La dictadura de Videla y España intercambiaron apoyos, medallas y regalos
El régimen argentino recibió el apoyo del Estado español para acceder a foros internacionales. También hubo un nutrido cruce de condecoraciones militares. Entre los premiados se encuentra el rey Felipe
El rey Juan Carlso en un acto con el dictador argentino Jorge Rafael Videla.
Noticias relacionadas
-
Los documentos secretos del intercambio de apoyos y condecoraciones de España con la dictadura de Videla
-
España financió a la dictadura de Videla
-
Los documentos secretos de los acuerdos comerciales de España con la dictadura de Videla
-
La exclusiva de 'Público' sobre cómo España financió a Videla, Trending Topic a nivel nacional
-
‘No me olvides’, la historia de cómo Videla mató en Madrid, llega al Festival de Cine de Bilbao
"No me dé las gracias por venir. Esta embajada es mi casa". La frase corresponde al dictador argentino Jorge Rafael Videla,
mientras que la delegación diplomática en cuestión tenía la bandera
española en su fachada. Ocurrió un 24 de junio de 1976, durante un
homenaje -a distancia- al rey Juan Carlos,
coincidiendo con el día de su santo. Un par de años después, la
Monarquía devolvió el gesto en formato de medalla: el salvaje general
Videla, responsable de miles de asesinatos, mantuvo hasta el último día
de su vida las condecoraciones firmadas por el monarca español, que en
1978 le concedió la Gran Cruz de la Orden del Mérito Militar y el Collar
de la Orden de Isabel la Católica.
Estas distinciones son sólo un
ejemplo de lo que ocurrió a espaldas de la opinión pública española en
aquellos años. Según ha podido comprobar Público,
durante los siete años y nueve meses que duró el sangriento régimen
cívico-militar argentino, las autoridades de Buenos Aires y Madrid
intercambiaron todo tipo de medallas, apoyos y regalos. De acuerdo a los
registros consultados por este periódico, 23 militares argentinos fueron condecorados mediante decretos que llevaban la firma del rey Juan Carlos y de los ministros de Defensa de turno.
Entre los condecorados figuran personajes como el vicealmirante de la Armada, Antonio Vañek -uno de los principales jefes del campo de concentración que funcionaba en la ESMA-, el brigadier de la Fuerza Aérea Basilio Lami Dozo -otro de los máximos responsables del régimen- o el general José Rogelio Villarreal, quien durante la noche del golpe de Estado estuvo a cargo de la detención de la presidenta Isabel Martínez de Perón.
Del
mismo modo, varios militares españoles -todos ellos de inocultable
raigambre franquista- guardan a día de hoy en sus cajones las
distinciones otorgadas por la dictadura de Videla. Uno de los primeros
fue el capitán de navío Fernando de Salas, condecorado en una pomposa ceremonia celebrada en la embajada argentina en Madrid. También fueron premiados el general de Brigada Manuel Vallespín
- jefe de la Segunda División del Alto Estado Mayor-, a quien el
régimen condecoró en agosto de 1977 con la medalla del Ejército
argentino, y el jefe de Policía de Madrid, Federico Quintero Morente, homenajeado con la Orden de Mayo al Mérito.
Documento sobre la condecoración de la dictadura de Videla a Fernando de Salas, al que ha tenido acceso Público.
El ahora rey Felipe VI,
entonces príncipe de Asturias, también fue objeto de una distinción por
parte del régimen militar. En octubre de 1981, la Armada argentina -uno
de los cuerpos más brutales en materia represiva- designó al hijo de
Juan Carlos de Borbón como "Guardiamarina Honoris Causa". La distinción
fue recibida por el embajador de España en Argentina, Enrique
Pérez-Hernández, quien posteriormente se encargaría de trasladarla a La
Zarzuela.
Te voto si me votas
Ambos países no sólo intercambiaron medallas y elogios. Durante aquellos años, la dictadura de Videla y el gobierno de Adolfo Suárez
establecieron un eficiente sistema que les permitió negociar la
participación de sus respectivos estados en distintos organismos
internacionales. El encargado de abrir el juego fue un sobrio
diplomático español, Manuel Thomás de Carranza. El 28 de julio de 1976,
el funcionario redactó una minuta en la que invitaba a Argentina a
participar en el séptimo congreso del Consejo Internacional de Economías
Regionales "y a ocupar junto con España -que presidirá dicho evento- la
otra Presidencia reservada a un país Hispano-Americano".
El 11
de noviembre de ese mismo año, el gobierno de UCD se inmiscuyó en una
cuestión tan delicada como la disputada soberanía de las Islas Malvinas,
reivindicadas por los argentinos y ocupadas por los ingleses. En una
nota de tres párrafos, el Ministerio de Asuntos Exteriores -por entonces
a cargo de Marcelino Oreja- notificaba que "el Gobierno español, de
acuerdo con su tradicional posición, prestará decidido apoyo a la
reivindicación argentina sobre las Islas Malvinas".
"En este
sentido -declaraba solemnemente el Ministerio-, se cursan instrucciones a
la delegación de España en el XXXI período de sesiones de la Asamblea
General de Naciones Unidas para que preste su apoyo al proyecto de
resolución sobras las Islas Malvinas". Una semana después, el embajador
argentino Leandro Enrique Anaya transmitía a Oreja la "complacencia y
agradecimiento" de la dictadura "por el apoyo solidario a la
reivindicación de soberanía sobre las Islas Malvinas, que concita un
unánime sentimiento nacional argentino".
Documento en el que el Ministerio de Exteriores acepta la petición de apoyo de Argentina para entrar en el consejo de la OACI.
"Lazos de amistad"
Otro
de los pactos se selló discretamente a comienzos de agosto de 1977,
cuando media España estaba de vacaciones. Según consta en una nota
fechada el primer día de ese mes, el gobierno de Suárez aceptó la petición de apoyo que le había formulado el régimen argentino
para entrar en el consejo de la Organización de Aviación Civil
Internacional (OACI), aunque no lo haría gratuitamente. Tras invocar
"los tradicionales lazos de amistad hispano-argentina", Exteriores
anunciaba que apoyaría al candidato de la Junta Militar "en la seguridad
de que la petición de apoyo hecha por España para su reelección (...) recibirá el mismo trato por parte de la delegación argentina".
Aún
más increíble resulta la nota del 18 de noviembre de 1978, por medio de
la cual Argentina informaba al Gobierno español sobre su postulación
"para integrar la Comisión de Derechos Humanos" del Consejo Económico y
Social de las Naciones Unidas (ECOSOC) y pedía el respaldo de España,
basándose en la "permanente y favorable disposición que ambos gobiernos
han evidenciado ante recíprocas aspiraciones llevadas adelante en
distintos foros internacionales".
Mientras negociaban estos
acuerdos, los diplomáticos de Videla seguían coqueteando con los
sectores más ultras del ejército posfranquista: el 15 de febrero de
1977, la embajada argentina destinó 20.000 pesetas a la compra de un
obsequio en la lujosa tienda London's Shop para el capitán general de la
Primera Región Militar, Federico Gómez de Salazar Nieto, un
excombatiente franquista de la División Azul
que había peleado junto a los nazis. Diez días después, la delegación
gastó otras 2.152 pesetas en artículos ecuestres que fueron obsequiados
al general ultraderechista Jaime Milans del Bosch,
quien en 1981 participaría activamente en el fallido golpe de Estado
del 23-F. Para Milans, Videla siempre sería un referente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario