¿Crisis? La culpa será de Zapatero
Con Alemania al borde de la recesión, Italia buceando entre
sus corales y Francia en un mírame y no me toques el déficit que me
despeño, el Gobierno defiende hoy unos Presupuestos que ha bautizado
como “los de la recuperación” y que virtualmente vienen a consagrar a
España como la locomotora de Europa y de parte del extranjero. Somos la
envidia del mundo libre.
Los datos predicen que estamos a las puertas de una tormenta
perfecta, pero Rajoy y Montoro no son de los que se amilanen y no
quieren ni oír hablar del paraguas. ¿Que las bolsas caen a plomo porque
el dinero huye cuando huele la sangre? Ya subirán. ¿Que el precio del
petróleo baja por falta de demanda y de actividad? Eso que nos
ahorramos. ¿Que descienden los índices de confianza y sería un milagro
que alguien invirtiera en esas condiciones? Es algo coyuntural. ¿Que ya
no se exporta tanto porque los mercados europeos están hechos unos
zorros? Para eso hemos estado en China vendiendo la moto. ¿Que sin
crecimiento y precios a la baja estamos más jodidos que el Perú? No
alarmen, oiga.
Nada de lo anterior ha influido en nuestras lumbreras económicas,
sobre todo ahora que tocan elecciones y pinta en bastos en las
encuestas. Creceremos aunque sea por decreto y se recaudará más porque
así lo ha decidido don Cristóbal en un papel: el IVA, más de un 7%; el
IRPF, pese a la reducción de tipos, un 0,6%; y el impuesto de Sociedades
más del 20%, porque las empresas españolas son máquinas perfectamente
engrasadas para la venta al mayor y al detal.
Montoro debe de tener perro y nadie va a convencerle de que el
aparente florecimiento económico español puede ser un espejismo que los
inversores conocen como el rebote del gato muerto. Y es que el felino
parece que salta pero puede ocurrirle lo que a esos peces que los niños
ven nadando de lado en los acuarios y no están durmiendo la siesta como
le dicen sus padres.
¿Podemos estar a las puertas de una nueva crisis y el Gobierno sea
consciente y lo oculte? Imposible. Eso sólo lo hacía Zapatero en cuanto
se dio cuenta de que había crisis. Es más, puede incluso que la
provocara él con su dichosa alianza de civilizaciones y sus intentos por
hacerse una foto con Obama.
En el PP, que otra cosa no será pero sus dirigentes son más listos
que los clientes del Media Markt, se lo hicieron saber a la primera de
cambio. Rajoy le acusó de ser el responsable directo: “La crisis es la
historia de un engaño que se ha perpetrado contra los españoles”; Camps,
el presidente autonómico mejor vestido que se recuerda, insistió en la
idea y prometió que Valencia, una comunidad en quiebra técnica,
lideraría la salida de la crisis. Hasta Díaz Ferrán, ayer líder
empresarial, hoy presidiario, aseguró que el problema de España no era
la crisis internacional sino “los años de Gobierno de Zapatero”.
Es, por tanto, imposible que nos ronde una crisis y el Gobierno mire
para otro lado, porque eso sería mentir y en el nuevo diccionario que la
Real Academia le ha regalado a Rajoy está “culamen”, “friki” y “papeo”
pero “mentira” no figura y eso que la ha buscado.
Eso no obsta para que el presidente no ponga la mano en el fuego por
nada, que la pobre parece ya una pavesa y ni con Rato se ha atrevido a
acercarla a la llama. Si estuviéramos a las puertas de una nueva crisis y
el Gobierno se estuviera llamando a andana la culpa sería del capitán
del Prestige, de Teresa Romero, esa ingrata a la que hemos curado el
ébola, o del mismísimo Zapatero, que a saber lo que hace con tanto
tiempo libre como tiene.
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