Grecia. La victoria de Syriza. Un mandato popular para cumplir los compromisos de Salónica. Petros Tsagaris
Miércoles 11 de febrero de 2015
El resultado histórico del 25 de enero significa que el pueblo
griego otorgó a Syriza la misión de acabar con la austeridad. Es decir,
con la política que
ha llevado al hundimiento de los salarios y de las pensiones, a
expropiar a la gente pobre; a la destrucción de la sanidad pública, de
la (ya frágil)
"seguridad social" y del sistema educativo; a la explosión del paro y
a una recesión profunda y brutal (entre 2010 a 2014 una caída del 22%
en el PIB); a
la emigración masiva de los sectores más cualificados de la
población activa y, por último, a un pillaje sin precedente de los
bienes públicos. El pueblo
también le ha dado la misión de abolir los mecanismos utilizados
para imponer la austeridad; es decir el asalto a los derechos
democráticos y laborales y
al derecho de huelga (militarización de las plantillas en sectores
como el metro, la enseñanza, etc.).
Las primeras declaraciones de muchos de los nuevos ministros del
gobierno se centraron en la necesidad de poner fin a estas políticas. Se
trata de
declaraciones en perfecta consonancia con el programa de Salónica:
restablecer el salario mínimo en 751 € (la cantidad vigente en 2009,
antes de los
Memorándum), así como restaurar la negociación colectiva,
reincorporar a los conserjes de escuelas en vías de ser despedidos,
reintegrar las mujeres de la
limpieza de determinados ministerios que fueron despedidas,
restablecer la 13ª paga en las pensiones que no alcances los 700 €
mensuales, poner fin a
algunas privatizaciones, desarmar a la policía durante las
manifestaciones, proteger los derechos de las y los inmigrantes y
reconocer la nacionalidad a
sus hijos e hijas nacidos en Grecia o que hayan realizado sus
estudios en Grecia. De ahí que las declaraciones de los ministros hayan
alimentado una fuerte
esperanza entre amplias capas populares, aún entre las que no habían
votado por Syriza /1.
Las reacciones
Ahora acabar con la austeridad significa impulsar una política que
entra en contradicción flagrante con los intereses de la clases
dirigentes que a lo
largo de estos años de Memorándum se han beneficiado de ella.
Es por eso que, a pesar del terremoto interno que sufren sus
partidos tras la derrota [Nueva Democracia y el Pasok entre otros], a la
derecha y al resto de
fuerzas pro-Memorándum les ha faltado tiempo para dirigir sus dardos
contra los ministros para los asuntos "internos" del nuevo gobierno;
fue Kyriakos
Mitsotakis/2 quien dijo que en los ministerios claves, los nuevos responsables tienen " ideas peligrosas sobre las privatizaciones".
Incluso los recién llegados "partidarios críticos" del gobierno en
el seno de la clases dirigente, han dirigido ya sus ataques contra esos
ministros. En la
edición de 1 de febrero de 2015, el redactor jefe de la influyente ToVima, Stavros Psycharis, ponía en guarda o felicitaba a Tsipras en función de
la "distancia" que marcara, o no marcara, en relación las declaraciones radicales de sus ministros. Para muestra, vale un botón:
"Cuando apenas han transcurrido 24 horas de la toma de posesión
del nuevo Gobierno, los ministros han comenzado a realizar declaraciones
en torno a la
puesta en pie, según ellos, de una política radical. Ha sido
necesaria una reacción inmediata y una intervención decisiva del Sr.
Tsipras para atenuar
esas declaraciones ministeriales que ya han provocado la caída
de la bolsa. Entre la lista de las opciones irrealistas de algunos
cuadros de Syriza
está, por ejemplo, la que se refiere a las inversiones de China
en Grecia".
[Entre otras, la interrupción de la segunda fase de la privatización del puerto del Pireo].
Seguro que no es casual que se haya quitado hierro a esta primeras
declaraciones en relación a estas "opciones irrealistas". Así, se ha
relativizado "la
prioridad del gobierno en lo que respecta el restablecimiento
inmediato del salario mínimo a 751 € [que no será inmediato sino a lo
largo del 2015], al
igual que el proyecto de reexaminar todas las privatizaciones (según
declaraciones explícitas del Sr. Varoufakis). Si nos preocupa el que no
se cuestionen
las privatizaciones no es por prurito ideológico, sino por razones
más reales. Por ejemplo ¿cómo salvar el sistema de pensiones en vías de
quiebra rápida
sin poder disponer de los enormes ingresos (y por lo tanto, de la
propiedad) de la Lotería Nacional (OPAP)? Esta institución fue vendida a
cambio de un
plato de lentejas a los amigos locales y extranjeros de Samaras [el
anterior primer ministro]. Tampoco creemos que sea posible impulsar una
política a
favor de la gente sin el pleno control de la compañía de
electricidad (Dimosia Epichiris Illektrismou).
Los carburantes
En una guerra, todas las alianzas posibles son comprensibles: con
Obama contra Merkel; con Hollande y Renzi contra Chaubel; con Schulz y
Lagarde contra los
oligarcas griegos… Pero el combustible nuclear de Syriza es otro muy
distinto:
-
En primer lugar, el viento de esperanza que despierta en todos los pueblos de Europa y el impacto político que da a la izquierda en el Estado español, Irlanda, Francia, Inglaterra e incluso en Alemania y Turquía.
