadie. Les felicito por ello, pero no es suficiente. Lo cierto es que
resulta desgarrador contemplar la soledad de la jueza Patricia Moncada o
la capitán Cantera ante las persecuciones que viven o han vivido por
parte de sus superiores y compañeros. ¿Ha salido algún superior en
defensa de ellas? Son muchas las ocasiones en las que se persigue a un
compañero y miramos hacia otro lado porque no nos ha tocado a nosotros.
En cierto sentido, respiramos aliviados. La Bestia no nos ataca
a nosotros. En ese alivio, en ese respiro, somos traidores. Traidores
al más elemental sentido de la justicia y somos cómplices de La Bestia
y del sistema, del corporativismo, de las tradiciones, de la
institución. Es vergonzoso el nivel de desamparo que tiene un militar
cuando se encuentra en la diana. Sería bueno recordar que nadie está
exento de encontrarse en esa situación y que cuando se encuentre así
recibirá, seguramente, la misma soledad que él ha proporcionado a los
demás. Es por ello que es necesario arriesgar, ser valiente y luchar en
el día a día por evitar estas injusticias.
Traidor también es Jairo. Un desertor de la causa. Denunció un caso
de corrupción en la UME (Unidad Militar de Emergencias). La UME fue
durante años –y sigue siendo- la niña bonita y se le dotó de unas condiciones especiales. Todas las vacantes son de libre designación -lo que implica que se otorgan a dedo
y el cese en ellas puede ser inmediato- y los complementos económicos
-que se dan y se quitan con la misma facilidad- son muy cuantiosos. Por
ello, en esta unidad todos los militares están más sometidos que en
cualquier otro lugar. Cualquier movimiento en falso te elimina del
sistema. Jairo trabajaba en la UME y llevaba 21 años de servicio.
Descubrió que pensaban darle el curso por aprobado a dos de los cuadros
de mando de la plana mayor sin realizarlo. Ambos recibieron el diploma
como el resto aunque no estuvieron presentes en la realización del
curso. En principio, era una tontería, de las muchas otras que vivimos a
diario y que no denunciamos porque sería imposible estar denunciando
constantemente todo lo que sucede. Él fue más valiente que nosotros y lo
hizo. En ese momento no tenía prueba documental hasta que se publicó la
relación de personal en el boletín oficial.
¿Dónde estaban todos esos oficiales que tanto se ofenden afirmando
que generalizo cuando la jueza Patricia Moncada, la capitán Cantera, el
sargento primero Jairo o tantos otros les necesitaban? ¿Dónde? Ahora,
que cada uno juzgue qué es traición y quiénes los traidores. Y si el
traidor soy yo ya podéis escupirme o lapidarme que, día a día, voy a
seguir ejerciendo mi derecho a la libertad de expresión. A veces con
acierto y otras sin él. ¿Y los oficiales ofendidos? ¿Cuándo darán UN
PASO AL FRENTE para denunciar la corrupción?
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