¿Quién recuenta los votos en Afganistán?
Karlos Zurutuza. IPS
En el centro de la
Comisión Electoral Independiente (CEI), al este de Kabul, se almacenan
desde hace dos meses las 22.828 urnas de las últimas elecciones
presidenciales de Afganistán. Son cuatro barracones de uralita que se
han convertido en el objetivo número uno de la insurgencia.
El 14 de
junio, en la segunda vuelta de los comicios, el pastún Ashraf Ghani
Ahmadzai obtuvo 56,44 por ciento de los votos, mientras que su
contendiente, el tayiko Abdulá Abdulá, solo alcanzó 43,56 por ciento,
pese a que había sido el candidato más votado en la primera vuelta, el 5
de abril.
Sorprendente fue también el índice de participación.
Ocho de los 12 millones de electores habilitados votaron en esa segunda
vuelta, una cifra considerada improbable, dado que la mayoría de los
colegios electorales estaban vacíos el día de los comicios.
Con
estos antecedentes, el aspirante tayiko a la Presidencia se negó a dar
por válido el escrutinio que concedía la victoria a Ghani. La
alternativa a una guerra civil pasó por un recuento de los votos.
Las urnas se abren una por una, en mesas separadas donde se sientan los interventores de ambos candidatos, miembros de la CEI, observadores locales y de la Unión Europea (UE) y asesores de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Todos sudan, sobre todo los representantes de Abdulá.
“Llevo
dos semanas participando en esta farsa”, explota Munir Latifi, uno de
los interventores del candidato tayiko. “La ONU y la Comisión Electoral
Independiente están trabajando concienzudamente para que gane Ghani pero
a nosotros no nos apoya nadie”, explica a IPS, justo antes de
reincorporarse a su puesto.
En todas las mesas se discute sobre
si la grafía de la “V” o la “X” marcadas en el casillero de cada
candidato es idéntica en varias papeletas de una urna o sí, por el
contrario, realmente hay una persona por voto.
El protocolo
obliga a que las urnas sospechosas de fraude sean puestas “en
cuarentena” para una revisión posterior, algo que cada grupo registra a
mano en un cuaderno.
A pesar de la aparente precariedad, Shazad
Ayubee, interventor de Ghani, se muestra satisfecho “al cien por cien”
con el proceso.
“Todo sería mucho más fluido si los
(representantes) de Abdulá no se empeñaran en retrasar la publicación
del resultado apoyándose en cualquier nimiedad”, se queja a IPS este
pastún de Paktiya, en el sureste de Afganistán.
En un inglés más que correcto, Ayubee resta importancia a que la grafía resulte indeseablemente recurrente.
“En
las aldeas más remotas de Afganistán casi nadie sabe leer por lo que un
solo miembro de la familia marca las papeletas por todos”, asegura el
pastún.
Las urnas más sospechosas son las que no tienen precinto,
o las que contienen más papeletas del máximo de 600 que debe haber en
cada una, o incluso objetos como pakules (gorros de fieltro tradicional)
o paquetes de tabaco.
Otro de los indicios de fraude más
elocuentes es que las urnas procedentes de zonas bajo control talibán
lleguen repletas, o casi, a Kabul. Ayubee asegura conocer la razón.
“Los
talibanes afganos, que no los pakistaníes o los uzbekos, han hecho
campaña por Ghani porque es pastún como ellos. Todos saben que defenderá
sus derechos mucho mejor que un tayiko”, explica el interventor.
La
mayoría de los talibanes y de toda la población afgana es pastún,
mientras los tayikos son el segundo grupo étnico, en un país donde la
etnia tiene un valor determinante.
Abdulá incluyó en su equipo a
Mohammad Mohaqiq, líder del partido que aglutina el voto de la etnia
hazara, mientras que para conseguir el voto uzbeko, Ghani se acompañó de
Abdul Rashid Dostum, un señor de la guerra acusado de crímenes contra
la humanidad.
A media mañana, Noor Mohammad Noor, portavoz de la
Comisión Electoral Independiente, comparece en la sala de prensa, a
pocos metros de los barracones.
Describe la auditoría en curso
como una “labor conjunta de 220 trabajadores de la CEI, 305
interventores de Abdulá, 306 de Ghani y 1.014 observadores
internacionales”.
A la pregunta de IPS sobre si los auditores, locales y foráneos, cuentan con estudios de grafología, Mohammad no vacila.
“Le
recuerdo que hablamos de un proceso construido sobre los protocolos y
bajo las directrices de la ONU, la cual despliega 50 asesores entre las
mesas a diario. Y le recuerdo también que la decisión final la tiene la
ONU”.
Decisión final
Thijs Berman, jefe de los
observadores de la UE, explica a IPS que todavía es “demasiado pronto”
para hacer balance del proceso, pero que la situación no le ha pillado
de sorpresa.
“Lo que vemos es lo que esperábamos: una batalla
continua entre ambas partes en la que cada papeleta es disputada, lo que
hace que todo resulte agotador”, indica el alto funcionario desde
Bruselas por teléfono.
Berman admite que no es usual el papel de la ONU como asesora de los comicios a la vez que auditora del recuento.
“En
España o en Holanda habría intervenido un organismo totalmente externo,
pero en el caso de Afganistán hablamos de instituciones muy jóvenes que
no cuentan con la misma confianza que las europeas”, afirma.
“Entiendo
que el papel de la ONU pueda ser criticable pero, ¿cuál es la
alternativa?”, acota antes de reiterar que la delegación de la UE está
desplegada para hacer su trabajo, “incluso en el caso de que la ONU no
haga el suyo”.
Fue esa misma comisión de la UE la que destapó el
fraude masivo en las elecciones presidenciales afganas de 2009, en que
el presidente saliente, Hamid Karzai, venció a Abdulá.
Tras
numerosas llamadas y correos electrónicos al departamento de prensa de
la delegación de la ONU en Afganistán, el alto organismo accedió
únicamente a responder en forma electrónica a un cuestionario de IPS.
Jeff
Fischer, experto de la ONU en procesos electorales y asesor jefe de la
CEI, califica esta auditoría como un “proceso sin precedentes en la
historia de la ONU por sus dimensiones”.
También subraya en su
respuesta escrita que todos los agentes implicados en el proceso fueron
convenientemente formados en fraude electoral.
Sobre los rumores
que apuntan a que la ONU podría estar favoreciendo al candidato pastún,
Fischer es tajante: “Es la Comisión Electoral Independiente, y no
nosotros, la que tiene la última palabra en lo que concierne a la
anulación de votos”.
Se espera que los resultados finales se den a
conocer a fines de este mes. Pero para algunos el recuento se está
demorando demasiado.
Anders Fogh Rasmussen, secretario general de
la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), apremiaba en
julio a que Afganistán elija a un presidente en las próximas semanas.
De
lo contrario, afirmó desde la sede del organismo en Bruselas, la OTAN
“no podrá firmar a tiempo el tratado que le permitirá prolongar su
presencia en el país más allá de 2014”. El acuerdo de seguridad, adujo,
debe estar rubricado “antes de septiembre”.
Editado por Estrella Gutiérrez
Fuente original: http://www.ipsnoticias.net/2014/08/quien-recuenta-los-votos-en-afganistan/
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