Desigualdades salariales
Por Antonio Baylos
| Los altos directivos de empresas y banca incrementan sus
retribuciones pese a la crisis y a la austeridad que se preconiza para
toda la sociedad.
18 Agosto 2014 - 19:47 h. |
Antonio Baylos |
El consejo de Administración de DAMN recibió -según informa El Pais
de 17 de agosto en las páginas salmón- una “compensación conjunta” de
4.863 millones de euros para el primer semestre del 2014. Es un
incremento del 20,7% respecto de la cantidad percibida el año pasado. La
partida que más subió en las remuneraciones de los consejeros fue la de
atenciones protocolarias. La alta dirección de la compañía incrementó su nómina un 12% más. El presidente de la compañía, Demetrio Carceller,
recibió la remuneración más alta, en el año 2013 percibió 2,35 millones
de euros, de forma que su trabajo vale 260 veces más que el de un
trabajador no cualificado (como término de referencia, un catedrático de
universidad con seis sexenios gana ocho veces el salario anual de un
trabajador no cualificado. El señor Carceller gana casi 33 veces más que un profesor senior al
que le han reducido el sueldo primero y luego congelado su retribución
desde el 2012). No es más que un ejemplo de la tendencia generalizada.
Los altos directivos de las empresas y de la banca, con independencia
del éxito o fracaso de sus empresas, ganan mucho más que cualquier
trabajador o cualquier alto funcionario. Son ostentosamente retribuidos e
incrementan sus retribuciones pese a la crisis y a la austeridad que se
preconiza para toda la sociedad y el trabajo.
Para un reciente informe del BBVA, solo los recortes salariales – que
se llama, piadosamente, moderación salarial – reducen los
desequilibrios económicos. Sin embargo, y como recuerda en su última
entrada del blog Juan Laborda, “en el último informe del "High Pay Centre" en el Reino Unido, se afirma que el sueldo de los directores ejecutivos de las empresas del FTSE 100 representaba
alrededor de 20 veces el sueldo del trabajador medio del Reino Unido en
la década de 1980, pasando a 60 veces en 1998, y a 160 veces en 2012,
el año más reciente del que se dispone de completos”. Los estudios
económicos de que se disponen –pero que no se hacen públicos ni se
divulgan por los grandes medios de comunicación en propiedad de los
grandes bancos y de las grandes firmas – señalan que hay una clara
relación entre los ingresos de los directivos, incluido el pago de
bonus, es decir el incremento exponencial de las retribuciones de los
que más ganan y el hundimiento de los salarios reales de los
trabajadores, en especial de la parte inferior de la tabla, de los que
menos ganan.
En la valoración de CCOO en julio de 2014 sobre los resultados de la
negociación, se establecía que ésta ha conseguido “resistir a los
embates” de la reforma laboral y en líneas generales, pese a su
“debilitación”, mantener con escasas reducciones su ámbito de cobertura
(más de ocho millones de personas), más aun teniendo en cuenta la
extensa destrucción de empleo y desaparición de empresas que se ha ido
produciendo a partir de 2012. Pero en ese mismo informe se señalaba que
la devaluación salarial era la regla y que los recortes salariales se
habían generalizado en todas las ramas y empresas junto con el
empeoramiento de las condiciones de trabajo.
Es también seguro que el salario pactado en convenio no es un
elemento determinante en el salario real percibido por los trabajadores y
trrabajadoras precarios, a tiempo parcial e irregulares ( falsos
autónomos, falsos becarios, o sencillamente trabajadores clandestinos)
que en la crisis van constituyendo una forma-tipo de la utilización de
la fuerza de trabajo por las empresas y que por definición es un sector
de trabajadoras y trabajadores no sindicalizados y ajenos a las pautas
de la determinación colectiva de las condiciones de trabajo. Este hecho
innegable no solo pone en crisis la representación sindical – e impone
el planteamiento de este asunto como un punto central en el diseño de la
estrategia sindical-, sino que además precariza salarialmente tanto el
trabajo no cualificado, como sectores importantes de profesiones con
fuerte presencia de trabajo cognitivo. Las últimas estadísticas han
señalado que una considerable cohorte de trabajadores asalariados se
deben considerar inmersos en el sector de la pobreza, y la expresión
“trabajadores pobres” no solo se refiere a un concepto científico, sino a
una realidad en crecimiento.
La relación entre desempleo y pobreza es el extremo final de la
desigualdad. Crece la pobreza y casi el 25% de los hogares españoles
están por debajo del umbral de la pobreza. Las prestaciones sociales que
podrían aminorar este panorama son insuficientes y se están agotando.
Frente a ello, ¿es demagógico recordar que el señorCarceller ha sido
remunerado durante 2013 por su gestión al frente de su empresa, con dos
millones trescientos cincuenta mil euros y que su caso no es sino uno
más de una tendencia repetida por tantas grandes empresas mercantiles y
financieras españolas?
Romper esta tendencia es imprescindible. No basta efectuar juicios
morales sobre el crecimiento de la desigualdad o considerar la
insolencia del dinero como un dato inamovible. Los sindicatos y los
partidos políticos de izquierda tienen que comenzar a plantear
iniciativas expropiatorias de las ganancias empresariales que no
consideran la funcionalidad social de la libertad de empresa y acentúan
conscientemente la desigualdad social y económica que la Constitución
española en su artículo 9.2 se compromete a ir reduciendo
paulatinamente. Tomarse en serio la declaración política del pueblo
español que se cristaliza en el texto constitucional implica combatir
seriamente el incremento de la desigualdad sobre la base de la violencia
de la crisis, la desertización de los derechos laborales y el desempleo
masivo, la desvalorización del trabajo como eje en torno al cual se
construye la ciudadanía y la solidaridad, la degradación del salario a
medio de subsistencia sin dignidad. Y es una lucha que se debe sostener
en el plano económico y social, pero también en el directamente político
y, finalmente, en el cultural e ideológico, rompiendo el silencio y la
desinformación, combatiendo la manipulación de una opinión pública que
se pretende corromper y desinformar.
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