-
En segundo lugar, y más importante aún, el apoyo masivo a Syriza por parte del pueblo griego y sobre todo por las y los trabajadores, la gente en paro, la juventud y los campesinos y campesinas.
-
Y, por último, que el mundo del trabajo ve, a través de Syriza, que tanto en Grecia como en el resto de Europa, hay otra forma de hacer las cosas, que la austeridad no es la única opción.
Pero la gente sabe ahora que los argumentos sobre la "vía austera" y
los coches "Porsche Cayenne" [en referencia a una declaración de
Varoufakis. NdT] se
transforman después en un "hemos vivido por encima de nuestras
posibilidades" y llevan a una austeridad severa para los pobres; no para
los propietarios de
los Porsche. Por ello, Syriza tiene que poner en marcha, sin
recortes, las promesas de Salónica; "cualquiera que sea el resultado" de
la negociación con la
UE; sin rodeos, como parecen dar a entender las declaraciones del
ministro de Finanzas.
Si Syriza cede en la lucha contra la austeridad, socavará su propio
"combustible nuclear"; y sin él, ni Obama, ni Hollande, ni nadie de
entre ellos que,
por sus propias razones, se oponen a Merkel, se preocuparan lo más
mínimo de Grecia.
La banca: punto crítico
Un sector crucial en el que la "dulcificación" de las "opciones
irrealistas" de Syriza puede minar el programa de Salónica es el
bancario. El programa de
Syriza prevé que el sector bancario pasará a estar "bajo la
propiedad y el control del gobierno, con modificaciones radicales en su
funcionamiento en lo
que respecta a los objetivos a los que actualmente sirve". No se
trata de un prejuicio ideológico sino que, una vez más, está
directamente vinculada a las
necesidades materiales de la población.
La función del gobierno en el sistema bancario tiene que ver con el
control de la fuga de capitales al extranjero, con la lucha contra la
retirada masiva
de depósitos que pueden organizar las clases dirigentes (ahora que
han perdido el poder), con el control de los préstamos sin interés ni
reembolso que
fueron otorgados -y aún lo son- a los otros dos polos del triángulo
de la corrupción (partidos burgueses y jefes de los media), y con el
control de la
política económica global por el nuevo gobierno.
Sin embargo, los primeros gestos de gobierno en relación a este tema
van en sentido contrario. El Eurobank -tercer banco de Grecia, presente
en Bulgaria,
Rumania, Serbia y Turquía, una de cuyas figuras claves es Spira
Latsis [según la revista Forbes, el único billonario griego: se le
calculo una fortuna de
2,4 billones]- continúa, por el momento, en manos de una sociedad
canadiense. Lo peor es que la sociedad propietaria continuará teniendo
el control en el
futuro porque tras la victoria de Syriza ha impuesto un nuevo
presidente y un nuevo director general de su cuerda. Ambos provienen del
"profundo mundo
bancario" es decir, de ese personal que ha conducido el sistema
bancario griego a la actual crisis sin precedentes y para cuyo rescate
se ha sacrificado al
pueblo griego. Sin embargo, los ministros competentes del ramo,
Dragasakis y Stathakis, aceptaron ese cambio administrativo. En lo que
respecta a otros
bancos del sistema -como el Piraeus y Alpha-, ni siquiera se han
previsto cambios. Por otra parte, resulta completamente inexplicable la
declaración del
portavoz del gobierno según la cual "los administradores bancarios
que hayan tenido éxito no serán remplazados" y que los administradores
"del partido" no
van a tomar posesión de sus puestos en los bancos.
Así pues, lo que va a ocurrir es que será el empantanado "partido"
de banqueros el que va a continuar supervisando los bancos. Por ello, la
cuestión
central es saber si Syriza va a situarse por detrás de las medidas
tomadas por Obama con los banqueros que provocaron la crisis en los
Estados Unidos. Por
ejemplo, ¿es posible que Syriza continúe manteniendo en el puesto
clave al presidente del Banco de Grecia, el presuntuoso y siempre
sonriente frente al
sufrimiento del pueblo, Sr. Stournaras (nombrado en junio de 2014),
como anunció Gavriil Sakellaridis (secretario de Estado del Gabinete)
durante la
emisión de SkaiTV el 2 de febrero? Esperemos que no.
4/02/2014
Petros Tsagaris
es redactor del bimensual de la DEA
Notas
1/
La declaración programática realizada por A. Tsipras 8 de febrero
ante el Parlamento griego, confirmó en lo fundamental esta línea de
trabajo (Ndt).
2/
Miembro de una familia de políticos conservadores griegos cuya
figura más conocida el ex primer ministro (1990-1993) Konstantinos
Misotakis, Kyriakos ha
estado muy vinculado a los medios bancarios y empresariales. Fue
ministro de las Reformas en el Gobierno de Samaras y el rumor sobre sus
vínculos con
Siemens en un asunto de corrupción es insistente. Su hermana, Nora
Bakoyannis, fue la alcalde de Atenas y actualmente aspira a la dirección
de Nueva
Democracia. (nota de la redacción de A l’Encontre).
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